La Sombra Del Holocausto.

Capítulo 51.

Los ardientes rayos del sol estaban quemándome el rostro. Desperté de un gesto, abrí los ojos con dificultad, me quede sentada y estire todo el cuerpo dando un quejido de lo mal que dormí, mis ojos se desviaron a mirar al chico del día anterior no estaba en su lugar, su cobija estaba vacía, pero escuchaba sus sollozos desdé lejos, me levante con cautela, mire a la chica que traía en brazos. Di unos pasos para acercarme a ella, estaba muerta, supuse que murió por la noche, sabía a la perfección pues tenía la apariencia de un muerto. Con los ojos abiertos y la piel amarilla. Su tronco estaba completamente lleno de sangre, sangre seca, con uno que otro coágulo saliendo por ahí, di un gesto de desdén, seguía escuchando al chico llorar, di un suspiro de compasión. Sabía por lo que estaba pasando. Di una patada leve a los pies del todavía dormido Alaric, este dio un salto, se levantó con rapidez y me miro desde abajo con un gesto en la cara, hice un ademan con la cabeza al chico, luego a su hermana. Alaric los miro a ambos, cerró los ojos y dio un gesto de tristeza, di vuelta a buscar al chico, estaba hincado con las rodillas dobladas y su cabeza pegada a estas, me puse en cuclillas cerca de él.
El giro a mirarme paro su llanto en seco y desdoblo las rodillas. Pude escuchar como trago saliva amargamente para hablarme 
— ¿Qué? — Pregunto evadiendo sus lágrimas. Él no se dio cuenta que estaba mirándolo llorar desde hace un rato.
Suspire, apreté los ojos y tome su hombro. Me sentía triste por él. — Oye... — Susurrante y titubeante comencé a hablar, pero no tenía las palabras para consolarlo, nadie me dijo una palabra de consuelo cuando Vannia murió frente mío. Así que trate de pensar lo que me hubiera gustado escuchar en ese momento. — Se por lo que estás pasando. 
— ¿De qué hablas? — Cuestionó evasivo sin mirarme, esta vez.

— hacer eso no lograrás nada. — Dije

— ¿Hacer qué?

Di una bocanada de aire y solté su hombro.

— Evadir. Eso no hará que tu hermana vuelva, ya he pasado por esto, por muchas muertes, créeme se lo que se siente.

El chico comenzó a gimotear y giro a mirarme. —... Pero no es momento de lamentarse y tirarse al suelo a llorar, tienes que seguir para sobrevivir. 
El chico seguía llorando, tome su brazo, acto que hizo mirarme. — ¿Quieres un abrazo, Krzysztof? — Por fin recordé su nombre. El niego con la cabeza y entonces me levante. — Es hora de irnos.

— No quiero ir a ningún lado sin mi hermana.

— Bien. No vamos a cargar con nadie. — Sentencio Alaric detrás mío, gire y me entrego el fusil, seguido lo colgué en la espalda. — A la fuerza no. ¿Quieres quedarte aquí solo, sin un arma con que defenderte? 
— ¿Cuál es la diferencia entre quedarme aquí e ir con ustedes? De cualquier forma me voy a morir.

Alaric dio una bocanada de aire y siguió. 
— Tu hermana está muerta. ¿Lo Entiendes, niño? Ella no va a volver, si vienes con nosotros al menos tendrás protección, entre más seamos es mejor.

Sus palabras hicieron que el chico se molestara e entristeciera al mismo tiempo, sentí un nudo en la garganta, entonces recordé lo mal que se siente que te digan. »Ella no va volver, está muerta«

Carraspee la garganta y dije; — Oye... Krzysztof, sé que lo que te está diciendo es duro, pero tienes que entenderlo. Sé que piensas que no podrás tu solo, y no es verdad, mírame, perdí a toda mi familia pero sigo aquí. Tú harás lo mismo, lo superaras. Pero primero tienes que levantarte. — Casi rogándole el chico limpio sus lágrimas de nuevo. Me sorprendió mi actitud, esa actitud que hace tiempo no tenía. Aún conservaba mi lado humano, era sorpréndete, mientras que la actitud y las palabras de Alaric me dejaron atónita pero no lo di a notar.

— Ahora te preguntaré de nuevo. ¿Quieres quedarte? — dijo duro.

El negó con la cabeza. — Entonces levántate y se un hombre, Norah, dale el arma. — Ordenó, lo mire ceñuda. — Es mi arma. — conteste.

— Tienes ahora un fusil. Dásela. — susurro.

Tenía la revolver alrededor de la pierna con una tira de tela. Estaba rotundamente segura en que no iba a dársela. — Esa arma es mía con ella mate a Wilm Goldschmidt y no voy a dársela. — Ordene.

— ¡Carajo! — Exclamo en susurro y giro hacia el chico. — Te conseguiremos un arma...Ah... pronto. — Dijo sonriendo con falsedad. Di una carcajada por lo bajo y di media vuelta.

Alaric dio un aplauso y sonrió de nuevo. 
— Andando.

Estire mi mano para ayudarlo, en la recibió.

El silencio y Soledad que se apreciaba era algo demasiado increíble, no había autos, no había casas ni animales, simplemente una carretera y tierra y árboles en todos lados.

Podía escuchar los leves Lloriqueos de Krzysztof que caminaba de tras mío. Alaric giro a mirarme, caminaba a su lado y me dio un codazo, sonreí sin ganas de hacerlo y seguí metida en mis pensamientos. 
— ¿Que vamos a hacer con el chico? — Pregunto de repente. 
— Tú eres el que quería traerlo. — Conteste.




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