La Sombra Del Holocausto.

Capítulo 52.

La mujer rubia y de ojos grises con el nombre de Luka, era enfermera y tenía veintinueve años, el chico de tez morena, Jozef, de veintidós, y antes de la guerra era universitario, y la castaña, Irenka de veintiséis apenas estaba en su inicio de su carrera de pianista. Me sentía avergonzada porque yo no tenía una carrera profesional, pero no fue culpa mía, a mí me hubiera gustado enormemente estudiar artes o literatura, realmente no me había puesto a pensar en eso, simplemente en ese tiempo no se pensaba demasiado, solo se hacían las cosas de golpe y por instinto. Krzysztof se estaba acostumbrando a nosotros, por fin tuvo su propia revolver y aprendió rápido a usarla. Los nuevos, por otro lado, seguían un poco tímidos y excluidos. Todavía no nos habíamos topado o tenido algún enfrentamiento con nazis, Alaric decía que no había que confiarnos, algún día pasaría y teníamos que matarlos, tenía miedo, enfrentarme a ellos o que alguien me disparara y muriera sin volver a ver a Kurt.

» ¿Dónde está? ¿Estará vivo? «

Me molestaba demasiado el no poder saber nada de él, lo pensaba todo el tiempo por el temor de olvidar como era su rostro, su cuerpo y la sonrisa que era tan escasa, pero cuando lo hacía me iluminaba toda mi alma.

Caminar, caminar y más caminar, cada casa o granja que veíamos en el camino, solíamos robarles comida, pero estábamos cansados y necesitábamos donde quedarnos.

El suelo raspaba las plantas de mis cansados pies, el sol no era tan fuerte pero si el suficiente para hacerme sudar como un cerdo, mi cuerpo estaba pegajoso y sucio, ya debería haberme acostumbrado que mi cuerpo tuviera ese aspecto. 
— Estoy cansada. — Dijo Luka detrás de mí.

—Si, genial, no eres la única. — Conteste.

Era algo obvio que todos nosotros teníamos un hambre voraz y los quejidos de los nuevos comenzaban a hacerme rabiar. Tal parece que esos chicos hubieran preferido quedarse en el campo. — ¿Hace cuánto que no comemos? — Pregunto Jozef.

Vaya pregunta, otra vez había perdido la cuenta de cuantos días llevábamos caminado. ¿Tres, cuatro? con sinceridad podía decir que no lo sabía.

—No tengo idea. — Dije. Alaric se detuvo.

—Ya cállense. — Escarmentó Alaric en tono autoritario. — Dejen de quejarse, nadie los obligó a venir con nosotros, fue su decisión y si no les parece pueden largarse cuando ustedes lo quieran.

Los tres chicos bajaron la cabeza. — Es que no es el camino correcto. — Dijo Luka

— Claro que sí. — Contradije.
— ¡Que no! — Grito.

— ¿Cómo sabes que no lo es? — Grite con agresividad.
— ¿Y tú como sabes que si lo es? — Pregunto de la misma forma. 
—Tengo razón. Así que vuelve a tu puesto y camina.

Camino hasta a mí, estábamos una frente a la otra lanzado nos miradas asesinas. — ¿Me estas ordenando acaso? — Yo me quede en silencio y seguía mirándola. De pronto soltó una carcajada. —Eres patética. — Después me dio un empujón, lo cual hizo que me enfureciera, seguido me dio otro empujón que termino con mis estribos. Me deje ir contra de ella, la tire al suelo y la tome del poco cabello que tenía.

— ¡Basta! — Grito Krzysztof. 
— ¡Norah! — Escuche la voz grave de Alaric de fondo.

Estaba propinándole unas buenas bofetadas, Mientras que ella sólo trataba de zafarse dando manotazos al aire, ella no logro darme ni un rasguño. Mis mejillas ardían mientras ahora azotaba su cabeza contra el suelo terroso. 
Las manos de Alaric me rodearon la cintura y me separaron de ella. Irenka ayudo a levantarla y sangraba de la nariz. — ¡Ya basta, no podemos seguir peleando entre nosotros! — Alardeo Alaric en mi oído lastimándome. — Y menos entre ustedes. ¿No lo Entienden? Son iguales, vienen huyendo de lo mismo.

— ¡Yo no soy igual a esta pérdida! — Grito.

— ¡Vete a la mierda! — conteste.

—Creo que ya basta. — Bufo Alaric.

— ¡Ya Suéltame! — Grite jadeante y trataba de zafarme de él. —Norah... — Dijo con severidad. Deje de forcejear con él y por fin me soltó, me incline y levante mi arma que se había caído del suelo.

— Ya basta Luka, caminaras al frente. — Ordenó Alaric.

— ¿Qué? No puedes ordenarme nada.

— ¡Claro que puedo! Si no ya sabes que hacer. — Luka aun jadeante, bajo un poco de tono.

— Pero... 
— Desde ahora, yo y Norah somos los que mandan y nos obedecerán— Soltó un suspiro. — Si quieren sobrevivir, comer, beber agua y tener abrigos lo harán y quien no lo repito se puede largar.

— ¿De acuerdo? — Pregunto.

— Estamos de acuerdo. — Chillo Krzysztof con la voz temblorosa y los ojos llorosos.

Mi respiración se clamaba poco a poco, Krzysztof se enganchó a mi brazo y caminamos atrás de los nuevos, limpie el sudor de mi frente y me colgué el fusil en la espalda. — Sí que eres una chica ruda. — Dijo Krzysztof soltando mi brazo. Levante la cara, lo mire avergonzada y suspire.




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