La Sombra del Magnate [2]

Capítulo 13

 

 

Capítulo 13

 

48 horas antes

Miércoles

Aurora Flecher

Termino de sacar las maletas del closet y frunzo el ceño cuando escucho mi celular vibrar. Lo saco de mi bolsillo, veo quien es y lo tomo rápido.

—Buenos días — escucho su voz.

—Buenos días, Alexander — saluda — ¿Cómo estás? ¿y Aleph? — pregunto.

— Aleph está bien, aún duerme. Necesito que platiquemos con respecto a un tema bastante importante — me dice.

—¿Cuál? — pregunto.

—Dimitri Volkova — ese nombre.

¿Por qué querría Alexander hablar conmigo sobre él?

Respiro hondo.

—Está bien — es lo único que puedo decir.

—Te recojo en quince minutos — me dice para luego colgar.

Frunzo el ceño y me quedo flotando en el aire.

Dejo el celular en la cama.

Salgo de la habitación y veo a Harris tomar sus maletas.

—Espero que tengas un buen viaje — me acerco a él y deposito un beso en sus labios.

—Cualquier cosa me avisas — me mira — Por favor cuando Aleph llegue me escribes o me llamas, me encantaría hablar con él — sonrío.

—Así lo haré — Harris me sonríe, toma el pomo de la puerta, la abre y me mira antes de irse.

Vuelvo a la habitación y comienzo a clasificar la ropa, lo que me llevaré a Nueva York y lo que no.

Pongo un poco de música y trato de relajarme.

Hoy no me tocaba trabajo, cosa que agradecía demasiado, los últimos días habían sido realmente agobiantes.

Como debo viajar en los próximos días, decidí adelantarme y ocuparme de las maletas, todo lo que tenía que ver con el viaje y mi traslado. Asunto que me tienen algo intrigada y siendo sincera, siento que hay algo extraño detrás del mensaje que me enviaron hace días.

Voy a la cocina, me sirvo un poco de café en una tasa y me quedo pensando en cómo habrá pasado la noche mi hijo. ¿Se sintió cómodo? ¿durmió bien?

Termino con el café y procedo a lavar los platos que se utilizaron en el desayuno.

Escucho unos golpes en la puerta y con eso saco las manos del agua, agarro una toalla y me seco, la pongo donde la encontré y voy a abrir la puerta.

Al abrir la puerta me encuentro con el padre de mi hijo.

—Buenos días — susurro.

Alexander no responde, solo se limita a mover levemente su cabeza.

Respiro hondo — ¿Te gustaría pasar? — pregunto — Debo buscar mi bolso y unas cuantas cosas más — explico.

Alexander asiente y entra al departamento.

Lo dejo en la sala de estar y camino al cuarto, busco mi celular, mis llaves y por último tomo mi bolso. Salgo de mi habitación y me encuentro con Alexander justo donde lo dejé.

Me traslado hasta la puerta, la abro y en voz alta digo — ¿Nos vamos?

—Sí — afirma el hombre a mi derecha.

Los dos abandonamos el interior del departamento, atravesamos el pasillo y en vez de tomar el elevador, escogemos las escaleras. Al vivir en un tercer piso no fue mucho lo que nos tardamos.

Alexander me conduce hacia su auto, lo abordamos y en minutos nos encontrábamos en la carretera. Alexander se encontraba en el asiento de piloto y yo en el de copiloto, y tal cosa permitió que a mi llegaran incontables recuerdos, los cuales deseché de forma rápida.

Suspiré.

—¿A dónde vamos? — pregunté.

Al darme cuenta de qué esa pregunta era una de las que solía hacer unas cuantos años atrás, sonreí burlándome de mi misma.

—Cafetería Cup Truck — respondió.

Asentí.

Miré a través del cristal y el día parecía estar en buenas, estaba soleado y eso me hizo sonreír. Llevé mis ojos hacia la guantera del auto y apreté los labios con lo que me topé. Un frasco pequeño de cristal con un líquido crema suave se encontraba ahí. Un labial.

Miré a Alexander y suspiré.

—¿Qué sucede? — preguntó.

—No, nada — contesté.

El padre de mi hijo posa sus azules ojos en mí, luego voltea a ver el labial.

—¿Aleph durmió bien? — inquirí.

—Sí — afirmó.

—¿Tuvo problemas con la cena? — volví a preguntar.

Al hombre que yace a mi lado se le escapó una pequeña risa y luego dijo — Ningún problema.

Entrecerré los ojos — ¿Qué pasó? ¿por qué ríes? — frunzo el ceño. Perfecto. El padre que le tapa las cosas a su hijo.

Y fue ahí, cuando recordé lo que me dijo una vez.

—Pues yo seré quien escuche tus quejas, seré quien entre a la habitación de nuestro hijo, fingiré que lo regaño y minutos después de que te calmes seré quien le preste el auto con el que se irá de fiesta — su voz resonaba en mi cabeza.

Miré su rostro y otro recuerdo llegó a mí.

—Pero también, seré quien estará listo para darle los abrazos que él necesite cuando se despierte asustado de madrugada. Me encargaré de traer cenas de McDonald's y cansado me sentaré en el sofá a escuchar cómo se ha enamorado por milésima vez.

Escucharé cuando me diga cuánto lo molesta su maestra de matemáticas y yo simplemente estaré para decirle: Lo sé, te entiendo. Un gran nudo se había instalado en mí garganta.

—Hemos llegado — la voz de Alexander me sacó de mis pensamientos.

Él salió del auto y yo hice lo mismo.

Al salir de vehículo me encontré con una bella estructura, con un gran título arriba «Cup truck coffee shop»

Entramos al lugar y nos sentamos en la primera mesa que encontramos.

—¿Qué tienes para decirme? — pregunté.

—Hace unos días recibiste un sobre cuyo contenido para ti era nulo — dice y frunzo el ceño.

¿Quién le dijo eso?

Un pajarito llamado Aleph, ¿tal vez?

—La hoja sí tenía contenido — Alexander lleva una de sus manos hacia su bolsillo, saca su celular y el papel que le obsequié a mi hijo.




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