¿Dónde estarás, mi vida?
Llevo días buscándote… juro que me vengaré de todos los que te alejaron de mí —dijo Park, el novio de la bruja, con el ceño fruncido y los ojos llenos de furia.
***
¿Park, dónde estás?
Karol suspiró con angustia, sintiendo el peso de la soledad sobre sus hombros.
¿Por qué no vienes a salvarme?
—¡Veo que ya se despertó! —dijo el médico al entrar en la habitación—. Voy a tomarle el pulso.
Karol apenas lo escuchó.
—Doctor… ¿podría prestarme su celular, por favor?
El hombre arqueó una ceja, pero asintió.
—Supongo que su madre estará preocupada… Está bien, aquí tiene. Iré a buscar sus pastillas.
Karol no perdió tiempo. Sus manos temblorosas marcaron con rapidez el número que conocía de memoria.
Contesta… por favor… contesta…
—¿Hola?… ¿Hola?
—¡Park! —su voz se quebró de alivio.
—¿Sí? Perdón… ¿quién es? —preguntó él, confundido.
—¡Soy yo, Karol!
—¡¿Karol?! ¡Mi belleza! ¿Dónde estás? ¡Te he estado buscando por todas partes! Vi la cabaña destruida y temí lo peor… Karol, dime qué está pasando.
El silencio cubrió la línea por un instante. Karol sintió un nudo en la garganta antes de hablar.
—Park… me van a matar.
La voz de ella sonó rota, cargada de desesperación.
—Me atraparon… Estoy en el hospital cerca de la ciudad. Es el único que hay… ¡Por favor, ven por mí! No me gusta este lugar… —Las lágrimas resbalaron por sus mejillas.
La respiración de Park se agitó.
—Estoy cerca… Espérame, mi Karol.
Y colgó.
Karol se quedó sola en la habitación. El doctor aún no regresaba. Todo estaba en calma… hasta que un sonido rompió el silencio.
¡Trac!... ¡Trac!
El viento movió las ventanas, pero Karol sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. Algo no estaba bien.
De pronto, un roce suave en su cuello la tranquilizó. Su corazón latió con fuerza.
—¿Park? ¿Park? —susurró, girándose de inmediato.
Allí estaba él.
—¡Karol, mi Karol! —susurró, envolviéndola en un abrazo—. Te he estado buscando. Te alejaron tanto de mí que no podía oler tu sangre… esa sangre que me vuelve loco.
Karol alzó la mirada.
Su Park… su amado Park seguía igual. Sus cabellos rubios, sus ojos marrones con esa chispa que tanto le gustaba, su sonrisa que la hacía sentir segura.
—Park… tengo que decirte algo…
Pero antes de que pudiera continuar, la puerta se abrió de golpe.
—¡Va… va… vampiro! —balbuceó el doctor, petrificado.
Antes de que pudiera gritar, Park ya estaba frente a él.
—No dirás nada… —murmuró con voz amenazante—. Porque si lo haces, te mataré.
El médico tragó saliva.
—Y hoy no he comido… Es posible que no me aguante las ganas de beber de tu sangre…
—No… ¡No me mates! ¡Por favor!
Park sonrió de lado.
—Está bien… te dejaré vivir. Pero a cambio de tu vida, necesito que hagas algo por mí…
Se inclinó y le susurró algo al oído.
El doctor palideció.
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La historia apenas comienza… ¿Qué será lo que Park le pidió al doctor?
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