La Sombra del Magnate [2]

Capítulo 8

Capítulo 8

 

Berlín / Alemania

Alexander Walton

Pronto nos encontrábamos aterrizando.

Olivia se mantenía sentada en el sillón, no hablaba, no miraba el libro que hace unas horas leía gustosamente.

Ahora su rostro se ve tenso, su boca por segundo despide aire una y otra vez.

—Calma — dije al borde de la risa.

— No me gustan los aviones. Prefiero mil veces viajar en auto — dice despacio tratando de conservar la calma.

—Viajar a Alemania en auto, muy común — digo.

— Deja de burlarte, no es bonito. Ya verás cuando salgamos de acá — abre y cierra los ojos.

El avión comienza a descender.

La miro y sonrío. Observo una de sus manos y sin pensarlo mucho, la sostengo. Los ojos de Olivia colisionan con los míos al sentir mi piel contra la suya. Su mano se encontraba fría y sudorosa.

—Respira— le digo — Te sentirás mejor cuando hayamos aterrizado.

La chica hace unas horas se había sentado en el sillón que anteriormente estaba disponible a mi lado, asiendo así que ahora pueda poner su cabeza en mi hombro.

Por un segundo algo extraño llegó a mí y así como vino, se fue.

Pongo mis manos en la botella de agua que me proporcionaron una hora atrás y se la doy a Olivia. Ella la agarra y justo cuando va a abrirla, se le cae. Por suerte me encontraba atento y pude sostenerla.

— Estás mareada — susurré.

Se ve atontada.

Destapé la botella y rápidamente puse la parte superior de la misma en su boca. Ella como puede empieza a tomar el líquido y luego agradece.

—Odio los aviones — susurra.

— ¿Por qué aceptaste mi invitación? — pregunto con el ceño fruncido.

Olivia aprieta mi mano y luego de un par de segundos responde — Quería y quiero acompañarte.

Miro la ventanilla y pienso en su respuesta.

«Quería y quiero acompañarte»

 

Santo Domingo / República Dominicana. 2:30 p.m.

Cristóbal Lombardi

El olor del delicioso café y el viento fresco del bello parque me dejan en total tranquilidad.

Observo cada hoja del árbol que tengo en frente y me pierdo en el verde de los pétalos mientras la brisa arrastra con tremenda fuerza las hojas y pequeñas cosas en el suelo.

A lo lejos escucho voces de niños pequeños y madres a punto de llegar a la locura.

Sonrío ante el recuerdo que llega a mí de forma rápida, pero a la vez me desarma lentamente.

Veo la pantalla de mi celular.

Quiero llamar y decirle que respiramos el mismo aire. Que tal vez, nuestros pies han cruzado y pisado los mismos lugares o que es posible que hayamos estado tomando el mismo café.

Quiero hacerlo, pero necesito liberarme de ciertas cosas. Cuando hable con ella, la paz debe reinar en mí.

Un hombre y una mujer pasan delante de mí, con un bebé en brazos y eso me hace cambiar completamente de opinión. Tomo mi celular y su número telefónico es lo primero que marco, luego pongo el aparato en mi oreja.

Respiro.

Un tono...

Dos tonos...

¿Cris? su melodiosa voz llega a mí.

Sonrío.

Martina su nombre fluye en mis labios.

Me alegra escucharte dice Recién hablaba con mi madre de ti.

Espero y hayan sido cosas buenas digo.

No tienes que esperarlo ríe.

- Vorrei vederti - verbalizo

¡Cristóbal! río ante su grito.

-Me gustaría verte le digo lo mismo, pero en español.

Si lo deseas podemos vernos esta noche propone En tres horas salgo de mi trabajo suspiro.

Veo unos niños corriendo detrás de una pelota blanca con puntos negros.

Yo te buscaré digo en un susurro.

Te esperaré cariño se despide.

Me quedo con el celular en la oreja a pesar de que sé, que ella ya ha colgado. Dos años han bastado para darme cuenta de lo que necesito.

Vuelvo a suspirar y guardo el celular.

Me levanto del banco, salgo del perímetro del parque y comienzo a caminar por las calles.

Vuelvo a sacar mi celular, entro a una de mis redes sociales y alzo las cejas cuando veo las tendencias.

Alexander Walton y Olivia Harper.

Al príncipe de Nueva York, Alexander Walton, se le ha visto muy bien acompañado en estos últimos meses. Su acompañante o nueva conquista no es nada más ni nada menos que la reconocida abogada Olivia Harper, hija de la famosísima diseñadora Olimpia Dubois.

¿Fue Olivia la causa de la ruptura entre el Magnate alemán y Aurora Flecher?

Y ahí andan los chismes, las teorías y las preguntas circulando como si de eso se alimentara el mundo.

La gente no olvida, no quiere hacerlo.

Si estos chismes toman mucha más fuerza, pronto traerán a la superficie un sin fin de emociones y pensamientos que deberían quedarse justo donde están.

Aún recuerdo cuando Aurora y yo nos reunimos en uno de los hoteles de Alemania. Ese día le entregaron los papeles de su divorcio.

¿Le duele?
¿Su corazón estará al borde la tristeza?

Las repuestas a esas preguntas se encontraban en sus ojos.

Su rostro se encontraba perfecto. El maquillaje era sencillo. Su pelo se sumía en un bello moño el cual no dejaba espaciar no una sola hebra de cabello.

El abogado que se encontraba a mi lado pronunció unas palabras ¿No le gustaría pensar las cosas? después de firmar ese papel, no hay vuelta atrás.

No tengo nada que pensar, no quiero ni puedo volver atrás.




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