La sombra sobre las flores

Capítulo 35

Me desperté varias veces en la noche a causa de la emoción, la extrañeza y algún movimiento. Teníamos poco espacio pero las incomodidades se sentían insignificantes contra el encanto del contacto físico. En cada ocasión que abría los ojos observaba a Valentín maravillado, apreciando sus facciones relajadas, su respiración suave, su cabello revuelto, el calor de su cuerpo, reteniendo cada detalle en mi mente. Cuando volvía a dormirme, lo hacía pensando "esta podría ser nuestra vida".

Muy temprano, a las seis y treinta para ser exacto, sonó un despertador que nos hizo saltar. Valentín, casi dormido, se arrastró sobre mí para apagarlo.

—Perdón —murmuró.

Se quedó sentado en la cama haciendo un esfuerzo por despabilarse.

—¿Te levantas a esta hora?

Asintió mientras se frotaba la cara con las manos.

—Es más práctico —explicó.

Aunque su respuesta no explicaba nada. Me senté a su lado y lo abracé con pesadez, quería seguir durmiendo en sus brazos. Sentí su peso contra mí por un momento, expresando con ese pequeño acto que el deseo era mutuo.

—Voy a traer el desayuno.

Lo dejé ir, no podía olvidar que prometí irme a primera hora.

La radio seguía sonando, dos locutores hablaban del clima y del tránsito, la música era mucho más enérgica invitando a comenzar el día con buen humor. Acaricié la cama con un suspiro. No quería irme. Ningún otro lugar tenía sentido.

Valentín regresó con una bandeja en la que llevaba dos tazas de café con leche, la bajó hasta el piso y se sentó a su lado bostezando. Me senté frente a él y vi extrañado cómo tiraba de una caja que escondía debajo de la cama.

—Siempre desayuno aquí —comentó. De la caja sacó un frasco pequeño con azúcar y un paquete de galletitas de chocolate—. No puedo tener esto a la vista de mi papá por eso me levanto temprano. —Volvió a bostezar—. Así puedo desayunar tranquilo.

Atontado por el sueño, no supe qué decir. Tomé el café para poder salir de mi sopor.

—Es una lástima que desayunes solo. —Me miró con atención tratando de descifrar el mensaje y sonreí—. Cuando quieras puedo venir a acompañarte.

Inclinó su cabeza pensativo, acomodándose el cabello.

—Tan intenso y tan temprano.

Seguimos desayunando, escuchando la música de la radio. El incidente del día anterior parecía muy lejano, pasar la noche juntos había aplacado parte del malestar y la tristeza. Valentín se veía tranquilo, no tan alegre como lo estaba antes del escándalo en el McDonald's pero sí tranquilo.

Luego del desayuno pasé a escondidas al baño, algo que resultó fácil de hacer. La puerta estaba frente a su cuarto, compartiendo un pasillo oscuro que miré de reojo. A unos metros había otra puerta y luego se abría un espacio que me pareció ser la cocina. Aunque Valentín garantizaba que no sería descubierto y aguardaba en el pasillo para mi tranquilidad, entré y salí del baño con apuro sin darme el lujo de estudiar el lugar. Para dejar la casa cruzamos su ventana. No podía quedarme más tiempo, su padre se despertaría en cualquier momento y, además, él debía ir a trabajar en el turno de la mañana.

Fuimos juntos hasta el portón donde nos detuvimos para una breve despedida. Valentín acarició mi brazo.

—Tu ropa está toda arrugada —señaló preocupado.

—No importa.

Pasó sus brazos por mis hombros para envolverme en un abrazo.

—Gracias por quedarte conmigo a pesar de decirte que te vayas tantas veces.

Devolví su abrazo con fuerza.

Me costó salir a la calle, volver a la realidad. Caminé hasta la parada del autobús fantaseando con un futuro en el que me veía compartiendo los días junto a Valentín. Las personas nos rechazarían, tal como él advertía, pero unidos podríamos superar cualquier obstáculo. Nuestro hogar sería nuestro mundo y no nos angustiaríamos por lo que pasara afuera. Nosotros seríamos amigos, amantes y familia, todo a la vez. Podríamos adoptar un perro de la calle, ver películas hasta tarde, armar nuestro propio árbol de Navidad, dormir abrazados cada noche. Seriamos felices. Era un futuro lleno de esperanzas, el mejor de todos lo que había imaginado a lo largo de mi vida.

Recién arriba del autobús, en dirección a mi casa, me percaté que había pasado la noche afuera sin dar ningún aviso. Mi mamá haría un escándalo cuando llegara y exigiría explicaciones. Comencé a repasar qué sucedería si le contaba la verdad, si terminaba de una vez con las mentiras, los silencios y las evasiones, pero mi cabeza no avanzaba de la posibilidad de que quisiera echarme. No tenía dónde ir ni dinero para enfrentar tal acontecimiento y luego de un rato me di cuenta que esa era mi única preocupación. Ella y su reacción no me aterraban.

Como resignado, entré dispuesto a quedarme callado y no discutir. Me mantendría dócil, me haría el tonto, diría que estaba viendo una película con un amigo y nos dormimos. Una excusa absurda pero la única que se me ocurría. Aldo me recibió tomándome por sorpresa y automáticamente comencé a sentir culpa. Mi desaparición había llegado hasta él.

—Estás bien —celebró con una sonrisa forzada. Volteó a mirar a mi mamá que observaba enfurecida—. Te dije que no había de qué preocuparse.

Aldo no era muy bueno actuando.

—Perdón, me olvidé de avisar que no venía a dormir —dije con incomodidad, sin saber qué hacer con la mentira que había planeado.

Mi tío puso su mano en mi hombro.

—Solo recuerda avisar la próxima vez.

Mi mamá seguía sin participar. Me miraba pero guardaba silencio y tuve el presentimiento de que era a causa de Aldo. La mano que presionaba mi hombro intentaba transmitirme seguridad, lo contemplé con deseos de pedirle disculpas de verdad, con sinceridad.

—Si está todo bien —susurró— me voy a trabajar.

—Está todo bien.

Me dio una fuerte palmada en el hombro en una especie de señal para dar por terminado el asunto. Sin planteos, sin cuestionamientos, sin reclamos. Así era él y me dolió parecer tan ingrato. Comprendiendo la oportunidad que me daba esa palmada, me fui a mi cuarto con la esperanza de que mi desaparición fuera uno de esos temas que no se tocarían mientras no se repitiera, que se dejaría pasar como una de mis pocas faltas que era.



#18832 en Novela romántica

En el texto hay: drama, gay, boyslove

Editado: 11.11.2024

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