Los días pasaron.
Al igual que las semanas.
Las heridas físicas fueron sanando...y las mentales también.
- ¡Taehyung! - le regañé - ¿Cuántas veces te he dicho que no te comas el chocolate a puñados?
Este me miró con cara de inocente, mientras sostenía dos tabletas de chocolate al mismo tiempo en sus manos y había restos de este en sus labios.
Simplemente se encogió de hombros y fue a darle otro bocado a su dulce.
- ¡No! Al final te pondrás malo - dije mientras le arrebaté su comida.
Durante este tiempo había desarrollado un amor hacia el chocolate que no era ni normal. Hemos tenido que dejar de comprar chocolate tanto en mi casa como en la de Hoseok o Yoongi ya que, si no sacaba chocolate de aquí, lo sacaba de alguna de las otras casas. Los que no entiendo es que...si ninguno tenemos de este dulce en nuestros hogares...¡¿de dónde sigue saliendo este chocolate?! No sabía que hacer con este niño.
- Como vuelvas a comer chocolate a escondidas...dejaré de quererte - dije eso, obviamente, de broma, solo para "amenazarle", pero él se lo tomó bastante enserio. Tanto que lo vi limpiarse la boca e irse hasta el sofá para tumbarse ahí y enterrar la cara.
- No me digas que... - hablé mientras me acercaba hasta él.
En efecto.
Estaba llorando. Bueno, intentaba controlarlo, pero pude ver como su cara estaba humedecida.
- ¡Oye! Que era una broma - dije riendo mientras le abrazaba, pero él no se dejaba, pues seguía escondiendo su cara. - Tae, levanta, mírame - dije mientras intentaba moverle, pero aunque fuera delgado, tenía bastante fuerza. De alguna manera me las apañé para que se quedara sentado y me mirara. Le cogí con las manos de las mejillas - Nunca dejaré de quererte - le sonreí.
- ¿Me lo prometes? - preguntó de manera tan inocente que tuve que hacer un gran esfuerzo por no comérmelo a besos en ese preciso instante.
- Te lo prometo.
Esta vez él tomó la delantera y me agarró de la nuca, acortando la distancia entre nosotros y juntando nuestros labios en un perfecto beso. Suave, húmedo y cálido. Nuestros labios no podían parar de jugar con los del otro. Poco a poco llegó el turno de las manos, las caricias, las cosquillas. Nos tumbamos en el sofá, yo encima de él. El beso se profundizaba más y más, al igual que las caricias.
- Te quiero mucho, Songi - dijo parando de repente el beso - Eres lo más importante que tengo, lo que más aprecio en este vida. Por ti haría y daría todo. Si algún día me faltas, una gran parte de mi corazón habrá desaparecido. No dejaré que nada más te pase, te protegeré y te cuidaré con todo lo que tengo y más. Songi...¿te...te gustaría...?
- ¡Estaba esperando a que lo dijeras! - dije lanzándome a abrazarle. - ¡Sí! ¡Sí! ¡Y sí! - dije mientras le besaba repetidas veces el cuello y la mejilla.
Al separarme de él y ver su rostro, había una dulce y alegre sonrisa decorando su cara. Junto a ella, una lágrima de felicidad bajando por su cara.
Esta vez fui yo la que, sonriendo, me acerqué hasta sus labios y empecé a besarlo.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
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