La Sombra Del Holocausto.

Capítulo 18.

Eran varias las noches en las que soñaba con estar en casa y mi tía Vannia siempre estaba en ellos; Estaba en mi antiguo hogar, pero lo miraba desde otra perspectiva. 
Vannia, con su rojo, corto y ondulado cabello peinado hacia un solo lado, sus ojos color verde agua, y sus labios perfectamente pintados de rojo, su vestido limpio y pulcro. Parada en el umbral de la puerta de mi habitación, se encontraba. 
— ¿Vannia? — pregunte con lágrimas rodar por mis mejillas sentada en la esquina donde Vannia y yo solíamos dormir. — Hola — dijo con su ronca y hermosa voz. 
— No, tu estas muerta — limpie mis lágrimas. — Siempre me haces recordar que ya no estás conmigo. 
— Siempre estoy contigo — Ella se acercó a mí tomando mi mano, se sentía tan real el peso de su mano helada en la mía. — Vamos, no llores. — Dijo limpiando mis lágrimas. 
— Te extraño, eso es todo. 
— Yo también. — sentencio. 
— Vannia... — Murmure — Viniste a decirme algo — chille. 
— Si — afirmó. — Se vienen cosas peores, Norah. — Sentencio. — Prepararte.

— ¿Que? — Murmure confusa.


Agosto, 1942. 

La escena donde me encontraba con Vannia desapareció al abrir los ojos. 
Me quede un rato mirando el techo, me levante de la cama y me dirigí al baño, me saque el camisón del cuerpo y me di una ducha, podía mirar la pequeña cicatriz de mi rodilla, ya no me dolía y no tenía que cojear más, salí de la ducha y seque mi cuerpo, cepille mi cabello y fui hasta mi closet, saque un vestido de terciopelo rojo y me lo puse, Fela acomodaba los pasadores en mi cabello y me delineaba los ojos a la perfección. Salí de la habitación hasta la cocina, era hora de preparar el desayuno mientras la señora Tessia regresaba, puse a calentar agua en una jarra de aluminio para café mientras que Fela ponía la mesa, los gritos, la bulla y los metrallazos se escuchan leve detrás de la ventana de la cocina, pero era ya lo habitual. La puerta se abrió y Fela rápidamente se metió a la cocina, cerró la puerta y miro por la pequeña ventana de la puerta, miro que Tessia entraba sola y salimos de ahí. — Buenos días, chicas. 
— Buenos días. — dijimos al tiempo. 
— ¿Ya está el desayuno? — pregunto con una sonrisa. Yo asentí. 
Cuando la puerta sonó de un golpe fuerte. Rápidamente tome a Fela de la mano y nos dirigimos hasta la cocina la que cerramos, mirábamos desde la ventanilla redonda. La señora Tessia se acomodó el vestido suspiro hondo y camino hasta la puerta, al abrir un hombre de mismo uniforme de Krestschmann, estaba parado frente a la puerta. — ¿Y quién es ese? — Susurre ceñuda. Fela se encogió de hombros sin dejar de mirarlo. — Tenemos que ir a la alacena — dijo jalándome de un brazo. 
— ¡Espera! — dije zafándome de ella. 


— No hablo alemán. — sentencio la señora Tessia con dureza. 
— Buenos Días. — Tradujo el uniformado pasando a la casa. 
— Buenos días. ¿Quién es usted? — pregunto. 
— Thomas Witzland. De la SS. 
— Eso puedo verlo. ¿A que ha venido? — pregunto. 
— He venido por mi propia cuenta. Dicen que ha escondido judíos por meses en su propiedad. — Decía mientras miraba por toda la casa. 
— Es mentira. — Afirmó Tessia — Además, ustedes no puede entrar aquí sin una orden. 
El soldado se acercó a ella bruscamente, tomándola del brazo. 
— ¿A quién trata de engañar señora? ¡Se perfectamente que esconde judíos en su casa! 
— ¡Suélteme, ya le dije que es mentira! — Vocifero. El giro a mirar la mesa.

— ¿Espera a alguien a desayunar? ¿Por qué hay tres platos? 

— ¡Ya le dije que no escondo a nadie!
— Entonces no le importará si reviso la casa. 
— ¡Norah, Vámonos! — exclamo en susurro tirándome del brazo. — No podemos dejar que la maltraten, Fela. 
— Entiende, si salimos a defenderla nos mataran y también a ella. 


— ¡Hágalo, revise toda la casa si quiere! — grito la señora Tessia desde afuera. De repente el soldado soltó a la señora Tessia e iba directo a la escaleras al mismo tiempo que entrábamos al escondite de la alacena, yo trataba de abrir el escondite, pero mis dedos torpes no lograban hacer nada, el nerviosismo de Fela hizo caer unas latas, lo que supuse que el alemán escucho y regreso a la cocina. 
— ¡No! — grito Tessia desde afuera. — En la cocina no hay nada. 
— ¡Quítese! — Bramó después de un golpe sonoro. 
Logre abrir la puerta, al mismo tiempo que la de la cocina se abrió de una patada, logre entrar, pero Fela no, el alemán echando rabia por la boca, tomo a Fela del cabello y la saco de ahí, hasta el comedor. Fela soltaba alaridos con horror, mientras que yo estaba escondida, me decidí a salir, comencé a buscar entre las cosas de la cocina, entre al escondite y me arrodille para ver debajo del catre, metí la mano palpando sin mirar, mis dedos encontraron un bate y salí de ahí, el soldado estaba contra mí , tenía a Fela del cabello contra el suelo y mientras que Tessia estaba desmayada por un lado, tome aire y corrí hacia él, estallando un golpe sonoro contra la sien, este cayo inconsciente al suelo por completo de lado de Fela. Lo patee con fuerza, Fela se levantó y me detuvo, yo la empuje y Fela cayó asustada en el suelo, con la respiración hasta el borde, mire al hombre cual sangraba de la cabeza y los oídos, de pronto todo se detuvo, solo escuchaba la respiración de Fela.




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