La Sombra del Legado

Capítulo 11: El Clímax de la Verdad

La gala había alcanzado su punto culminante, y el Palacio de Beaumont estaba impregnado de un aire de expectación. Las risas de nobles mezcladas con el tintinear de copas de cristal resonaban, mientras la elegancia del evento deslumbraba a todos los presentes. Isabella, vestida con un espléndido vestido de gala, se movía con gracia entre los invitados, el corazón latiendo con fuerza, consciente del reto que tenía por delante.

La sala había sido transformada en un espectáculo de lujos; luces doradas, candelabros chispeantes y flores exóticas decoraban cada esquina, creando un ambiente casi mágico. Pero tras la belleza resplandeciente, los secretos y las tensiones latentes aguardaban cualquier señal para despegarse.

Mientras se abría camino entre la multitud, Isabella pudo ver a Victor, conversando con un grupo de nobles. Su mente se sentía en una encrucijada; el momento de unir fuerzas con él estaba cada vez más cerca, pero también sabía que el reto de confrontar a la señora Davenport representaba un abismo peligroso.

Finalmente, Isabella logró acercarse a él, sintiendo una corriente de energía que fluía entre ellos. Victor, al notar su presencia, dejó de hablar y le dedicó una sonrisa cálida que disipó las dudas que tanto la atormentaban.

—Has llegado justo a tiempo. La conversación trataba sobre el futuro de nuestros clanes. —dijo él, su tono casi conspirador.

—¿Y qué conclusión han sacado? —preguntó Isabella, sus ojos buscando respuestas en su rostro.

—Mencionaban la importancia de mantener la tradición, pero creo que eso solo alimenta el fuego. Si vamos a triunfar, necesitamos demostrar que nuestra unión tiene el poder de crear algo nuevo. —Victor afirmó, su mirada fija en la multitud.

Isabella asintió, comprendiendo que ambos compartían la misma meta. Sin embargo, había algo en el aire; la presencia de la señora Davenport creaba una sombra constante sobre sus interacciones. La estrategia estaba comenzando a gestarse, pero los momentos de tensión eran palpables.

—He estado pensando en lo que podríamos hacer después de esta gala. Es el momento perfecto para actuar y descubrir la verdad sobre esos rumores. —Isabella sugirió, la determinación afianzando sus pensamientos.

Victor la miró intensamente, el destello de emoción brillando en sus ojos.

—Estoy contigo. Haremos que la verdad salga a la luz. Pero no puedo evitar sentir que la señora Davenport ya está un paso adelante. —admitió, un dejo de preocupación oscureciendo la luz de su mirada.

A medida que la música resonaba en la sala, el ambiente se volvía más festivo, pero la intriga subyacente persistía como un hilo en el aire. Isabella se abrigó en el aprecio que sentía hacia Victor; juntos podían desafiar las sombras que acechaban en su camino.

Poco después de su conversación, el maestro de ceremonias se acercó al micrófono para dar inicio a la segunda parte de la gala.

—Estimados invitados, agradecemos su presencia en nuestra celebración. Como es tradición, el próximo acto consistirá en un brindis que simboliza la unión de nuestras familias.

Las palabras resonaron en el aire. Isabella observó cómo las miradas se centraban en la señora Davenport, quien se levantó con una elegancia cautivadora. Aun la figura de la matriarca era un símbolo de poder, y todos esperaban que las palabras que pronunciaría fueran una mezcla de desafío y diplomacia.

—Queridos amigos —comenzó la señora Davenport, con su voz suave pero poderosa—. Este es un momento crucial para nuestras familias. A medida que enfrentamos desafíos juntos, es esencial que nos mantengamos firmes en nuestras tradiciones.

Isabella sintió cómo la ira comenzaba a hervir dentro de ella al escuchar las palabras, sintiendo que el discurso de la señora Davenport estaba estratégicamente diseñado para manipular.

—No permitiremos que las rivalidades nos dividan. Al contrario, el advenimiento de nuevas uniones debe ser celebrado. —continuó la señora Davenport, dirigía su mirada hacia Isabella y Victor, un destello de desafío en sus ojos.

Isabella se sintió expuesta, el entorno volvió en honor de dos familias rivales, y la proclamación que pensó que unía solo servía para avanzar como un sofisticado acto de manipulación.

Un instante después, la señora Davenport levantó su copa, y la multitud la siguió, alzando sus copas en un brindis que iba sin duda a ser un momento tensado.

—Por nuestras alianzas perdurables. —dijo ella, sus ojos brillando con un matiz de triunfo.

Isabella sintió una oleada de indignación; no podía permitir que este momento simplemente se desvaneciera en un brindis que desvirtuara su lucha. Sin pensarlo, se levantó de su asiento.

—Permíteme, señora Davenport. —su voz resonó en la sala, sorprendiendo a todos los presentes mientras el murmullo crecía en oleadas.

La señora Davenport la miró, una mezcla de sorpresa y regocijo inyectándose en su rostro, mientras los demás comenzaron a murmurar, intrigados por la audacia de la joven.

—Isabella Montclair, ¿qué estás haciendo? —preguntó la señora Davenport, su tono escalofriante denotando incredulidad.

—Creo que este brindis debería representar algo más sincero. —Isabella respondió con firmeza, tratando de recordar que estaba en juego no solo su futuro, sino el de todos los presentes.

—Este es un momento para celebrar. La unión de nuestras familias debe ser disfrutada. ¿Sigue siendo el tiempo de las palabras en vez de las acciones? —siguió, dejando que la oratoria fluyera mientras buscaba convertir la situación a su favor.

La multitud, expectante, la observaba mientras el silencio reinante se incrementaba gradualmente. Isabella sentía el peso de la historia empujando sobre sus hombros; todo se había vuelto una oportunidad para redefinir lo que significaban sus acciones y la verdad que anhelaba.

Su mirada viajó hacia Victor, quien la alentó con una sutil inclinación de cabeza.




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