La Sombra Del Holocausto.

Capítulo 16.

Estaba de nuevo parada frente al espejo apreciando mi rostro, no quería parecer egocentrista, ni tampoco vanidosa, solamente tenía la idea de que quizá esa era la última vez que me vería, así que todos los días me miraba. 
Estaba sorprendida de estar viva, en un momento estaba en una casa gigante de tres plantas, siete habitaciones y al día siguiente podía estar en las mismas condiciones que solía estarlo, ¿comencé a acostumbrarme? La verdad es que no. No confiaba en nadie, ni siquiera en mi propia sombra, porque está siempre va abandonarte en la obscuridad. 


La puerta blanca de madera se abrió y era la chica de ojos verdes. Ella me miro y sonrió — ¿Que tanto te miras en el espejo? — Pregunto de espalda a mí, podía verla en el espejo — Eres bonita — sentencio tomando el cepillo de la cómoda — Ya nos dimos cuenta. 
— ¿Cómo me dijiste que era tu nombre? — Pregunte. 
Ella sonrió y comenzó a cepillar mi cabello 
— No te lo he dicho. 
Yo arquee una ceja después de chillar ante el jalón que me dio con el cepillo — Soy Fela Jakov ― dijo mientras los nudos de mi cabello comenzaban a deshacerse — ¿Eres familiar de la Señora Poniatowski? 
— Acogida — Sentencio. — Como tú. 
— Judía, entonces — asegure. 
Ella rio leve término de cepillar mi cabello, y comenzó a peinarlo con pasadores negros con gomillas en las puntas. 
— Gitana. 
Arquee de nuevo las cejas. 
— Tessia quiere que bajes a almorzar ― Yo asentí y ella salió de la habitación. Me mire una vez más al espejo y salí de la habitación, baje las grandes escaleras con dificultad, me tome de los barandales de madera marrones, con cinceladas en forma de flores, todavía me dolía la rodilla al bajar, llegue a la estancia, una enorme estancia con tres sofás de tela fina y cómoda, camine hasta el comedor y ahí estaba la señora Tessia sentada en la parte superior del gran comedor. 
— Siéntate, vamos a almorzar. — Dijo haciendo un ademan señalando una silla de lado suyo, yo sin decir nada camine hacia donde me indicó y me senté. 
— ¡Fela! — llamo la señora a chica de ojos verdes, ella salió enseguida de la cocina. — Dime — dijo ella — Vamos muchacha, siéntate. — Dijo señalando la silla del otro lado. Yo me quede mirando codiciosamente el platillo que estaba frente a mí, su aroma golpeaba mi nariz con fuerza, de pronto mi boca se hizo agua, pero no lo di a notar, seguí mirándola sin tocar la cuchara de lado mío. Era Rosól z kurczaka; caldo de pollo con verduras, garbanzos y arroz. Mi madre lo hacía con frecuencia. 
— ¿Qué pasa? — pregunto la señora Tessia. — ¿No te gusta el pollo? 
— Si, es que sigo sin entender. — Titubee y luego la baje la cabeza, no podía mirarla a los ojos. 
— ¿Entender qué? — Exclamo y me sonrió. Tomo mi mentón con el dorso de su mano. — Jamás bajes la mirada — dijo y me guiño el ojo. Yo asentí, tome la cuchara y comencé a comer. Sentí como si nunca hubiese probado Rosó z kurczaka, me sentí como en la maldita gloria, sin darme cuenta comencé a comer demasiado rápido, dando a notar mi gran hambre. — Norah, sé que tienes hambre, pero si comes más despacio, más comida te cabrá en el estómago.

 

Mis mejillas se enrojecieron de vergüenza y pare de comer — Discúlpeme. — Dije. 
— Y bien — Dijo limpiando su boca con la servilleta de seda. — ¿Ya haz conocido a Fela? — Pregunto. 
Ella me miro y sonrió, yo la mire seria y asentí. — ¿Fela, ya le dijiste porque estás aquí? — pregunto. Fela la miro y luego a mí. 

 

— La mitad de mi familia está muerta — Sentencio y carraspeo su garganta. 
Deje caer la cuchara en el plato. 
— ¿Cómo es que estas viva? — Pregunte. 

 

— Tessia me encontró escondida en un sótano de una Familia cristiana que nos ocultaban, pero los mataron al enterarse, los alemanes me dieron una golpista, me patearon y me azotaron. Ellos me creyeron muerta y me dejaron ahí, gracias al destino, esta gran persona apareció ahí — dijo tomando su mano — ¿Creías que el pueblo judío era el único que estaba sufriendo? — dijo Fela, yo carraspee la garganta, levante una ceja sin importancia.

 

— Vi a soldados nazis salir de la casa de familia cristiana que escondía a Fela y a su familia, cuando ellos se alejaron, yo entre y baje a su sótano, y ahí estaban su madre y su hermana, por desgracia ellas estaban muertas, pero ella no. — Dijo Tessia. — Y mírala aquí — dijo y ambas mirándose una a la otra. Yo seguía mirándolas sin ninguna expresión. 
Tessia me miro. — ¿Nunca sonríes, eh muchacha? — Pregunto, baje la mirada unos segundos, volví a subirla y Titubee unos segundos.
— Supongo que alguna vez lo hice. Solía hacerlo cuando tenía un motivo — Pase saliva. — Ahora no tengo ninguno 
— ¿Cuándo fue la última vez que sonreíste? 
— No lo recuerdo, señora — conteste con fastidio.
— ¿Sabes porque no lo recuerdas? ― Negué con la cabeza. — Porque nunca llegaste a pensar que ese era el último momento en el que sonreirías. Así que no te importó y no lo apreciarse. 
— Con todo respeto, señora... — sentencie. — Yo no sabía que una guerra se aproximaba. — Conteste entre dientes.
— Nadie lo sabíamos. 




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