El führer murió...o eso parecía.
La noticia apenas había llegado a mis odios y espere por mucho tiempo el escuchar aquellas palabras que hicieron que sonriera sin ganas. Adolf Hitler por fin había muerto después de tanto daño que hizo a todas esas personas, mi alma había dado un pequeño descanso, al saber que había muerto, apreté los ojos y fui directo a impactar mi cuerpo contra el de Kurt, en un abrazo en el que pude sentir un largo suspiro que soltó, sin embargo la guerra aun no cesaba.
Pude aprender muchas cosas en lo que llevaba de esconderme, aprendí a usar un arma con más facilidad, hace tiempo que había dejado un lado la vergüenza y la sensibilidad hacia otro ser humano, aprendí un poco inglés, Kurt me hacía que escribiera en las paredes desgastadas con pedazos de carbón. No tenía la certeza de saber para qué quería que aprendiera aquel idioma que en lo que a mí respecta era bastante difícil para mí, aun podía escuchar mi acento polaco, la pronunciación era difícil, tan difícil que mi lengua solía trabarse, la casa en ruinas tenía un desván en condiciones más o menos buenas, era más cálido e Irenka dormía ahí, yo dormía en el suelo entrelazado mis piernas con las de él y su aliento pegaba en mi frente mientras que enteraba mis dedos en su cabello.
Ahora que el führer ya no existía, teníamos que hacer algo al respecto sobre el poder salir sin que no nos hicieran nada, aun Polonia seguía ocupada, pero con sinceridad no tenía idea si seguíamos en Polonia, pero de todas maneras no podíamos ser vistos, y no podía soportarlo más, ya había soportado muchísimo y a veces tenia esas malditas e inconmensurables ganas de llorar de rabia y romper cualquier cosa, las preguntas sin repuesta mi cabeza volvían a invadir. Ya no quería seguir escondida, no podía soportar los berridos de un bebé todo el tiempo, Irenka solía tapar su rostro para que no se escucharán, no podía soportar las lágrimas de Alaric, quería hacer algo por él, pero mis estaba atada de manos y pies de impotencia y el tono autoritario que Kurt que de vez en cuando usaba conmigo comenzaba a fastidiarme.
Me levante de suelo con un pedazo de pan, camine hasta donde Alaric, él había acostumbrado a arrinconarse, me hinque frente a él y se lo ofrecí. El negó con la cabeza y deje soltar aire molesta. Intente de nuevo y volvió rechazarme — Por favor, Norah... — Titubeó Alaric y trago saliva — No quiero comer.
— Tienes que comer. — Ordene con preocupación en mi voz, era tan fuerte mi preocupación que levante la mano un poco más, casi metiéndole el pan a la boca a la fuerza. — Estás muy delgado.
El suspiro. — Sucede que no quiero pan, no tengo hambre, cómelo tú.
Me sacudí el cabello, mire a Kurt y este se encogió de hombre. Gire de nuevo con él. — Por favor, Alaric. — suplique. — No me hagas meterte el pan a la boca. ¡Come!
El levanto la cara, mire sus ojos marrones apuntó de estallar en lágrimas, y la boca retorcida en medio de esa tupida y desordenada barba, se puso de pie y camino hasta el otro lado del lugar, comenzó a cargar un costal de tela con ropa y una ánfora de agua. Fruncí el ceño y rodaba los ojos a la vez. — ¿Y ahora que estás haciendo? — Cuestione, Kurt dejo lo que hacía y se acercó a mí. — ¿Qué haces, Alaric? — Pregunto Kurt.
― Me voy. — dijo con frialdad y sin mirarnos. Kurt y yo nos miramos ceñudos, tartamudee del temor que me provocaron sus palabras. — ¿Qué cosa? — Vocifere incrédula. ― ¿A dónde?
El trago saliva y limpio sus lágrimas.
— Regresaré a buscarla.
Mis ojos se abrieron hasta el tope, fruncí la frente incrédula y camine hasta donde él estaba. — No, no puedes― Dije en voz alta. — ¡No puedes! — Grito Kurt asustado. — ¿Estás loco?
Alaric se puso de pie, lo mire, el a mí y seguido a Kurt. — Necesito hacerlo.
― Estas precipitando las cosas, ni siquiera este pensado con claridad, vas a echar a perder todo lo que hemos recorrido. No puedes regresar — dije con la voz temblorosa, apunto de llorar.
— Amigo, sabemos que te duele que Fela no esté a tu lado, pero no puedes hacer nada al respecto. — Dijo Kurt. — Y yéndote no vas a lograr nada.
— Encontrarla. — dijo lloroso.
— ¿Y realmente estas seguro de eso? — pregunto Kurt con una ceja arqueada y su sien palpitaba. Alaric se quedó en silencio.
Sentí un maldito dolor en la garganta, trague saliva amarga y suspire.
― No te puedes ir. —Manifesté llorando y con la voz quebrada casi ordenándoselo.
― ¿Por qué no? —Pregunto desesperado.
― No dejaremos que te vayas― Dijo Kurt con un hilo de voz.
— No pueden retenerme. — Contesto Alaric terminando de empacar y se colgó el costal en un hombro. Mis ojos comenzaron a mojarse, hasta que cayó la primera lágrima, baje la mirada, mire el suelo quebradizo y subí a enfrentarlo.
— No te puedes ir por qué sucede que eres mi mejor amigo. ― Solloce frente a él, el embozo una sonrisa dolorosa, dejo caer el costal, corrió hacia a mí con los brazos abiertos y me levanto en sus brazos.