Estaba extasiada.
Los libros que me habías recomendado eran alucinantes.
No había de un solo género y me gustó tu versatilidad a la hora de la lectura.
Aunque los libros que más me gustaban eran los de suspenso, los títulos que me diste supieron engancharme.
Cuando te dijo todo esto, me empezaste a recomendar más y más, no parabas con tu entusiasmo.
En un momento te quedaste callada, después me explicaste que pensabas que me habías aturdido cuando no era así, y te sonrojarse levemente.
En ese momento no se cual fue mí cosa favorito.
Si tu sonrisa o tu sonrojo.