Capítulo 7: Alianzas y Traiciones

La mañana siguiente se alzó sobre el horizonte con una luz tenue que apenas desafiaba las sombras que parecían haber oscurecido el palacio. Isabella se despertó con la mente llena de inquietudes, recordando las conversaciones de la noche anterior y la presión que se acumulaba a su alrededor como una tormenta inminente. Mientras se vestía, el peso de sus decisiones comenzaba a asentarse en su corazón; sabía que debía actuar, no solo por ella, sino por el legado de su familia.

Descendió hacia el comedor, donde su madre ya estaba; la condesa, con su rostro impasible, estaba revisando documentos que la mantenían atrapada en su mundo de compromisos y decisiones estratégicas.

—Buenos días, Isabella. —La condesa levantó la vista, su expresión cargada de seriedad—. Necesitamos ser más astutas que los Davenport. Quiero que hablemos sobre cómo proceder con ellos.

Con un suspiro silencioso, Isabella se sentó y se preparó para la conversación que indudablemente seguiría. Había decidido que no se doblegaría; sería firme en su deseo de forjar su propio camino.

—Madre, he estado pensando sobre este compromiso. No creo que la unión sea el camino correcto. —dijo, su voz decidida mientras abordaba la conversación directamente.

La condesa levantó una ceja, sorprendida. Sabía que su hija había mostrado coraje en visitas anteriores, pero nunca había sido tan directa en el contexto de lo que significaba para su familia.

—¿Y qué sugieres, entonces? Quedar a merced de los Davenport no es una opción viable. Ellos demandan respeto, y si no nos alineamos, se intensificará la rivalidad.

A medida que las palabras de su madre resonaban, Isabella sintió que sus convicciones se afianzaban aún más.

—Podemos buscar alianzas con otros clanes que estén en desacuerdo con los Davenport. Utilizar su propio juego en su contra; esa es nuestra estrategia. —La voz de Isabella era firme y decidida.

La mirada de la condesa pasó del asombro a la consideración. En su mente, la posibilidad de reunir fuerzas podría abrir nuevos caminos, aunque aún necesitaban cautela.

—Quizás tienes razón. La manipulación es una herramienta que solo sirve a aquellos dispuestos a emplearla. Pero debemos actuar con rapidez. Los rumores comenzaron a circular más rápido de lo que imaginábamos.

Isabella asintió, dándose cuenta de que el tiempo era un elemento crucial. La inquietante sensación de que algo se acercaba a gran velocidad respaldaba cada movimiento que decidieran hacer.

La idea de ir a buscar aliados la llenó de esperanza. Quizás podría encontrar otros nobles dispuestos a apoyar su causa, otros que también luchaban contra la amenaza de una unión forzada entre familias. Sin embargo, también existía el peligro de hacer que esos mismos aliados se volvieran en su contra y se unieran al poder de los Davenport.

A medida que el día avanzaba, Isabella comenzó a hacer una lista de contactos: los nobles que podrían estar disconformes con la pretensión de los Davenport, hombres y mujeres que desearían un cambio en el poder establecido. La búsqueda de conexiones la llevó a recorrer el palacio en busca de antiguas relaciones.

Mientras se sumergía en los entresijos de su linaje y el legado familiar, Isabella se encontró con algunos nombres que provocaron reminiscencias de viejas amistades. Una de ellas era la familia Brightwood, históricamente opuestas a las maniobras de la familia Davenport.

Con decisiones que pronto materializarían su estrategia, sintió que el impulso de tomar el control de su destino se intensificaba. Acordó organizar un almuerzo con los Brightwood.

La siguiente mañana, la vida en el palacio parecía moverse a un ritmo pausado, como si el exterior no se diera cuenta del huracán que se agazapaba en su interior. Al llegar el mediodía, Isabella se dirigió hacia el salón donde había hecho los preparativos para recibir a sus antiguos aliados.

Cuando el timbre sonó, la emoción colmó el ambiente. Al abrir la puerta, se encontró con Lady Evelyn Brightwood, cuya elegancia y fortaleza siempre resonaban entre la nobleza. Tenía un espíritu rebosante de ambición y determinación, cualidades que Isabella había admirado desde su niñez.

—Isabella, querida. No puedo creer lo hermosa que sigues. Tenía que venir a verte —Evelyn sonrió, envolviendo a Isabella en un cálido abrazo.

—Te agradezco, Evelyn. Sé que es un momento complicado para todos nosotros. —Isabella se hizo a un lado, guiándola hacia el salón donde adornos lujosos cobraban vida—. He querido hablar contigo acerca de lo que está ocurriendo entre nuestras familias.

Y en ese momento, la complejidad de la luz del día se convirtió en una revelación. Isabella compartió su inquietud sobre la amenaza que representaba la inminente unión familiar y la amenaza que su madre había mencionado. Habló de la relación conflictiva que existía y cómo la presión los empujaba hacia decisiones que eran contrarias a sus deseos.

—Isabella, comprendo tus preocupaciones. La familia Davenport siempre ha estado un paso adelante, pero no sin aliados en este asunto. —Evelyn respondió, su voz firme—. No puedes permitir que tus destinos se entrelacen sin luchar.

El fervor en el aire creció a medida que ambas mujeres discutían planes y decidían estrategias en la búsqueda de conectar su legado. Isabella se sentía revitalizada por la energía que compartían y el vuelo de ideas que surgían entre ellas.

—Podemos hacer una celebración, una gala propia donde otros nobles se vean atraídos por nuestras alianzas. —propuso Evelyn, mientras esbozaba una sonrisa astuta—. Nadie querrá perdérsela.

La idea resonó en el corazón de Isabella; sería un evento que no solo celebraría el legado de la familia Brightwood, sino también permitiría una demostración de poder por parte de las que se aferraban a la tradición. Un gancho para reunir nobles en torno a ellas.

—Esto podría ser justo lo que necesitamos. Un evento que dé el golpe de gracia a los planes de los Davenport y demuestre que no nos dejarán pisotear. —dijo Isabella con una nueva chispa, sintiendo la energía vibrante que emanaba entre ambas mujeres.