La Sombra del Magnate [2]

Capítulo 39

 

¡Espero que hayas leído los capítulos anteriores!
 

Capítulo 39
 


Aurora Flecher

-Yo me quedaré - sonreí sin ganas.

-Sé que es difícil... - lo interrumpí.

-Pero hay que hacerlo - completé la oración.

-Aunque hay una forma de que no nos separemos- lo miré - Mañana debo regresar a Nueva York. Las reuniones, mis socios y la prensa no pueden esperar más - explicó - Vengan conmigo - propuso - Tomando en cuenta la situación, y el peligro de esta, no quiero que ustedes estén lejos de mí - expresó.

A pesar de que el plan de ir a Nueva York ya estaba, debo hablar con Harris. No sé si sus pensamientos han cambiado.

-Eso me parece perfecto, principalmente porque creo que allá estaremos más estables, al menos eso creo - me rasqué la cabeza - Pero con toda esta incertidumbre ya no lo sé - dije - Quiero que mi hijo retome sus estudios, sus actividades de natación, las caminatas en el parque los fines de semana - los ojos se me empezaron a cristalizar.

-Tendrán estabilidad, aunque eso implique que tengan que andar con un batallón de escoltas, pero la tendrán - sonreí ante sus palabras.

-Gracias - miré sus ojos - Debemos retomar la conversación de anoche - susurré.

-Vamos a mi despacho - me dijo mirándome a los ojos.

-Pero tienes que llevarle la fruta a Olivia - rodé los ojos sin querer.

-Una de las empleadas lo hará - dijo.

-No, lo mejor es que vayas, ella se puede molestar -apreté los labios -Ve que yo te espero aquí - sonreí.

-No es necesario - respondió.

-Sí, sí lo es - le dije.

-No - negó.

-Sí - afirmé.

-No - dijo enojado.

No tiene nada de paciencia.

-Sí y ya vete - lo miré, y luego se fue.

Minutos después entré a la casa, me fui a las escaleras, y luego a la habitación de mi hijo. Sonreí al ver que aún seguía tranquilamente dormido. Estando en paz, recorrí el pasillo, y me adentré a mi habitación, donde vi a un Harris con los ojos llorosos y el rostro rojo.

-¿Qué paso? - pregunté con los latidos acelerados.

-Mi abuela falleció - susurró con la voz grave.

Me llevé las manos a la cara - ¡Ay, mi amor! - corrí a abrazarlo - ¡Lo siento! - apreté mis labios.

-Debo regresar a escocia - susurró.

-Ahora mismo arreglo todo para que nos vayamos los tres. No te voy a dejar solo, mi amor - no era justo, nada de lo que nos estaba sucediendo era justo.

Primero Sara, y ahora esto.

-No, claro que no. Tú te quedarás aquí con Aleph, es peligroso que estén saliendo. Yo iré con mi familia y te contaré todo - sus ojos verdes estaban tan apagados como una lámpara sin gas.

-Pero yo te quiero acompañar, brindarle mi apoyo a tu familia y a ti también - dije con unas cuantas lágrimas en las mejillas - Te puede suceder algo, Harris - le acaricié el rostro.

-Yo voy a estar bien - me sonrió - Volveré a la casa en la que nos estamos quedando y recogeré mis cosas - me partía el alma verlo así.

Tengo que decirle lo que me dijo Alexander sobre irnos para Nueva york, sin embargo, él no está en condiciones para escuchar nada eso. Lo mejor será que comience a planear nuevamente el viaje, le pida Alexander que sus hombres vayan por mis cosas a la casa que los padres de Harris nos facilitaron, y le diga adiós a este país. Aunque de verdad no sé si sea lo mejor. Él merece saber lo que haremos.

-¿Qué pasa? - preguntó - ¿Le sucede algo al niño? - se me llenó de ternura el corazón.

-No, Aleph está bien - le sonreí.

-Entonces, ¿qué pasa? - volvió a preguntar.

-No quiero que te preocupes más - dije.

Él sonrió a pesar de tener los ojos hinchados - Dime qué sucede, por favor.

-Alexander me propuso irme con él a Nueva York junto a Aleph, para así brindarnos más seguridad, y también estabilidad escolar para el niño - me mordí el labio con pesar.

-Eso me parece bien - lo miré - Lo más importante en este momento es que Aleph y tú estén a salvo. No puedo negar el hecho de que me gustaría acompañarlos, estar con ustedes en el viaje, y hacerme cargo de... - lo interrumpí.

-Te podemos esperar - le sonreí.

-No, lo mejor es que se vayan. Mientras menos tiempo pasen aquí, mejor. No sabemos qué están planeando Lily y su gente - tiene razón.

-Tienes razón - susurré.

Hablamos durante unos minutos más sobre los detalles de una compra que él había hecho en Nueva york hace meses; es decir, me estaba poniendo al tanto de las diferentes cosas que tenía que saber de ese departamento, ya que ahí viviremos cuando lleguemos a Nueva York.

Pronto la mañana se fue y la tarde llegó.

Vi a Harris despedirse de mi hijo, y posteriormente, adentrarse en un vehículo conducido por uno de los hombres de Alexander.

-¡Ven mi amor! - llamé a Aleph cuando en el ambiente no quedaba más que el humo que el vehículo expulsó al marcharse.

Mi hijo me miró con sus bellos ojos azules y luego preguntó - ¿Harris regresará pronto?

-Sí, mi amor - afirmé.

El niño con cabello tan negro como la noche asintió - Iré a buscar algo - dijo.

-Está bien - puse mi mano en su pelo cuando lo tuve frente a mí - Yo estaré en el jardín.

No me dijo más nada y se fue.

Caminé tranquilamente hasta el jardín, mientras recuerdos pasajeros me atravesaban la mente.

-No puedes decir que no fue divertido, porque sí que lo fue - la aguda voz de Olivia se escuchaba cada vez más cerca.

-Eso no fue para nada divertido - escuché decir a Alexander.

- Hola Aurora - Olivia salió por la puerta de la casa que daba al jardín y después Alexander.

-Hola Olivia - le regalé una pequeña sonrisa.

Olivia es una chica amable, con un aura linda, y una personalidad fuerte y bonita, sin embargo, no sé qué es lo que me molesta de ella, no sé qué es eso que no me deja quitar la mirada cada que ella está cerca. No entiendo porqué no puedo respirar bien cuando la siento o veo cerca de él, o cuando no hacen más que hablar de temas súper normales, como libros, canciones, o cafés. He llegado a pensar en que tal vez solo me haga falta hablar más con Harris, salir con amigos, o solo divertirme por ahí, pero está claro que en estos momentos eso no es posible.




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