Sin pensarlo dos veces, situé la mano detrás de su nuca y lo atraje hasta mí, hasta mi hombro, donde empezó a desahogarse como nunca antes lo había visto.
Esta vez, y única hasta el momento, noté como los brazos de Tae me rodeaban por la espalda, apretándome contra su cuerpo en busca del máximo consuelo. Y aquello hizo que se me encogiera el corazón más aún, pues que él hiciera algo así significaba que lo necesitaba demasiado.
Yo le acariciaba su pelo a la vez que le susurraba dulces palabras para tranquilizarle, mientras dejaba que cayera hasta la última de sus lágrimas sin importarme en absoluto que mi ropa se mojara o no.
También, en mi mente no podía dejar de pensar en aquello: <<No…>>.
La primera vez que lo oí hablar.
Su voz terciopelada y grave se fusionaba con el sonido ahogado y el nudo que aguardaba en su garganta.
No sé cuánto tiempo pasó: quizás segundos, minutos, horas….sea lo que sea, no me importaba lo más mínimo.
Sólo me preocupaba el chico – el cuál fue un completo desconocido – que tenía justo en mis brazos.
****
La noche decoraba la ciudad y, nosotros, aún no habíamos vuelto a casa.
Ni pensaba hacerlo.
En ese momento odiaba a mi padre: primero por hablarle así y decir aquellas cosas sin ninguna sensibilidad a un niño y segundo, por haber destrozado una familia sin importarle absolutamente nada.
Para mí, se había convertido en un monstruo.
Por un instante pensé en llamar a Hoseok o Yoongi para que nos trajeran comida, pero lo descarté al ver el estado de Tae. Ya no lloraba, pero sus ojos estaban rojos e hinchados. Su nariz y mejillas estaban de la misma forma. Solo se mantenía sentado en el sofá, con la mirada hacia abajo. Únicamente me respondía moviendo la cabeza hacia arriba y abajo o hacia los lados, usando solo el “si” y “no” con estos movimientos.
- Voy a salir un momento para ir a comprar algo de comer, ¿vale?
Tae asintió decaído.
- ¿Quieres algo en especial? Puedo traerte la comida que quieras – sonreí para intentar animarle.
Negó de la misma forma.
Yo dejé caer un pequeño suspiro ante su tristeza.
- ¿Podrás quedarte solo? – en realidad, me preocupaba bastante dejarle allí. Podría írsele la cabeza y desaparecer o cualquier cosa.
Esta vez, Tae asintió.
- No tardo. Quédate aquí y no salgas. Vendré antes de que te des cuenta – le aseguré mientras iba saliendo por la puerta.
Pero justo antes de cerrarla, me acerqué de nuevo a él y puse mi mano en su mejilla para que me mirara a los ojos.
Simplemente le dediqué una pequeña sonrisa.
<<Todo está bien, Tae>>, <<No te preocupes>>, <<No llores más, no te lo mereces>>.
Quería decirle todo eso, pero esta vez, las palabras no me salían.
Sólo pude hacer ese gesto, el cual, para él pareció más que suficiente.
Poco después, salí de allí y me encaminé fuera del pequeño bosque, hasta la tienda.
Compré unos gimbap, ramen que se cocinaba con unas bolsitas que hervían el agua fría y un par de oniguiris japoneses. Quería asegurarme de que comiera perfectamente.
Pagué rápidamente y me encaminé a toda prisa hacia la cabaña.
Pero al llegar la puerta estaba abierta.
Dos chicos estaban dentro.
¿Hoseok y Yoongi?
O tal vez….
¿Jimin y Jungkook?
Hasta aquí este capítulo~
Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
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