Yo te veía.
Siempre te observaba.
Estábamos en el mismo rango dentro de la empresa así que diariamente teníamos reuniones.
Nunca habíamos hablado de nada que no sea profesional.
Todas las mañanas llegaba a mí puesto de trabajo y vos ya estabas en el tuyo con una sonrisa que iluminaba tus ojos.
Creo que secretamente, todos esperaban encontrarte una sonrisa, porque la tuya contagiaba la de otros.
Eras luminosa, llena de energía. Eras como esa brisa que necesitábamos para terminar de despertarnos.
Todos te querían, todos te sonreían.
Tenías, como diría mi mamá, "El Don de gente". Te llevabas bien con todos y todos te amaban.
Desde que me sonreíste a lo lejos para saludarme, amo levantarme para venir al trabajo. Y eso te lo dice alguien que ama dormir.
Siempre ideaba metas para cumplir todos los días. Pero la que se me resistía era hablarte de cosas que no fueran del trabajo.
Pero algo me trababa y no me dejaban salir las palabras. Creo que era culpa de tu sonrisa que no me dejaba pensar.