La Sombra Del Holocausto.

Capítulo 24.

Tal vez en ese momento me estaba viendo ingrata, porque no me lancé a su cuerpo con dramatismo y fuertes sollozos, no lo sentí necesario. Lo que si sentía sin poder negar era una profunda tristeza y ganas de salir corriendo con locura a un buscar a alguien más igual como era aquella mujer, que sin conocerme me ofreció su hogar y ser parte de su familia, aprendí con el tiempo a quererla y admirarla por lo que era; una gran mujer. 
Mi cabeza seguía pegada a su pecho, se escuchaba un silencio profundo, tanto que podía escuchar mi sangre viajar por mi cuerpo, sentí que si seguía escuchando aquel aterrador y perturbador  silencio, probablemente enloqueciera, pero no hice ningún movimiento, mis lágrimas viajaban rápido al ser pesadas, las mismas seguían mojando su ropa, de pronto unos pasos aproximándose mataron el silencio, Fela entro corriendo y al mírame llorar en su pecho, ella parada en el umbral comenzó a palidecer del rostro, este mismo comenzó a retorcerse y sin más ella soltó un grito de tristeza y miedo juntos, seguido de caer al suelo en sus rodillas, rápido me levante y camine hasta donde estaba ella, la tome por los hombros e intente abrazarla. 
— ¡No puede estar pasando! — grito. 
— Calma.
— ¡Ella sólo está dormida! — dijo con lágrimas en los ojos engañando a sí misma.

Llorando la mire y negué con la cabeza. Ella se levantó del suelo y camino hasta Tessia donde se dejó caer de lado de la cama, posó la cabeza en su cuello.

— ¡No te puedes morir! — Grito mientras se estremecería en su cuerpo muerto. — ¡Me quedare sola otra vez! — Ella enderezó la cabeza para enfrentarla — ¡Tú Sabes que odio estar sola!— Grito.
— No estás sola — Interrumpí. Ella de un arranque giro a mirarme. — ¡Si lo estoy! Porque cuando tu decidas huir, no vas a incluirme y me quedare aquí pudriéndome de soledad.

Yo de igual manera me levante y la tome por el cuello.
— ¡Claro que no! — Grite. — Estamos juntas en esto, ahora solo somos tu y yo, y jamás me voy a separar de ti, a partir de hoy seremos como hermanas.

Con el llanto en sus ojos verdes me abrazo con fuerza — Yo quería a esa mujer más que a nada — dijo en mi hombro.
— Yo también la quise.
— ¿Que vamos hacer con ella? — se separó de mí.
— Lo que ella nos dijo que quería... —Sentencie.

— ¿Que? 
— Dejarla aquí e irnos — Demande mientras ella me miraba con desdén — Sé que suena duro pero...
— ¡Olvídalo, Norah! — Grito — No la dejaré aquí.

— Ya está muerta — Dije con dureza — Ya no puedes hacer nada. 
— Pero...
— ¡Si nos quedamos aquí nos mataran! — Grite.

Sus lágrimas pararon, limpio sus mejillas y suspiro mientras trataba de calmarse.
— Seríamos ingratas.
— No, no lo seríamos, eso es lo que ella quería, quería que viviéramos y no nos detuviéramos por ella.

Ella me miro.

— ¿Qué vamos hacer? — Grito.
— Tessia dijo que Kretschmann nos iba a ayudar, ¡El me lo prometió!

Ella inhalo y exhalo, dio un suspiro y luego fue con Tessia, de nuevo comenzó a llorar.

— Solo tenemos que esperar a que el venga — Demande mientras ella seguía acariciándole el cabello y llorando a su costado, yo camine hasta la entrada y salí hasta mi habitación, donde me lancé a la cama a llorar descontroladamente contra la almohada hasta quedarme dormida.

Cuando desperté, el día se había ido, tenía una jaqueca que los mil demonios y sentía el rostro y los ojos hinchados, por un momento llegue a pensar que quizá solo fue un sueño, cuando mi cabeza recordó todo aquello que era real, otra vez comencé a llorar sin hacer ningún ruido y maldecir ese momento, salí hasta el baño, me incline frente el lavamanos y moje mis rostro, me enderece y ahí estaba mi reflejo en el espejo, efectivamente, mis ojos estaban hinchados, el delineador en ellos se había corrido de tanto llorar y mis rostro enrojecido, pase la toalla y lo seque, limpie el delineador corrido, y mientras salía del baño no podía dejar de pensar en Kretschmann.

Salí hasta el pasillo buscando a Fela.
— ¡Fela! ― la llame mientras caminaba por el gran pasillo. Me detuve en la habitación de Tessia, la puerta estaba entre abierta, la termine de abrir, y ahí estaba ella, se había quedado dormida en su costado con la cabeza recargada en la esquina de la cama, camine hasta donde estaba ella, la tome del hombro y ella salto de susto, y me miro.
— Salgamos de aquí. — sentencie.

Ella giro a mirar a Tessia y comenzó de nuevo a soltar lágrimas, negó con la cabeza.

— Si, tienes que comer — Ordene — Ven, te ayudo ― La ayude a levantarse y ella se apoyó en mí, la tome del hombro y salimos de ahí, no sin antes cubrir el rostro a Tessia con la sabana delgada, bajamos las escaleras hasta el comedor, donde ayude a Fela a sentarse, camine hasta la cocina donde calenté café, cuando salí de la cocina con la tasa en la mano, Fela estaba sentada en una esquina de la habitación, llorando de nuevo, puse la tasa en la mesa y camine hasta ella, me arrodille para quedar frente a ella. Trague saliva.




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