A la mañana siguiente, me visto con un elegante vestido con corset de color beige, me miro en mi espejo acomodando mi cabello blanco en una coleta. En cuanto termino respiro hondo y salgo, veo a mis padres y mi hermano, corro hacia ellos abrazándolos fuerte.
- Mi pequeña valiente, estas lista – habla mi padre acariciando mi mano.
- Si padre, haré todo lo que esté en mis manos, guardias traigan el carruaje.
En los minutos que esperamos al carruaje hablo cosas triviales con mis padres y mi hermano, quien ya está vestido con su traje de guerra. Me despido de mis más preciadas perlas, los reyes me abrazan, dejan un beso en mis mejillas y le dan paso a Marius.
- Ari ten cuidado, no confió del todo en rey Lysander, pero con que regresas sana y salva confirmará que no es tan inhumano como dicen que es--- me abraza, cuando se aleja revuelve mi cabello como el fastidioso que es.
- ¡Oye! --me sonríe burlonamente, suspiro resignada doy media vuelta y camino al carruaje.
Veo por la pequeña ventana del transporte mirando el reino, sus hermosos paisajes, lleno de rocas y nubes, es casi como si estuviéramos arriba del cielo, pero no, estamos en la cima de la montaña Caelum, y si el viento es fuerte pero cálido, rara vez se muestra el sol.
En cuanto llegamos a la frontera siento como el calor llega a mi cuerpo, sin duda alguna estamos a casi una hora de llegar a la ciudad Ignis, reino del fuego y pasión- montaña pico del fuego. Cada vez que nos acercamos observo detenidamente el maravilloso paisaje. Es como si estuviéramos en el mismísimo infierno, todo es rojo, los arboles con hojas de fuego, las rosas rojas y anaranjadas, el cielo es una hermosa combinación de colores mágicos, rojos verdes y azules. Ya es de noche y no sé cómo es de día, pero lo que me muestra se queda en mi mente como la segunda maravilla.
Media hora después, el carruaje se detiene en medio de unas inmensas rejas de color grande, me ayudan a bajar y avanzo decidida hasta el guardia.
- Buenas noches bella dama, en que puedo ayudarla – habla amablemente
- Buenas noches soy Aria II Valtarius Namarie, princesa del reino Aerthys y vengo hablar con el rey --- el joven me hace una pequeña reverencia y se dispone a abrir las rejas.
Al abrirlas mis ojos se abren de par en par, el castillo del Reino de Igni es una estructura imponente y majestuosa que se eleva sobre la ciudad como un símbolo de poder y grandeza. El castillo está construido con piedras de color rojizo y anaranjado, que por lo visto se han vuelto oscuras con el paso del tiempo, su estructura tiene una forma irregular, con torres y almenas que se elevan hacia el cielo como si fueran llamas.
Observo cada detalle y es hermosa, sigo al guardia hasta las puertas doradas al instante me doy cuenta que son de oro puro. Abre sus majestuosas puertas y juro que casi me desmayo al ver lo maravilloso que es. El interior del castillo es lujoso y opulento, con salones y cámaras decoradas con tapices, alfombras y muebles de gran valor.
El joven me guía por un pasadizo largo con candelabros incrustadas en las paredes, llegamos a la gran sala del trono y es particularmente impresionante, con un techo alto y abovedado, y ventanas que se extienden desde el suelo hasta el techo. El trono del rey Lysander está situado en un extremo de la sala, y es un objeto de gran belleza y valor.
- Esperad aquí su majestad—hace una leve venia y se va.
Me entretengo viendo lo irreal que se ve este castillo, el techo lleva diseños abstractos hechos a cristales negros y dorados, y en medio de esta cuelga un bello candelabro, ensimismada en aquella belleza no me doy cuenta de la presencia de una persona hasta que carraspea, en cuanto enfoco mi vista en el trono, todo mi cuerpo tembló, es el hombre más guapo que haya visto nunca en mi vida, su cabello es rubio como el dorado y sus ojos, ¡oh sus ojos! son un celeste hermoso, tan claro como el cielo de mi reino, su piel blanca y sus largas pestañas, lo hacen ver menos temible pero sin duda alguna la expresión que lleva, más sus rasgos varoniles bien marcados lo hacen ver peligroso.
Respiro hondo y me inclino hacia adelante, realizando una pequeña reverencia.
- Su majestad, muy buenas noches, soy la princesa….
- Lo sé, no hace falta que me lo digas, vayamos al grano y dime a que has venido – me interrumpe con esa voz ronca y tan varonil que si no hubiera sido tan déspota conmigo me hubiese quedado embobada
- Tenga un poco de respeto hacia mi persona por favor, quiero llegar a un acuerdo por el cese de la guerra contra mi reino – alzo el mentón y lo miro fijamente a los ojos sin dejarme intimidar, el me mira de igual manera antes de empezar a reír
- Disculpe majestad, pero que le parece tan gracioso --- pregunto confundida
- Pues lo que me acabas de decir, copo de nieve—levanto una ceja por el apodo, me sonríe encantadoramente y vuelve a ponerse serio—me temo que no puedo llegar a un acuerdo--en cuanto escucho eso, suspiro triste, no voy a insistir ni nada
- Muy bien su majestad, tenga buena noche --- doy media vuelta y antes de siquiera dar el primer paso me detiene su voz
- Aunque solo hay una cosa que puedes hacer --- volteo y veo como su sonrisa se ensancha perversamente – cásate y gobierna conmigo --- la mandíbula casi se me cae, pero sin pensarlo dos veces asiento – ¿enserio?– pregunta sorprendido
- Si, por mi pueblo y familia hago lo que sea si con esta unión habrá cese de guerra acepto --- lo desafío con la mirada convencida de mi decisión
- Bien, entonces mañana mismo traes tus cosas, aquí copo de nieve
No respondo, solo asiento y me dirijo a la salida.