La Sonrisa De SofÍa

UN DÍA MUY ESPECIAL

Por fin llegó el tan esperado día, era necesario dar todo lo que estuviese a mi disposición para entregarle a Manuel, el retrato que le estaba haciendo. Aun me faltaban unos cuantos detalles por terminar. Me volví bastante perfeccionista y no quise descansar hasta que el resultado final me satisficiera. No me importó si no me quedaba tiempo libre si quiera para almorzar, lo importante era finalizar todo a tiempo.

Manuel y yo estábamos en la mesa del comedor. A pesar que ya había servido el desayuno, él no había probado bocado alguno, continuaba con la cuchara en la mano, mirando a la nada a través de la ventana.

―Hoy voy a salir, me encontraré con Camilo ―me dijo Manuel un poco serio.

Era evidente lo estresado que estaba al haber dejado el trabajo por nuestra relación.

―Dijo que tiene una propuesta para hacerme, que tiene a alguien con quien me puede contactar ―prosiguió.

―Qué te parece si te tomas unos días de descanso, después retomas la búsqueda de empleo ―le sugerí―. Puedes regresar a la firma, hablar con Oscar y pedirle que te permita retomar el caso.

―¿Volver? ―preguntó con frialdad―. Entonces, ¿para qué hice todo esto? ¿No se supone que era lo que querías?, que dejara todo por ti y te demostrara cuanto te amo porque este trabajo me estaba devorando la cabeza y ahora que lo hago resulta fue una mala elección.

―Mi intención nunca fue que dejaras el trabajo ―en ese momento me di cuenta que mis temores se habían materializado, me culpaba por su elección―. Nunca te dije que renunciaras, solo te pedí mejor trato, más cariño.

―¿Qué quieres que haga? ―Manuel me miró con frialdad al preguntar―. Deseas que me arrastre y le suplique a Oscar que no haga caso a mis palabras y me permita volver al caso que yo rechacé por ti. ¿Sabías que Oscar habló con casi todas las firmas que hay, y lo que hizo fue poner en tela de juicio mis habilidades y responsabilidad en el trabajo? Hoy, Camilo me va a dar una excelente noticia, me dijo que nos encontráramos a las 2 de la tarde. Espero que no me molestes en ese tiempo.

—No lo haré, espero que disfrutes tu día con Camilo. Eres un hombre muy hábil e inteligente, con una excelente formación, pronto la mejor firma te contratará, eso tenlo por seguro. Además, hoy te voy a dar un hermoso regalo ―le dije emocionada, intentando que dejara de pensar en el estrés de su trabajo―. Cuando regreses de reunirte con Camilo, te lo mostraré y espero que te haga muy feliz.

Obedecí a mi madre, supe comprender cuales eran las necesidades de Manuel, entender que él tenía sus problemas y que no podía ser una carga, que era mi obligación como esposa ayudarlo a salir adelante y levantarle el ánimo

―Gracias ―dijo Manuel.

Al terminar el desayuno se levantó y permaneció la mayor parte del tiempo encerrado en nuestra habitación. Pensé que tenía que ayudarlo con la frustración a comprender el fracaso y que en la vida, no todo es como nosotros lo deseamos, que hay quienes corren con suerte y consiguen todo desde el principio sin mucho esfuerzo, pero que para algunos, era necesario esforzarse más de lo habitual, y al parecer esa era una lección que la vida le estaba dando a Manuel. Aprender que no se puede conseguir las cosas, cuando las deseamos, sino que para todo hay un tiempo adecuado.

Alrededor de la una de la tarde Manuel salió de la habitación, se acercó a mí para despedirse y en cuanto salió del apartamento fue a su encuentro con Camilo. Estuve ansiosa esperando que su amigo le diera buenas noticias a mi esposo. De inmediato entré a la habitación de pintura y me dispuse a continuar con el retrato, me faltaba poco para terminar, solo quedaban unos cuantos detalles. En el proceso me di cuenta del talento que tenía y que dejé en el olvido. Los rasgos eran precisos, me sentí satisfecha al ver que mi obra había quedado perfecta.

Al terminar el retrato fui a la cocina a tomarme un vaso de jugó, estaba sedienta. Dispuse toda mi concentración que no me di cuenta del paso del tiempo, eran las 6 de la tarde y yo hasta ahora finalizaba. Dejé el cuadro sobre una repisa de la sala para que el retrato fuera lo primero que vise mi esposo al entrar al apartamento, quería llenarlo de felicidad y se diera cuenta lo mucho que la amaba.

Tomé del interior de uno de los cajones, un marcador de punta fina y una hoja de papel color violeta, en ella escribí una pequeña nota a mi esposo y la dejé colgada en el cuadro, estaba ansiosa a que la viera.

Quise tomar un baño, llené la tina de agua, de esencias y espuma, quería que cada poro de mi piel quedara perfumado para el deleite de mi esposo. Permanecí debajo del agua tal vez una hora, me sentí tan relajada que me sentí renacer con aquel baño. Al salir de la tina, olvide retirar el tapón para dejar que el agua corriera por la cañería.

 Busqué en el armario un hermoso vestido negro y brillante, era el que más amaba utilizar, daba forma a mi figura estilizada. Quería que mi esposo se deleitara conmigo y se sintiera orgulloso de tenerme a su lado. El maquillaje dio fuerza a mis ojos y a mi mirada de miel con la que esperaba endulzar a mi esposo en esa noche tan especial.

Al estar lista, me dirigí a la cocina para preparar una deliciosa cena. Decoré el comedor con una botella de merlot, unas velas rojas en unos candelabros plateados que recibimos como obsequio el día de nuestra boda y amenicé el ambiente con música romántica. Esperé impaciente la llegada de mi esposo para recibirlo con tan grata sorpresa.




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