La Sombra Del Holocausto.

Capítulo 31.

 


En el momento que él me sostenía del brazo haciendo presión otra vez, salimos del cuarto, Kurt miraba para todos los lados posibles siendo cauteloso.

-Tienes que entender porque me comportó indiferente contigo cuando estoy cerca de iguales a mí. No quiero que me pase nada. 

«Vaya, que egoísta» 

— Si me sucede algo, ya no podre cuidarte...ni verte.

Mejor deje de pensar y caminábamos por un camino con una ruta de subida hasta una colina, esta estaba delineada por barreras de alambre — Me matarían si se enteran que todo este tiempo te he ayudado, a ti también ¡Ni siquiera quiero pensarlo!

Caminar hasta una colina de inclinada siempre ha sido difícil, me sentía cansada y las plantas de los pies me ardían, trate de pararme a tomar aire pero él no dejaba de jalarme y caminar hasta arriba, jale mi brazo de su mano y me detuve, estaba por apoyarme en una barra de alambre, de un golpe Kurt lo impidió — Están electrificadas— dijo mientras los oídos me zumbaban. Me tomo de nuevo del brazo y subimos hasta la colina, donde había otro campo con casas de madera vieja, este era más pequeño. Ahí las mujeres desnudas habían sido separadas de otras que estaban vestidas igual a mí, trate de localizar a Fela mirando de un lado al otro — Ve a formarte con las mujeres vestidas y ofrécete de ayuda — sentencio mientras no dejaba de mirar a su alrededor, como cuidándose la espalda. 

— ¿Qué? 

De pronto Fela se hizo presente en mi mirada y me forme de lado suyo, del otro lado está la pequeña con su madre de la mano, me di cuenta que ella también tenía el cabello escondido detrás de un gorro. El de ella nunca fue tan largo así que supuse que solo cortaron un poco. De pronto se llevaron a latigazos a las mujeres que han desnudado, caminaban hasta meterlas a un cuarto con una salida larga y ancha por arriba del techo.

Un comandante se acercó con uniforme de gala y una fusta en una mano, Kurt y Alaric lo saludaron como se debe, se dirigió a nosotras y caminaba por nuestro frente, comenzó a hablar en alemán, mientras que Kurt nos traducía a polaco.

— Judíos de oro — dijo Kurt.

Mientras que el comandante seguía hablando.
— Se encargarán de recibir a los nuevos, retirarán sus pertenencias y las pondrán en esas dos barracas — dijo señalando con el dedo índice. Había dos barracas próximas a las vías del tren que se según Kretschmann era solamente empleadas para almacenar las pertenencias de nosotros los prisioneros
— También apilaran sus ropas ahí mismo 

Una gran pila de prendas, la cantidad de ropa era tremenda, jamás había visto tanta en mi vida, Arquee la ceja en expresión.

— Algunas de ustedes se encargarán de la cocina, otras del aseo en todo el campo, otras tendrán que arrastrar a los muertos hasta la fosa y tendrán que revisar los cuerpos, quitando cualquier objeto de valor; Anillos, collares, relojes, cadenas y me los entregaran. 

Cuerpos.
Esa palabra resonaba fuerte en mi cabeza, quería decir que a esas mujeres desnudas que se llevaban era para asesinarlas y nunca volverlas a ver. — ¿Quién de ustedes sabe cocinar? — Pregunto mirándome con cautela.

— Yo...— dije nerviosa. El hombre se acercó a mí junto con Kurt. El hombre comenzó a hablar de nuevo y Kurt traducía. 

— ¿Tienes hijos? 

— No.

— Te quedas. 

— Yo también se cocinar y hacer el aseo. — dijo Fela.

— Te quedas también.

— ¿Alguna de ustedes es dentista? — Pregunto. Una chica del otro lado levanto la mano. 
— Estaba en mi último año de odontología, señor — dijo con miedo en su tono.

— Te encargarán de sacarles los dientes de oro a los cuerpos — sentencio colocando sus manos hacia atrás. 

Eso cada vez me sorprendía más, si me asignaban esto último, pensé que no era la primera vez que robaba a un cadáver, pero de igual manera era un acto sucio. — ¿Que van a darnos a cambio? — grito una chica.

El comandante hablo y Kurt tradujo con una sonrisa.

— Vivir. — dijo seco. — Si obedecen, nada les sucederá, tendrán comida y un techo donde dormirán ¿Qué más pueden pedir?

-¿Y si me rehusó? - contesto la chica.

El comandante cargo la escopeta, sonaron cuatro balazos, lo mismos entraron en su frente y ojos, haciendo salpicar de sangre a la sien de la mujer de alado, esta cayó cual muñeco de trapo. Todas gritaron, menos yo, mire la expresión de Kurt, apretaba los ojos. 
De igual manera apreté los ojos y los abrí de nuevo. Él nos miró, bajando su escopeta hasta el suelo. — Ya tienen trabajo que hacer — Tradujo señalando a la chica, dio media vuelta y se retiró junto con Kurt, cuando estos se fueron Wilm entra en su lugar pasándose de lado de Alaric.

Éramos aproximadamente ochenta mujeres, contando ancianas, mujeres maduras, niñas y jovencitas— Ustedes, se van a la fosa y llévese esto. — dijo Wilm, pateando la cabeza de la chica muerta




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