Capítulo 26.
20 de Agosto, 1942.
Aún no podía creer que iba tomada por el brazo con un hombre, blanco, castaño bien pulido con su traje de militar de gala, no dije nada ni me resistí solo iba caminando sin mirar a ningún lado dándome cuenta que él me había engañado, me mintió y me traicionó. Recordé la noche pasada cuando beso mi frente me miro a los ojos y me lo prometió, en ese instante ni siquiera pude ver quién era el hombre que nos había mandado a un lugar que no conocía, aun seguía llorando mientras caminaba donde él nos dirigía, Fela estaba de lado mío, ella giro a mirarme, pero yo no, seguía con la mirada hacia el frente.
— ¿A dónde vamos? — Le pregunte, apenas podía hablar.
El, incómodo, carraspeo su nariz y pensó su respuesta.
— A la estación de trenes — Contesto.
Yo cerré los ojos apretándolos fuertemente.
— ¿Vas a matarnos? — Pregunto entre lágrimas Fela.
— No si me obedeces — de pronto su tono de voz comenzó a reforzarse, de sentirnos compasión este hombre comenzó a apretarme del hombro, y solté un gemido de dolor. Caminaba mientras la estación de trenes comenzaba a apreciarse en el camino, mis recuerdos de la última vez que estuve ahí, regresaron, rápidamente pensé en escapar de nuevo mientras el dolor de la presión que el hacía en mi hombro deje de prestarle atención.
Cuando puse un paso frente de la estación caminamos de lado de las vías del tren, que estaban vacías todavía, la estación estaba repleta con banderines nazis, e infestada de personas con valijas, otras lloraban, otras gritaban y otras simplemente estaban parados frente las vías del tren esperando a que este apareciera. El oficial llamado Alaric, nos soltó del hombro a Fela y a mí.
— Pronto vendrá el tren. Quédense aquí — dijo acomodándose su uniforme de gala, dio media vuelta.
— Tengo hambre — dijo Fela.
— En el tren habrá comida y agua ― Dijo un sujeto de lado mío.
Eso fue exactamente lo que había escuchado la primera vez que estuve ahi, era mentira, no habría comida ni agua allá adentro, si Fela tan solo supiera que eran vagones de carga, para animales, maldije muy en mi interior, estaba mirando por toda la estación y las personas caminaban de allá para acá, podía jurar que habían más personas en la estación como aquella vez, mire hacia adelante, atrás y para ambos lados, solo había un policía nazi en cada entrada de la estación, sería fácil escapar, seguía pensando en cómo salir de alli, cuando una silueta más alta que yo se acercó de lado mío.
— Ni siquiera lo pienses — Dijo Kretschmann con esa voz que hacían que mis sentidos se distorsionaran, apareciendo de pronto, con su pálido color en su piel, gire el cuello a mirarlo, subí la mirada para enfrentarlo, no le dije nada y seguí mirando a lado contrario.
— Eres un maldito — Murmure del otro lado. Kretschmann no dijo nada y solo bajo la mirada yo gire otra vez a mirarlo, y baje hasta sus manos, en ellas tenía una valija en cada mano.
— ¿Qué es eso? — pregunto Fela mirando las valijas.
— Son sus pertenencias — dijo y me ofreció la maleta, Fela la tomó, yo seguía mirándolo con la mano estirada.
— No quiero nada que venga de usted — Arrugue la boca y le dije con firmeza, di media vuelta y camine de lado contrario dejándolo con la mano estirada.
Caminaba lentamente y miraba a dos personas jóvenes despidiéndose con un apasionado beso, mis ojos se cristalizaron y seguí caminando, una bulla de personas se juntó con disturbio, un oficial con pistola en mano, se acercaba desde lejos, la inercia me hizo que me detuviera a mirar lo que pasaba desde donde estaba, mire el rostro rápidamente de un chico, me estremecí al verlo y el aire en mis pulmones se escapó un segundo, creí que mis ojos me engañaban, entrecerré los ojos para verlo mejor, y no era una alucinación, corrí hasta el disturbio, y mis ojos aun no podían creer a quien veían, Max estaba imponiéndose frente a un oficial con pistola en mano apuntándole al pecho, trate de pasar por las personas, de pronto, este le soltó un cachazo en la boca, seguido de patearlo en el estómago, Max se dobló del dolor , cuando el oficial lo empujo y cayó al suelo. El policía cortó cartucho y estaba listo para dispararle — ¡No! — empuje a varias personas para llegar a él, me hinque entre Max y el.
— ¡Quítate de ahí judía! — Grito mientras ahora era a mi quien me apuntaba —Este pobre hijo de puta sigue retándome diciendo que no subirá al tren.
— ¡No subiré! — Grito con sangre en la boca, recuperando en aire perdido.
— ¡Por Yahvé, Max! — Gire a mirarlo — ¡Cállate! — Grite. Regrese a mirar al policía.
— Subirá, señor se lo aseguro, pero por favor no le haga nada mas — suplique.
El sonrío y se guardó su arma bajo el saco, y dio una ligera patada en un tobillo, y se fue.