Después de hablar con la señora Worthington, Eleanor decidió quedarse y descubrir la verdad. Algo oscuro estaba ocurriendo en Ravenhill Manor, y sabía que escapar no era una opción. Pasaba las noches investigando los libros antiguos de la biblioteca, buscando respuestas en los textos más polvorientos, mientras las extrañas apariciones de su "doble" se hacían más frecuentes.
Una noche, mientras examinaba uno de los viejos diarios de la mansión, encontró una entrada escrita por una de las primeras maestras de Ravenhill. Esta relataba una experiencia similar: veía su reflejo hacer cosas que ella no había hecho. Hablaba de una presencia que acechaba desde el espejo, una fuerza antigua y maligna que intentaba robar su vida. A lo largo de las páginas, la mujer mencionaba una solución, una forma de confrontar al reflejo y liberar a las almas atrapadas por él. Sin embargo, el diario terminaba abruptamente, y Eleanor nunca supo si esa maestra había logrado escapar o no.
Desesperada por respuestas, Eleanor decidió que la única forma de vencer a su reflejo era enfrentarse a él. Se dirigió al espejo en su habitación, el que siempre había sentido como el más inquietante. Encendió una vela, colocándola frente a la superficie del vidrio, y respiró profundamente, decidida a desafiar lo que había detrás.
Por un largo rato, todo estuvo en silencio. Su reflejo parecía normal, haciendo los mismos gestos que ella. Pero de pronto, Eleanor notó que el reflejo sonreía. No era una sonrisa amistosa; era algo distorsionado, malévolo. El reflejo no estaba esperando a que ella actuara. Había estado planeando algo mucho más aterrador.
Eleanor trató de retroceder, pero sus pies se negaban a moverse. El reflejo comenzó a separarse del espejo, extendiendo una mano hacia ella. No era como antes, donde simplemente se desincronizaba de sus movimientos. Ahora, su doble se estaba materializando en el mundo real.
"Es hora de cambiar de lugar, Eleanor," dijo el reflejo con una voz que parecía resonar desde todos los rincones de la habitación.
Eleanor intentó gritar, pero ningún sonido salió de su boca. Sintió una fuerza invisible envolviendo su cuerpo, tirando de ella hacia el espejo. Su reflejo, ahora casi completamente fuera del vidrio, se acercaba más y más, con una mirada decidida y sádica.
De repente, un grito agudo rompió el silencio. No provenía de Eleanor, ni de su reflejo. Algo en la habitación cambió. El aire se volvió más denso, y la vela parpadeó violentamente antes de apagarse. Eleanor sintió que la fuerza que la atrapaba cedía, y su reflejo se detuvo, mirando en dirección a la puerta.
La puerta se abrió de golpe, y la figura de la señora Worthington entró en la habitación. Pero no era la misma mujer que Eleanor conocía. Su cuerpo se desvanecía en el aire como un espectro, y sus ojos brillaban con un fulgor extraño.
"Eleanor, sal de la habitación. Ahora," dijo la señora Worthington con una voz que resonaba como un eco de muchas voces.
Eleanor, desconcertada pero sin otra opción, corrió hacia la puerta, sintiendo una ráfaga de viento frío detrás de ella. Cuando miró hacia atrás, vio algo increíble: el reflejo estaba forcejeando, atrapado entre el espejo y una fuerza invisible que lo arrastraba de nuevo hacia el vidrio. La señora Worthington levantó una mano y, con un gesto rápido, el reflejo fue absorbido por completo de vuelta al espejo, desapareciendo de la realidad.
Eleanor se quedó en el umbral de la puerta, con el corazón latiendo con fuerza. La señora Worthington la miró fijamente y, en un tono más suave, dijo: "Tienes que saberlo, Eleanor. Yo también fui atrapada por el reflejo, hace mucho tiempo."
Eleanor no podía creer lo que escuchaba. "¿Qué quieres decir?"
"Yo… ya no pertenezco a este mundo," dijo la señora Worthington, con un rastro de tristeza en su voz. "Hace años, cuando yo era una joven maestra aquí, caí en la trampa del reflejo. Perdí mi cuerpo, pero mi alma quedó atrapada entre los espejos de esta mansión. Es por eso que estoy aquí, protegiendo a las demás que vienen después de mí."
Eleanor se estremeció al comprender la magnitud de lo que había ocurrido. "¿Por qué no me dijiste esto antes?"
"Porque no quería que te asustaras, que huyeras sin entender. Pero ahora sabes la verdad. Esta mansión está maldita, Eleanor. Siempre ha estado maldita. El reflejo busca nuevas víctimas, y cada vez que lo consigue, alguien más queda atrapado."
Eleanor sintió un nudo en la garganta. "¿Qué debo hacer ahora?"
La señora Worthington la miró con tristeza. "Debes irte, Eleanor. Escapa mientras puedas. El reflejo ha sido contenido por ahora, pero no durará mucho. Este lugar… no es seguro para nadie."
Eleanor asintió lentamente, comprendiendo que no había otra opción. Esa misma noche, hizo su maleta y dejó Ravenhill Manor para siempre. Mientras se alejaba de la mansión en su coche, miró por última vez el edificio a través del espejo retrovisor.
En el reflejo, por una fracción de segundo, creyó ver a su propio reflejo sonriéndole desde una de las ventanas del segundo piso.