Dylan Parker
No merecía ser burlada por esos idiotas sin cerebro, ella es mil veces más inteligente y mejor persona que esos estúpidos.
Gritos y una puerta siendo golpeada constantemente invadieron mis pensamientos sobre esa chica misteriosa.
Mi curiosidad pudo más conmigo, y así fue como me di cuenta que una chica estaba encerrada en los baños. Estúpido el director que se le ocurrió poner la cerradura por fuera.
Al abrir la puerta yo me esperaba un abrazo o algún gracias como minino, pero definitivamente no me esperaba un golpe en la cara. Bueno lo acepto, merecido lo tenía por decirle que la iba a dejar ahí.
—Lo siento, no sabía que estabas ahí
Lo que dijeron era verdad. Es...sorda. Como no me di cuenta antes si compartimos prácticamente todas las clases, y yo que la trate mal.
Es sorda
Su pecho sube y baja, está asustada y yo no entiendo ni una sola cosa de lo que ha dicho.
—Lo siento, no sé qué dijiste. Amm…¿cómo te explico? —me cuestiono, sin embargo, ella está quieta. Al parecer se da cuenta que ninguno de los dos entiende pero ella sigue haciendo esos movimientos extraños con sus manos, suben y bajan, mueve los dedos demasiado raro e incluso hace gestos raros con la cara.
—Detente —tomo sus manos, son suaves. Las suelto y me retiro. Es mejor así.
Dafne Jones
Llego a mi ahora casa caminando y al entrar creo que hubiera preferido quedarme encerrada en los baños.
5 chicos + sin mis padrastros = mugrero y desastre.
Son como 5 remolinos, no, mejor son como 5 niños en cuerpos de adultos. Mucho mejor.
¿Nunca se los presente? Bueno lo haré de menor a mayor.
—¿Por qué llegas tarde? —Me encogí de hombros —Esa no es una respuesta, dime ¿Por qué razón llegaste tarde? —Volví a encogerme de hombros —Yo sé que me entiendes, ahora dime —Coloqué mi mano en su cara y lo empuje hacia atrás.
Carlos, el menor de todos, muy sobreprotector y muy gorroso, no parece que tenga 16.
—¿Puedo jugar? —mi segundo pasatiempo es jugar videojuegos con Alan, aunque siempre pierda y sea una basura para esto no dejo de intentarlo, además se me hace divertido hacerlo enojar siempre que perdemos por mi culpa. Que eso es siempre.
—No, búscate a alguien más a quien ponerle gorro, por tu culpa siempre pierdo —suelto una pequeña risa, que no escuchó.
Ahora Derek, es el tipo ese que trata hacer un sándwich en el microondas. Él es más mujeriego por así decirlo, pero de todos modos lo queremos, aunque sea muy estúpido.
Abro el congelador y la suerte esta de mi lado: un bote de helado de nuez solito para mí. De pronto un olor a quemado inunda mis fosas nasales. Volteo así el tonto que está detrás de mí y lo encuentro con su mejor cara de perrito atropellado.
—¡Te juro que yo no fui! —lo muevo del lugar y para mi sorpresa otro microondas ha sido explotado por este tonto, con este ya serían 3, lastima este era mi microondas favorito.
—Un momento…¿Eso es aluminio?
—¿Qué? ¡Claro que no!... ¿Qué es aluminio?
—No te hagas el menso. ¿Qué no sabes que si pones aluminio en el micro explota?
—Bueno ahora lo sé —se encoge de hombros.
—Limpia eso —señalo al pobre microondas que ya está muerto. Que descanse en paz.
—Sí, ya voy, mamá.
Regreso al comedor con mi vaso de helado en mis manos y bajando las escaleras me encuentro a Leslie con una cobija alrededor de él, arrastrándola por el suelo, con la nariz súper roja, aclaro no es una chica. Momentos después podemos presenciar cómo se cae de los últimos 5 escalones y levantarse de un salto.
—¡Estoy bien! ¡No tienen que preocuparse por mí!
—Nadie lo hizo —Sale Derek de la cocina, comiendo el mismo sándwich quemado del microondas. Asco.
—¿Estas bien?
—Ven como ella si se preocupa por mí…si, gracias —sonrió en repuesta. Para después ir donde esta Leo.
—Hola
—Hola, pequeña. ¿Quieres ver una película?
—No, ni de broma, yo estoy con el televisor.
—A ti nadie te hablo Alan.
—Pero que aburrido ver una película de señas.
—Es el turno de Dafne, quítate —se levanta del sofa junto al berrinche de su vida. Si, él es muy berrinchudo.
—Traje las palomitas —llega Derek a mi lado con un gran bol lleno de palomitas.
—¿No había explotado el microondas? —cuestiona Carlos dudando si comer o no las palomitas.
—Sí, pero aún funciona…¿Van a comer o no?
—Yo creo que paso —dije lo más segura, no quiero comer palomitas con sabor a quemado y luego que me duela el estómago.
—¡Paso mis calzones! ¡pésquenla! —convivir con ellos desde los 5 me ha enseñado cuando es que gritan y cuando hablan. Y por lo visto no es nada bueno lo que dijo Alan.
Editado: 07.05.2021