La Sombra de Blackwood

Parte 1

Ethan

Ethan había crecido en una ciudad costera pequeña, donde todo el mundo se conocía. Era el típico chico que pasaba desapercibido en la escuela; no era particularmente popular ni demasiado tímido. Su vida era tranquila, aunque monótona. Desde pequeño, siempre había sentido que no encajaba del todo en su entorno. A menudo se perdía en sus propios pensamientos, imaginando lugares y aventuras que lo sacaran de la rutina.

Ethan se mudó a la ciudad cerca de la Academia Blackwood a mitad de curso, cuando su padre consiguió un trabajo en una empresa de tecnología. Para Ethan, significaba un nuevo comienzo, pero también implicaba dejar atrás a los pocos amigos que había hecho en su antigua escuela. No fue una mudanza fácil, y la idea de tener que adaptarse a un nuevo entorno le causaba cierta ansiedad.

—¿Estás nervioso por tu primer día en la nueva escuela? —le preguntó su madre la mañana antes de que comenzara el curso, mientras servía el desayuno.

Ethan miró el plato de tostadas frente a él, sin mucho apetito.

—Supongo que sí. —respondió, encogiéndose de hombros—. Es solo que… ya sabes, no conozco a nadie. ¿Y si no hago amigos?

Su madre le dio una sonrisa alentadora, tratando de infundirle confianza.

—Ethan, eres un chico genial. No dudo que harás amigos en poco tiempo. Solo… sé tú mismo.

Él trató de sonreír, pero no estaba convencido. Aunque le emocionaba la idea de explorar un lugar nuevo, había una parte de él que temía ser ignorado, como en su antigua escuela. Sin embargo, esa mañana, cuando se dirigió a la Academia Blackwood, con la mochila al hombro y el corazón latiendo con fuerza, no podía imaginar que su vida estaba a punto de cambiar de una manera que nunca habría previsto.

Anya

Anya era la chica que todo el mundo conocía en Blackwood. Desde su primer año en la Academia, había captado la atención de todos con su inteligencia, su belleza y su personalidad magnética. Siempre rodeada de amigos, era el tipo de persona que parecía tenerlo todo. Pero detrás de su sonrisa perfecta, había una parte de ella que se sentía incomprendida.

A pesar de la popularidad, Anya llevaba consigo un sentimiento constante de soledad. Su familia había sido una de las fundadoras de la ciudad, y el peso de las expectativas familiares siempre recaía sobre ella. Su padre, un hombre de negocios respetado, esperaba que ella mantuviera la imagen de perfección que se había construido para la familia. Pero Anya anhelaba más que eso; quería escapar de la rutina predecible y encontrar algo que realmente la apasionara.

Una tarde, mientras estaba sentada en el salón de su casa, su madre entró y se sentó a su lado.

—Anya, cariño, ¿estás bien? —preguntó su madre, notando la expresión ausente en su rostro—. Has estado distraída últimamente.

Anya sonrió de forma automática, como si estuviera acostumbrada a dar respuestas que tranquilizaran a los demás.

—Estoy bien, mamá. Solo pensando en los exámenes y todo eso. —dijo, aunque sabía que había algo más que la preocupaba. Algo que no podía expresar con palabras.

Su madre la miró por un momento, luego le acarició el cabello suavemente.

—Sabes que siempre puedes hablar conmigo si hay algo que te preocupa, ¿verdad?

Anya asintió, pero sabía que no sería capaz de explicar lo que sentía. ¿Cómo podía decirle a su madre que se sentía atrapada en una vida que parecía perfecta desde fuera, pero vacía por dentro?

El primer día de clases en Blackwood

Cuando Ethan llegó a la Academia Blackwood, su estómago estaba hecho un nudo. Los pasillos eran largos y llenos de estudiantes que parecían conocer perfectamente hacia dónde iban. Trató de encontrar su casillero, y cuando finalmente lo hizo, se dio cuenta de que estaba atascado. Intentó abrirlo varias veces sin éxito, frustrándose cada vez más.

—¿Problemas con el casillero? —dijo una voz suave detrás de él.

Ethan se giró y vio a una chica de cabello oscuro y ojos verdes brillantes, mirándolo con una expresión que mezclaba curiosidad y diversión.

—Eh… sí. Creo que está atascado. —respondió él, sintiendo que el rubor se extendía por sus mejillas.

La chica sonrió y, sin decir nada, se acercó para ayudarle. Dio un pequeño golpe en la puerta del casillero y, como por arte de magia, se abrió.

—A veces hay que saber dónde golpear. —dijo, guiñándole un ojo—. Soy Anya, por cierto.

Ethan la miró, un poco aturdido por su espontaneidad.

—Gracias, Anya. Soy Ethan. —respondió, sin saber qué más decir—. Soy nuevo aquí, así que… supongo que necesitaré algunos trucos más para sobrevivir.

Anya se rió, y el sonido de su risa era como música para los oídos de Ethan. Por un momento, olvidó su nerviosismo.

—No te preocupes, Ethan. Blackwood puede ser intimidante al principio, pero te acostumbrarás. —dijo, antes de alejarse para unirse a su grupo de amigos—. ¡Nos vemos por ahí!

Durante las siguientes semanas, Ethan y Anya siguieron cruzándose en los pasillos, en la cafetería y en la biblioteca. Cada vez que sus miradas se encontraban, Anya le sonreía, y Ethan se sentía un poco más relajado en su nuevo entorno. Había algo en ella que lo intrigaba, y no era solo por su belleza; era la forma en que parecía moverse por la escuela como si supiera algo que los demás no sabían, como si tuviera un secreto que protegía celosamente.

Una tarde, después de clases, Ethan estaba en la biblioteca, buscando un libro para un proyecto de literatura. Mientras revisaba las estanterías, escuchó una voz familiar detrás de él.

—¿Buscas algo en particular o solo estás admirando la colección de libros viejos?

Ethan se giró y vio a Anya, apoyada contra la estantería, mirándolo con una sonrisa divertida. Se sintió un poco nervioso, pero trató de mantener la calma.

—Buscaba un libro sobre poesía, pero no puedo encontrarlo. —dijo, sintiéndose un poco torpe.



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En el texto hay: romamce, terrorpsicolgico, misteriojuvenil

Editado: 23.10.2024

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