—No soporto este dolor… —susurró la joven, llevándose las manos al vientre. El ardor en su estómago la hacía retorcerse.
Estaba embarazada. Apenas tenía cuatro meses, pero aún no se notaba.
—¡Ey! ¡Ey!… deja de pensar y levántate! —ordenó una voz fría y autoritaria.
Lidenwor la sujetó bruscamente de los brazos y la obligó a incorporarse. Sus ojos oscuros la recorrían con desprecio y deseo al mismo tiempo.
—Eres hermosa… —murmuró, deslizando una mano por su cintura antes de besarla sin su consentimiento.
—¡Déjeme! ¡He dicho que me deje! —gritó ella, apartándolo con fuerza.
El hombre frunció el ceño, irritado.
—¡Estúpida! ¡Te arrepentirás, maldita! —rugió antes de empujarla con violencia.
La joven cayó al suelo con un golpe seco.
—Quédate ahí. Es donde mereces estar… asquerosa.
Y sin más, Lidenwor se marchó, dejando tras de sí una sensación de miedo y repulsión.
Pero algo dentro de ella la hizo estremecerse. Un dolor repentino, profundo.
—No… ¡Nooo! ¡Mi bebé! ¡Ayuda! ¡Por favor, alguien ayúdeme! —gritó desesperada.
La sangre se extendía bajo su cuerpo. El golpe había sido demasiado fuerte.
***
—La bruja morirá esta tarde. Preparen todo. A las cinco en punto comenzamos.
—Pero, Lidenwor… ¡No es justo!
—¡Cállate! No tienes nada que ver con esto. ¡Sal ahora mismo!
El hombre se alejó, con la misma frialdad de siempre, dirigiéndose a donde mantenían a la prisionera.
***
—¡Ey… ey! ¡Reacciona! ¡Por favor, no te duermas!
Esa voz… era cálida, reconfortante. Pero su cuerpo se sentía demasiado débil. La oscuridad la envolvía.
Sintió que la alzaban con delicadeza y, antes de perder completamente la conciencia, sintió el movimiento… Alguien la estaba llevando lejos.
Cuando abrió los ojos, la luz blanca la cegó por un momento. Se encontraba en una cama… ¿un hospital?
—¿Dónde estoy? —preguntó con el aliento entrecortado—. Mi bebé… ¿qué pasó con él?
—Tranquila, te lo explicaré.
La joven buscó con la mirada el origen de aquella voz.
Frente a ella, un joven de ojos marrones y cabello oscuro la observaba con seriedad. Vestía con elegancia, irradiaba una presencia imponente y, sin embargo, había algo en él que la hacía sentir segura.
—Disculpa… ¿Quién eres? —preguntó con cautela.
—Perdóname, fui muy imprudente al hablarte sin presentarme. Mi nombre es Lend Lidenwor.
—¿El hermano del rey? —preguntó sorprendida.
El joven negó con la cabeza.
—No, solo compartimos apellido porque mis padres así lo quisieron. Soy huérfano. Mi madre, la reina, murió de cáncer avanzado y mi padre… se marchó a España, abandonando el reino.
—Vaya… es mucha información para una desconocida —susurró Karol, aún con la voz débil.
—Lo siento, a veces hablo de más… —murmuró él—. Pero dime, ¿cuál es tu nombre?
—Karol… —respondió, llevando instintivamente las manos a su vientre—. ¿Qué pasó?… No… ¡Nooo! ¿Dónde está mi bebé? ¿Qué le pasó?
Su voz se quebró, su respiración se agitó.
Lend bajó la mirada, con expresión sombría.
—Lo… lo siento. Tienes que ser fuerte. No resistió la caída… Ahora su alma vaga por la tierra o ha ido al cielo…
El grito de Karol desgarró la habitación.
—¡No! ¡Nooo! ¡Esto no tenía que pasarme! ¡Ayúdame! ¡Por favor, ayúdame a salir de aquí! ¡Ya no tengo nada!
Pero la expresión de Lend cambió. Su mirada se endureció.
—No… No puedo ayudarte. No traicionaré a mi hermano.
Se dio media vuelta y se marchó.
Karol apretó los puños con rabia, las lágrimas ardían en sus mejillas.
—Voy a salir de aquí… Sea como sea, pero voy a salir.
Se dejó caer contra la almohada, sintiendo un vacío insoportable en el pecho.
—Madre… ¿Por qué nunca me enseñaste a hacer trucos? Me hace falta tu apoyo ahora… —susurró con amargura, mientras un suspiro quebrado la envolvía en su tristeza.
_______________________________________________________________________________________
Nota final:
La historia comienza a tomar forma y los personajes se revelan poco a poco. ¡Comenten, sigan apoyando y compartan!
Los amo.