Después de casi cuatro años juntas y de muchas charlas, decidimos mudarnos juntas.
Alquilamos un espacio para que los tres estemos más cómodos y así empezar una nueva etapa.
Juan estaba feliz de poder tener un patio donde jugar con sus amigos al futbol y nosotras desempacábamos cansadas pero con una sonrisa en nuestros rostros.
La decisión fue un proceso largo y más para vos que tenías mala experiencia en ese ámbito. Te costó mucho dejar parte de tus miedos atrás, sabía que todavía tenías muchos que resolver pero a medida que pasaba el tiempo te ibas a dar cuenta que lo nuestro no era algo toxico, malo y destructivo.
Sino que era algo lindo y puro. No voy a negar que nunca tuvimos peleas porque las parejas perfectas no existen pero nos complementábamos bien.
En los momentos de crisis, tristeza y alegría siempre nos apoyábamos.
Cuando una decía no puedo, la otra nos daba fuerzas para seguir.
Nuestro camino no fue todo color de rosa, hubo grises y algunas veces negro pero siempre pudimos salir adelante juntas.
Luchamos por una vida feliz y a día de hoy todavía lo hacemos.
Te preguntaras porque escribí todas estas cartas con algunos de nuestros recuerdos, la respuesta es sencilla, quiero que seas consiente de que nunca me arrepentí de formar nuestra propia familia. No cambiaría nada de mi vida porque todo lo que viví y sigo viviendo al lado tuyo es lo más especial del mundo, mi mundo.
No cambiaría por nada del mundo tus sonrisas que alegran mis mañanas y que sueño por las noches.
Estas cartas la escribí para que sepas que una vida sin vos y sin tu sonrisa estaría completamente vacía, de eso estoy segura.
Te amo, Amapola y nunca voy a dejar que lo olvides.
Tuya por siempre, Lisa.