CASA IGNIS

En las entrañas del Cañón de la Ceniza Ardiente, donde la roca fundida brilla y el aire vibra con el calor, se alza la Forja de la Llama Eterna, bastión de la Casa Ignis, los señores del fuego. Nacida tras la Gran Fractura, cuando las Casas emergieron de un mundo en ruinas, Ignis se forjó en la furia de las llamas, dominando el arte de la combustión y la guerra. Sus murallas de obsidiana, talladas con canales de lava que iluminan la noche, son un testimonio de su poder destructivo. Ignis venera a Pyralion, dios del fuego y la renovación, cuya chispa inspira su pasión indomable. Su arma divina, el Martillo de la Ira Fundida, un arma que desata explosiones ígneas, es portada por Kaelen, campeón de Ignis, cuya ferocidad en batalla es tan temida como admirada. El líder actual, Vulcan, un guerrero carismático pero implacable, guía a Ignis con una visión de dominio a través de la fuerza, desafiando a cualquier Casa que ose cruzarse en su camino.

La cultura de Ignis exalta la valentía, la intensidad y el sacrificio. Sus berserkers, entrenados en cámaras de fuego para resistir el calor y empuñar armas ígneas, viven para el combate, viendo en cada batalla una oportunidad para purificar o destruir. La Forja es un crisol de forjas y arenas de entrenamiento, donde el rugido de las llamas se mezcla con el clangor del metal. Sin embargo, su impulsividad los lleva a choques constantes con Casas como Terra y Aetheria, cuya disciplina contrasta con su caos. En Elysara, Ignis es una fuerza temida, capaz de arrasar ejércitos, pero su falta de sutileza política los hace vulnerables a las intrigas de Umbra. Bajo Vulcan, Ignis abraza la guerra como un medio para afirmar su supremacía, aunque el fuego que los define podría consumirlos en su propia ambición.