Capítulo 1: La pérdida*
La lluvia caía sobre la ciudad como si el cielo mismo estuviera llorando. Ana se sentaba en su habitación, rodeada de recuerdos de su pasado. Fotos de su infancia, objetos que su madre le había regalado, y cartas que se habían escrito. Todo parecía tener un significado diferente ahora.
Habían pasado solo unos días desde que perdió a su madre. El dolor era aún insoportable. Ana recordaba la última conversación que tuvo con ella, en el hospital. Su madre le había tomado la mano y le había dicho: "Ana, siempre estaré contigo, no importa lo que pase". Ahora, Ana se sentía sola y perdida.
La puerta de su habitación se abrió y su padre entró. "Ana, cariño, ¿cómo estás?", preguntó. Ana se encogió de hombros. No sabía cómo responder. Su padre se sentó a su lado y la abrazó. "Estoy aquí para ti, hija. No estás sola).
Pero Ana se sentía sola. Su madre había sido su mejor amiga, su confidente. Ahora, parecía que un pedazo de ella se había ido para siempre.
La lluvia continuaba cayendo afuera, y Ana se sentía como si estuviera llorando junto con ella.
Ana se despertó con el sonido de la lluvia todavía cayendo afuera. Se sentó en la cama y miró alrededor de su habitación. Todo parecía igual, pero algo había cambiado. Su madre ya no estaba.
Se levantó y comenzó a caminar por la casa. Cada habitación estaba llena de recuerdos de su madre. La cocina, donde siempre habían cocinado juntas. El salón, donde habían pasado horas hablando y riendo. Ana se sentía abrumada por la nostalgia.
En la sala, encontró un álbum de fotos que su madre había hecho. Ana se sentó y comenzó a hojearlo. Había fotos de su infancia, de vacaciones familiares, de momentos especiales. Cada foto era un recuerdo que Ana había compartido con su madre.
Se detuvo en una foto en particular. Era de su cumpleaños número 15. Su madre la había sorprendido con una fiesta sorpresa. Ana recordó la emoción y la felicidad que había sentido ese día.
De repente, Ana se dio cuenta de que su madre no solo había sido su madre, sino también su mejor amiga. Habían compartido tantos momentos juntas, y ahora Ana se sentía sola sin ella.
La lluvia continuaba cayendo afuera, y Ana se sentía como si estuviera llorando junto con ella.
Días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Ana se sentía como si estuviera viviendo en un vacío. La ausencia de su madre era palpable en cada rincón de la casa.
Un día, mientras caminaba por el pasillo, Ana se detuvo frente a la habitación de su madre. No había entrado allí desde su fallecimiento. La puerta estaba cerrada, y Ana se sentía temerosa de abrir-la.
Tomó una profunda respiración y abrió la puerta. La habitación estaba tal como su madre la había dejado. La cama estaba hecha, y las cortinas estaban abiertas. Ana se sentó en la cama y miró alrededor.
Había un perfume en la mesita de noche. Ana lo tomó y lo olió. Era el mismo perfume que su madre siempre había usado. De repente, Ana se sintió envuelta en recuerdos.
Recordó las noches que su madre la había acunado hasta que se dormía. Recordó las mañanas que su madre la había despertado con un beso en la frente. Ana se sentía sola y abandonada.
Se acostó en la cama de su madre y lloró hasta que se durmió. Fue la primera vez que había dormido en esa habitación desde la muerte de su madre.
Cuando se despertó, Ana se sintió diferente. No sabía si era el dolor o la nostalgia, pero se dio cuenta de que debía seguir adelante.
Ana se levantó de la cama de su madre, sintiendo un vacío interior. La tristeza la había consumido por completo. Se preguntaba cómo podría seguir adelante sin la persona que más amaba.
Se dirigió a la cocina para preparar el desayuno, pero no tenía hambre. Se sentó en la mesa y miró por la ventana. El sol brillaba, pero no podía iluminar su corazón.
De repente, sonó el timbre de la puerta. Era su amiga Laura. "Hola, Ana. ¿Cómo estás?", preguntó. Ana se encogió de hombros. No sabía cómo responder.
Laura se sentó a su lado y la abrazó. "Estoy aquí para ti, Ana. No estás sola". Ana se sintió agradecida por la compañía, pero la tristeza seguía ahí.
Laura le contó sobre su día, sobre la escuela y sus planes para el futuro. Ana escuchaba, pero no podía compartir su propia visión del futuro.
Se sentía atrapada en un mundo sin su madre.
Continuará