La noche cubría la ciudad con su manto oscuro, mientras las luces de las farolas titilaban débilmente, iluminando las calles solitarias. Kyra caminaba con pasos firmes, el sonido de sus zapatos chocando contra la acera húmeda se mezclaba con el eco de la lluvia reciente. Había regresado de una investigación paranormal que había dejado más preguntas que respuestas, como siempre sucedía últimamente. Las señales que había encontrado en las últimas semanas apuntaban a algo más grande, algo más profundo, pero aún no lograba entenderlo por completo.
El aire estaba cargado con una extraña densidad, como si guardara secretos esperando a ser revelados. Mientras avanzaba, un destello de luz la hizo detenerse. Un letrero antiguo y elegante, pero ya desgastado por el tiempo, decía: "Lectura de Tarot y Sabiduría Ancestral". Algo en el lugar la atrajo de inmediato, como si fuerzas invisibles la hubieran guiado hasta allí.
Miró alrededor para asegurarse de que estaba sola, y al sentirse tranquila, empujó la puerta, que se abrió con un suave crujido. Al entrar, el ambiente estaba sumido en una penumbra tranquila, con velas que parpadeaban, iluminando vagamente las estanterías y mesas. El aroma a incienso envolvía el aire, mezclado con el crujir de la madera bajo sus pies. Al fondo, una figura masculina estaba inclinada sobre una mesa, rodeada de cartas de tarot y cristales.
El hombre levantó la mirada, sus ojos oscuros fijos en Kyra. Había algo en su expresión que sugería que la estaba esperando.
—¿Qué puedo hacer por ti? —preguntó con voz grave y calma.
Kyra se quedó en silencio un momento, observando el ambiente, antes de responder.
—No estoy segura —dijo, aunque en el fondo sabía que había algo inevitable en su presencia allí—. Creo que llegué aquí por... casualidad.
El hombre ladeó la cabeza ligeramente, como si le resultara divertido.
—No hay casualidades —dijo mientras se erguía—. Solo caminos que nos llevan hacia donde debemos estar. Soy Patricio. Y tú, ¿quién eres?
—Kyra —respondió ella, acercándose lentamente a la mesa.
—Kyra... —repitió Patricio, como si probara el nombre—. Pareces alguien que busca respuestas.
—¿Y tú eres quien las tiene? —preguntó ella con una sonrisa irónica.
Patricio sonrió apenas y le indicó una silla frente a él.
—Las respuestas están en las cartas. Yo solo las interpreto.
Kyra se sentó, notando cómo el aire en la habitación parecía volverse más denso, cargado de una energía que no podía identificar. Patricio trazó un círculo invisible en el aire, sus palabras resonando de forma casi ritual:
—Abrimos círculo de protección —dijo, con voz suave pero firme—. Invocamos a todos los entes, deidades, espíritus y seres que deseen convivir en paz y armonía. Estamos en un tiempo que no es tiempo, en un día que no es día, en un lugar que no es lugar. Ante el velo de los misterios, por favor protégenos en nuestra travesía mágica y ayúdenos a encontrar las respuestas que buscamos. El círculo ha sido creado y nunca perturbado.
Un escalofrío recorrió la espalda de Kyra, pero no era miedo, sino una sensación profunda de que algo importante estaba por suceder.
—Toma el mazo —dijo Patricio, colocándolo frente a ella—. Piensa en tu pregunta mientras lo barajas.
Kyra tomó las cartas con dedos temblorosos. Su mente se centró en las imágenes que había presenciado en sus investigaciones recientes: figuras sombrías, susurros inexplicables, y portales que se abrían sin previo aviso. Mientras barajaba las cartas, pudo sentir la mirada de Patricio sobre ella, como si pudiera leer más allá de lo que estaba haciendo.
Finalmente, le devolvió el mazo, y Patricio lo cortó en tres partes, extendiéndolas sobre la mesa.
Primera carta: La Sacerdotisa (Derecha)
—La Sacerdotisa, al derecho —comentó Patricio, observando la carta con seriedad—. Esta carta representa la intuición, el conocimiento oculto. Indica que posees un poder innato para conectar con lo sobrenatural, pero también hay un velo que aún no has levantado. Algo te está ocultando la verdad.
Kyra observó en silencio, sus pensamientos confusos.
—¿Por eso siempre me siento incompleta? —preguntó, casi para sí misma.
Patricio asintió lentamente.
—El velo es una protección, pero también un obstáculo que debes superar.
Segunda carta: El Colgado (Invertido)
Patricio giró la siguiente carta con un gesto lento.
—El Colgado, invertido —dijo, su tono grave—. Aquí aparece el sacrificio que no has hecho, la decisión que evitas. Algo te tiene atrapada, pero solo tú puedes liberarte de ello.
Kyra frunció el ceño.
—¿Qué tipo de sacrificio?
Patricio mantuvo la mirada fija en la carta.
—Es algo que debes dejar ir. No puedo decirte qué es, pero sabrás cuándo el momento llegue.
Tercera carta: La Torre (Derecha)
Patricio se detuvo un momento, observando la carta con una expresión sombría.
—La Torre, al derecho —anunció con voz grave—. Esta es una carta de destrucción, de cambio inevitable. Algo grande está por suceder, Kyra. Algo que destruirá las estructuras de tu vida y las de quienes te rodean.
Kyra sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. El aire parecía volverse más espeso.
—¿Estoy preparada para eso? —preguntó, su voz apenas audible.
Patricio la miró en silencio antes de responder.
—Eso dependerá de las decisiones que tomes ahora.
Las velas parpadearon, y un susurro suave recorrió la habitación, como si algo más estuviera escuchando. Kyra miró fijamente la carta de La Torre, observando la imagen de la estructura desmoronándose, el rayo destruyéndola mientras figuras caían al abismo.
—¿Qué significa esto realmente? —preguntó con voz baja, casi temerosa.
Patricio se inclinó hacia adelante, su mirada intensa.
—La Torre representa el colapso de lo que crees seguro. Puede ser físico, emocional o espiritual, pero su mensaje es claro: el cambio es inevitable. Y con el cambio llega una nueva oportunidad.