Con la sangre del Vigilante en el alfil y el reloj corriendo, el Detective Solís y Laura Guzmán sabían que el tiempo era crucial. La PDI había establecido un equipo de respuesta rápida para el caso Athelburg, conscientes de que el atacante podría golpear de nuevo. La seguridad en el campus, aunque aumentada, era una ilusión: el Vigilante conocía los puntos ciegos, las rutinas, la esencia misma de la universidad.
Mientras el ADN de la sangre se procesaba en el laboratorio, Solís y Guzmán se sumergieron en los incidentes previos, los que la universidad había intentado minimizar. Se entrevistaron con el personal de TI, con los guardias de seguridad nocturnos y con cualquier empleado que hubiera notado algo "extraño" en los últimos meses.
"Los informes iniciales hablaban de 'fallas', 'errores de sistema'," dijo Laura, mientras revisaban los registros de la base de datos de becas que había sido corrompida. "Pero si analizas los logs, Detective, no son aleatorios. Hay un patrón. Entradas específicas borradas, o alteradas para generar caos, justo en los módulos relacionados con la transparencia o la nueva auditoría."
"Como si alguien quisiera sabotear el progreso de las reformas, no simplemente dañarlas al azar," completó Solís. "Y los correos anónimos, ¿recuerdas? 'La Verdad Vencerá'. No es solo un mensaje. Es una advertencia."
Descubrieron que los incidentes menores de acoso también tenían un patrón. El despacho de un profesor de Contabilidad, vocal en el comité de transparencia, apareció con todos sus libros de ética desordenados una mañana; un estudiante activista, que había impulsado una plataforma de denuncias anónimas, encontró su bicicleta con las ruedas pinchadas y un mensaje rayado en el suelo: "Silencio".
"Nadie lo reportó formalmente en su momento," comentó Laura. "Demasiado sutil, o lo atribuían a 'tensiones estudiantiles'. Pero todos los afectados estaban directamente involucrados o eran vehementes defensores de las reformas post-fraude."
Solís asintió, su mente atando cabos. "El Vigilante no está actuando al azar. Está enviando un mensaje muy claro: detengan las reformas. Y la Dra. Valdés era su objetivo principal porque su informe de fiscalización era la joya de la corona de la nueva transparencia."
Recibieron una llamada del laboratorio de ADN. "Detective Solís, tenemos resultados preliminares," dijo la voz. "La muestra de sangre del alfil corresponde a un hombre. Y tenemos una coincidencia en nuestra base de datos... un ex-empleado de la universidad."
La noticia fue un mazazo. No era un extraño, ni un estudiante resentido, ni un miembro de la junta directiva. Era alguien que había trabajado dentro de Athelburg, alguien que conocía sus entrañas, sus sistemas, sus vulnerabilidades.
"¿Quién es?" preguntó Solís, sintiendo una mezcla de urgencia y una extraña familiaridad con el giro de los acontecimientos. La sombra de Athelburg, pensó, siempre encontraba la forma de regresar desde donde menos la esperabas.
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Editado: 28.07.2025