La Sombra Del Holocausto.

Capítulo 55.


Mi alma volvió a mi cuerpo, mi sonrisa permanecía intacta, nadie podía arruinarme aquel momento. Había oído hablar de las coincidencias, realmente nunca les tuve fe, aun así pensaba lo increíble que fue el haberme reencontrado con él. Me separé de él y mi cuerpo sintió su ausencia de nuevo pero no de la misma forma, lo único que hice fue mirar hacia arriba y agradecer a Yahvé. Lo próximo que sentí fue a un desesperado chico por besarme, chocar sus labios con los míos y hacer se ellos un beso largo, tierno y sin ningún morbo. Sentí el cálido sabor de su sangre saliendo por su labio, hasta recorrer el mío. La temperatura de mi cuerpo dejo de ser congelada y volvió por un pequeño instante a ser cálida.

Lleve mis palmas a su rostro, sus manos buscaron las mías, me separó y beso mis manos, dio un gran suspiro. —Ya te encontré. — Contesto apenas con voz ronca y entrecortada, volví a acariciar su mejilla. Mire hacia atrás y di paso para que Alaric se acercara, apareció de lado mío, me aparte unos centímetros, lo siguiente; Alaric abrazo como nunca a Kurt, en un abrazo largo, dijeron unas palabras en alemán y se separaron los sostuvo de los hombros, y con el rostro lleno de inseguridad y la voz llorosa pregunto; — ¿Y Fela?

La pregunta que estaba revoloteando por mi cabeza ya hace tiempo.

Los ojos rojizos de Kurt me miraron seguido de un ceño rizado, volvió la atención al desesperado y ansioso Alaric. El comenzó a negar con la cabeza confundida pero sus labios rotos y lastimados no decían nada, De los ojos del castaño comenzaron a salir lágrimas. — ¿No qué? — Pregunto Alaric con la voz la rota. 
— Creí que ella había huido contigo. — Su aterciopelada voz salió con las precisas palabras que no quería escuchar.

— Así fue, pero...— El dolor de recordarla me causó un nudo en la garganta y me detuve.

— Lo siento. — Dijo Kurt. 

Alaric trago saliva y amargamente sonrió con los ojos mojados lo soltó y dio un paso atrás. Kurt comenzó a buscar con los ojos entre lo demás, frunció el ceño giro a mirarnos y pregunto:

— ¿Dónde está Ruth?

Apreté los ojos, me punzó el vientre, ahora yo era la que tragaba saliva con el nudo en la garganta como si estuvieran asfixiándome. Tome aire y lo solté en un suspiro doloroso, todo mi alrededor y en mi atmósfera era dolor y una taciturna amargura. » ¿Por qué tuviste que recordármelo? « Camine hacia él, el silencio se volvía más incómodo acompañado de los susurros de los demás. Entrelace mis dedos con los suyos y lo mire, sentí frio mi sudor y no dejaba de molestarme mi punzante vientre. No pude sostenerle la mirada por mucho tiempo e hice lo que nunca puede superar; bajar la mirada hasta el suelo y sentirme inferior. 
Carraspee la garganta para no llorar, su brazo se levantó a la altura de mi nuca que la toco y la llevo hasta tocar sus labios con mi frente la cual beso en un beso profundo, largo y consolador, sentí su suspiro chocar contra la misma y me abrazo.

— Se fue.

—Tranquila. — Dijo quebrado y lloroso.

— Ahora tú serás el jefe. — Manifestó Alaric para en la esquina. — Yo ya estoy cansado.

— ¿Qué? — Pregunto Luka perpleja. 
— Lo que oíste. — Dijo Alaric. — ¿A caso no te quedo claro?

— ¡Es un alemán! — Grito aun con ese tono y expresión de perplejidad.

— ¿Y?— Bramó. — ¡Yo también lo era! Y aun así siguieron mis órdenes. Ya sabes lo que debes hacer si algo no te parece Luka.

— Pues esta vez te tomaré la palabra Alaric. Me voy.

Alaric levanto una ceja sin importancia mientras se metía un mondadientes en la boca. — Muy bien. Solo que te vas como llegaste. —

— Sin nada. — Intervine.

— ¿Qué?

— Norah, dile. — Dijo Alaric jugando con el mondadientes en la boca.

— Dejas la navaja, el fusil que llevas cargando y ese lindo abrigo que robamos para que tu cuerpo no sufriera de hipotermia.

—Pero...

— Tus guantes, el calzado y el ánfora de agua. 
— Estas demente. — Bramó frente mi rostro. — No voy a dejar nada, ¡Son mis cosas! — Grito. Esta vez di un respiro y conteste con tranquilidad. 
— No son tus cosas, Luka. Alaric y yo las robamos para todos. Si te vas, te vas sin nada. Las puertas están abiertas para ti, Luka, eres perfectamente libre de ser e ir a donde te plazca.

— Aunque por mi opinión es bastante importuno irse así como así y más sola. — Dijo Kurt 

— No te metas en esto, Nazi.

La sangre me hervía, le di un empujón y ella dio pasos hacia atrás

— Lo hace porque puede, estúpida.

Luka giro a mirarlo en el instante que se paraba detrás de mí.

— Es bastante irreverente y malagradecido de tu parte irte de un lugar donde tienes protección, techo y comida a cambio de nada, por la simple razón de no querer que yo esté aquí. ¿Pero te digo algo, mujer? Es más fácil que tú te vayas de esta resistencia porque yo de aquí no me moveré, no mientras ella y este hombre estén aquí. — Kurt posó sus manos en mis hombros. — Así que sí. Eres libre de irte, pero bajo las condiciones que ya te han dado.




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