El eco de la batalla resonaba por los pasillos de la Academia Blackwood mientras Ethan y Anya corrían a través de la cripta, guiados por el antiguo mapa que habían encontrado en el diario. Sus corazones latían con fuerza, no solo por la adrenalina, sino por el miedo que les recorría al saber que Calloway y sus seguidores estaban justo detrás de ellos. La luz de las linternas titilaba en la penumbra, iluminando las inscripciones en las paredes que parecían cobrar vida con el caos a su alrededor.
—¡Rápido! —exclamó Ethan, apremiando a Anya—. La salida está justo por aquí. No podemos dejar que nos atrapen de nuevo.
Anya asintió, respirando hondo para calmar sus nervios. A pesar del miedo, sentía que su amor por Ethan le daba la fuerza que necesitaban para continuar. Mientras corrían, podía sentir su mano apretada en la suya, un recordatorio de que no estaban solos en esta lucha.
Finalmente, lograron encontrar una salida que los llevó al exterior de la escuela. El aire frío de la noche les golpeó en la cara, pero el caos que se desplegaba frente a ellos les heló aún más la sangre. Las sombras danzaban a su alrededor, figuras oscuras emergían de las puertas y ventanas de la academia, y los gritos de otros estudiantes resonaban en el aire.
—¡Es un verdadero campo de batalla! —gritó Anya, mirando a su alrededor con horror.
—No podemos quedarnos aquí —respondió Ethan, manteniéndose firme—. Debemos encontrar a Harper y a los demás. Necesitamos unir fuerzas para enfrentar a Calloway y a su sociedad.
El sonido de pasos y murmullos se acercaba, y rápidamente se escondieron detrás de un árbol frondoso. Desde su escondite, observaron a Calloway, rodeado de varios miembros de la sociedad secreta, todos armados y listos para pelear. Sus rostros estaban en sombras, pero la malicia brillaba en sus ojos.
—Hoy es el día en que la Academia Blackwood reafirma su poder —declaró Calloway con voz fuerte y autoritaria—. Cualquiera que se atreva a desafiar nuestra autoridad enfrentará las consecuencias.
Ethan apretó los dientes, sintiendo la rabia burbujear dentro de él. —No podemos quedarnos aquí —susurró a Anya—. Tenemos que actuar ahora.
Con un golpe de determinación, Ethan y Anya se lanzaron al combate. Lucharon codo a codo, con Ethan defendiendo a Anya mientras ella se movía con agilidad, esquivando ataques y lanzando contraataques. Aunque estaban en desventaja numérica, su coordinación y amor les dieron la ventaja.
—¡Ethan, a tu derecha! —gritó Anya, señalando a un miembro de la sociedad que se acercaba por detrás. Sin dudarlo, Ethan se giró y lo derribó con un puñetazo directo.
—Gracias —respondió, respirando con dificultad pero sin dejar de luchar—. ¡Debemos mantenernos juntos!
En medio de la batalla, vieron a Harper y a un grupo de estudiantes que habían llegado para apoyarlos. El profesor estaba empuñando un bastón, que iluminaba el área con una luz brillante. Con una voz firme, comenzó a gritar instrucciones.
—¡Formen filas! ¡No permitan que los separen! —exclamó Harper, mientras los estudiantes tomaban posiciones a su alrededor—. ¡Recuerden lo que estamos protegiendo!
Anya y Ethan se unieron a sus compañeros, y la batalla se volvió más intensa. Las sombras parecían cobrar vida, atacando y siendo repelidas por la luz de las linternas y el coraje de los estudiantes. Anya sintió cómo la energía del grupo la envolvía, y su amor por Ethan brillaba más intensamente que nunca.
Mientras luchaban, Calloway se acercó a ellos, su rostro marcado por la furia. —¿Realmente creen que pueden vencerme? —gritó, desafiándolos con su mirada intensa—. Ustedes son solo estudiantes, y yo tengo el poder de generaciones.
—¡No estás solo! —respondió Ethan, levantando la voz por encima del tumulto. En su corazón sabía que su amor por Anya, y el deseo de protegerla, era más fuerte que cualquier poder que Calloway pudiera poseer.
Calloway se lanzó hacia ellos, pero Anya se adelantó, colocándose entre Ethan y el profesor. —No te dejaré hacerle daño —dijo con una voz firme, sintiendo que la fuerza de su amor la envolvía.
Ethan se sintió abrumado por la determinación de Anya. —¡No, Anya! —gritó, pero era demasiado tarde. Ella había dado un paso adelante, enfrentando a Calloway con valentía.
—El amor puede romper cadenas más fuertes que el miedo —declaró ella, y, en ese instante, una luz brillante emanó de su pecho, un destello de energía pura que iluminó la oscuridad.
Calloway retrocedió, sorprendido por la luz que emanaba de Anya. —¿Qué es esto? —preguntó, sus ojos llenos de incredulidad.
—Es el poder de nuestra unión —dijo Ethan, sintiendo que la energía de Anya lo llenaba—. No eres más fuerte que nuestro amor.
La luz de Anya creció, envolviendo a Calloway y a sus seguidores. Se escuchó un grito, y la oscuridad pareció dispersarse ante el brillo de su amor. Con un último esfuerzo, Ethan se unió a Anya, y juntos, canalizaron su fuerza hacia Calloway.
La energía se liberó en un destello brillante, iluminando toda la academia. La figura de Calloway se desvaneció entre las sombras, y con su desaparición, la sociedad secreta perdió su poder.
Cuando la luz se desvaneció, el campo de batalla quedó en silencio. Los estudiantes, aturdidos pero vivos, comenzaron a reaccionar y a abrazarse, celebrando su victoria. Ethan y Anya, exhaustos, se abrazaron en medio del caos, sintiendo que la lucha había valido la pena.
—Lo hicimos —susurró Anya, con lágrimas de alivio en los ojos—. ¡Lo logramos!
Ethan sonrió, sintiendo el peso de la adrenalina desvanecerse. —Sí, juntos lo logramos. No solo derrotamos a Calloway, sino que demostramos que el amor puede superar cualquier oscuridad.
Mientras el sol comenzaba a salir por el horizonte, llenando el cielo de colores cálidos, Ethan y Anya se prometieron que, pase lo que pase, siempre lucharían juntos. Sabían que su amor era su mayor fuerza y que, a partir de ese día, nada podría separarlos. La academia había sido liberada, pero su verdadero viaje apenas comenzaba.