Soy un chico que nunca tuvo una buena vida.
Un chico al que siempre gritaron, insultaron, menospreciaron, e incluso golpearon.
Mi padre se casó con una mujer odiosa, la cual tenía dos hijos peor aún….de tal palo tal astilla… o eso dicen ¿no? Pues en este caso era completamente verídico.
No tenía motivo para vivir….no hasta que la conocí.
Antes de darme cuenta, antes de saber que era hija del empresario que despidió a mi padre dejándonos en quiebra, antes de conocer cómo era su vida, antes siquiera de conocer a sus amigos….yo ya quería estar a su lado para siempre.
Hasta el momento, nadie me trató de aquella manera.
Fue por ella que rompí mi juramento.
Mi juramento de no volver a hablar.
Las constantes amenazas de mi padre, hermanastros y madrastra, los problemas en los que Jimin y Jungkook me culpaban sin yo haber hecho nada….hicieron que mi mente empezara a consumirse.
- ¡Fue Taehyung! – me acusó Jimin.
- ¡No! Papá, yo ni siquiera estaba con ellos, créeme – supliqué.
Mi padre se estaba frotando la sien con las yemas de los dedos mientras intentaba “calmarse”.
Éramos pequeños y Jungkook y Jimin le habían dado un golpe con la bicicleta al coche de papá y le habían manchado la pintura de este.
- ¡Confesad! – gritó el mayor.
- ¡Fue Taehyung! – se sumó Jungkook a la falsa acusación.
- Ni siquiera tengo bicicleta – le empujé.
- ¡No me toques! – dijo este alzando la voz más aún.
- ¡Parad! – nos calló el mayor a los tres.
- ¡Jimin y Jungkook, castigados en vuestro cuarto! ¡Taehyung, dos días sin cenar!
- ¿Sin cenar? ¿¡Por qué!? ¡Yo no fui! ¡Yo estaba viendo la televisión! – repliqué.
- ¿Acaso me estás alzando la voz? – habló mi padre con un tono muy amenazante a la vez que me daba un guantazo en la cara.
- No, señor – dije agachando la cabeza y aceptando mi injusto castigo.
Aquello era el pan de cada día. Todos los días sucedían problemas por el estilo. Las semanas se convirtieron en meses y los meses en años, soportando aquella tortura. Tal vez la historia de la Cenicienta puede representarme en algunos aspectos: madrastra y hermanastros malvados, casi todas las tareas del hogar me las encargaban a mí, no tenía derecho a lo mismo que Jimin y Jungkook….y peor aún, en mi historia ni mi padre estaba de mi parte….podría incluso asegurar que él era el que más me odiaba de todos.
Pero el broche de oro se lo llevó el día del collar.
- ¿¡Dónde está!? – gritó mi madrastra.
¡Hasta aquí este capítulo!
Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
Mil gracias por el apoyo~
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