La Sombra de los Guardianes Perdidos

Capítulo 17: La revelación de Alquimia

Alquimia sentía cómo los hilos de su vida se tensaban, guiados por fuerzas que apenas comprendía. Con un nudo en el pecho, decidió que era hora de acudir a Patricio, el enigmático lector de tarot. Sabía que él poseía una visión más allá de lo evidente. La tienda de Patricio era un refugio en el tiempo, un santuario donde las sombras y las velas encendidas susurraban secretos ancestrales. Al entrar, el aroma del incienso se coló en sus pulmones, y una sensación de inquietud se apoderó de su ser, como si algo muy profundo y desconocido despertara dentro de ella.

Patricio levantó la vista y la observó con una mirada intensa, lo que hizo que un escalofrío recorriera su columna vertebral. Sin embargo, Alquimia no titubeó. Se sentó frente a él, decidida a desvelar lo que la sombra de su vida intentaba ocultar.

—Antes de comenzar —dijo Patricio con voz grave—, debo abrir un círculo de protección para garantizar que ninguna fuerza oscura interrumpa nuestro trabajo.

Alquimia asintió, observando cómo él trazaba un círculo invisible a su alrededor, recitando palabras que parecían haber resonado a través del tiempo.

—Abrimos círculo de protección —comenzó él, su voz reverberando en el aire cargado de energía—. Invocamos a todos los entes, deidades, espíritus y seres que deseen convivir en paz y armonía. Estamos en un tiempo que no es un tiempo, en un día que no es un día, en un lugar que no es un lugar. Ante el velo de los misterios, por favor protégenos en nuestra travesía mágica y ayúdenos a encontrar las respuestas que estamos buscando. El círculo ha sido creado y nunca perturbado.

La energía en la tienda se hizo densa, casi tangible. Alquimia sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que lo que estaba a punto de descubrir cambiaría todo lo que conocía sobre sí misma. Patricio comenzó a sacar las cartas con cuidado, como si cada movimiento fuera una oración sagrada.

La primera carta que apareció fue La Muerte al derecho.

—Esta carta no habla de una muerte literal —dijo Patricio suavemente, colocándola sobre la mesa—. Habla de una transformación, de un cambio profundo que te obliga a dejar atrás una parte de ti para renacer.

Alquimia asintió, sintiendo un nudo en el estómago. "Transformación" resonaba en su mente, una palabra que prometía tanto libertad como incertidumbre.

La siguiente carta fue El Diablo al derecho.

—Esto simboliza ataduras, miedos y deseos reprimidos —continuó Patricio, clavando su mirada en Alquimia—. Hay algo que te retiene, algo oscuro que aún no has dejado ir. Quizás ese vínculo con alguien... es más profundo de lo que imaginas.

Alquimia sintió que la verdad le atravesaba el pecho. Patricio estaba desenterrando algo que había estado tratando de evitar, algo que le provocaba tanto miedo como deseo.

La tercera carta que apareció fue La Luna invertida.

—En esta posición, La Luna indica confusión, miedo a lo desconocido y dificultad para distinguir la realidad de la ilusión —explicó Patricio, su tono grave—. Hay un poder oculto dentro de ti, algo que debes traer a la luz. Solo enfrentando lo oculto podrás disipar la niebla que lo rodea.

Alquimia sabía que Patricio hablaba de sus propios miedos, las sombras que siempre había dejado en el rincón más oscuro de su alma.

La cuarta carta fue El Enamorado al derecho.

—Esta carta representa una dualidad, una lucha interna —dijo Patricio—. Y en tu caso, parece estar ligada a un amor que temes. Este vínculo con Sam... podría ser la razón por la que no puedes avanzar. El miedo al amor y lo que eso implica te está frenando.

El nombre de Sam evocó en Alquimia una sensación agridulce. "¿Debería dejarlo ir?" pensó, mientras una parte de ella temía la respuesta.

La siguiente carta fue La Torre al derecho.

—La Torre es una destrucción necesaria —dijo Patricio, con una mezcla de compasión y seriedad—. Algo debe caer para que puedas reconstruir. Este cambio será doloroso, pero necesario. Es un obstáculo que debes derribar para que puedas avanzar.

Alquimia respiró hondo. Sabía que esa destrucción representaba algo profundo en su vida, algo que había sido su refugio pero que ya no le servía.

Finalmente, apareció La Sacerdotisa al derecho.

—La Sacerdotisa es el conocimiento oculto, el poder ancestral que reside en ti —concluyó Patricio—. Hay algo más grande que te guía, Alquimia. Esa guardiana de las sombras que mencionas... es tu aliada y tu prueba. No puedes escapar de ella, pero tampoco debes temerle.

En ese momento, la atmósfera cambió. Una sensación conocida atravesó la tienda, una presencia que Alquimia había sentido muchas veces. Una sombra alargada se proyectó en la pared, formando una figura difusa, borrosa, que solo podría pertenecer a él: Sam.

—No busques lo que no quieres encontrar, Alquimia —dijo una voz grave, como un susurro que solo ella podía escuchar. Sam.

Alquimia no temió esta vez. Su voz fue desafiante.

—¿Tienes algo que decirme? —preguntó, sin apartar la mirada de la sombra.

—Siempre he sido una advertencia —respondió Sam, casi burlón—. El amor solo trae sufrimiento. Es mejor vivir en las sombras que enfrentarse a un destino que solo conducirá a la ruina.

Patricio observaba la escena con atención, aunque no podía escuchar a Sam. Sin embargo, la tensión en el aire era palpable.

—¿Sam te habla ahora? —preguntó, reconociendo el cambio en la atmósfera.

—Sí —respondió Alquimia, sin apartar la mirada de la sombra que se desvanecía poco a poco—. Dice que quiere protegerme. Pero no le creo.

Patricio hizo una pausa, observando con una mirada más profunda. Luego, con firmeza, extrajo otra carta del mazo.

—Vamos a enfrentarlo —dijo, colocando la carta de La Estrella sobre la mesa. —La Estrella es esperanza, Alquimia. Representa claridad en medio de la oscuridad. Las sombras solo pueden existir donde hay luz. Sam solo tiene poder si tú se lo permites.



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En el texto hay: fantasia, amor, magia

Editado: 24.06.2025

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