Las lágrimas saladas mojan mis mejillas mientras mantengo la mirada fija en la nada. Es increíble cómo puedes perder tu mundo entero de un momento a otro. Cómo alguien que estuvo a tu lado toda la vida puede desaparecer para siempre, dejando solo dolor en tu alma.
Ahora estoy esperando a la única persona que sé que me ayudará con el enorme problema que tengo. La única persona que me apoyará es este hombre, el hombre al que amo. Sé que a su lado podré encontrar una solución a todo, que despejará mi mente y juntos podremos decidir cómo actuar.
Hace un día murieron mi madre y mi abuelo. Las únicas dos personas que me quedaban. Murieron en un accidente automovilístico, culpa de un imbécil que iba borracho y los atropelló sin piedad. Ahora estoy sola en el mundo, con mi pequeño hermano de tan solo cuatro años. Y yo, apenas una chica que acaba de terminar la escuela y estaba buscando a qué universidad ingresar. Solo soy una joven de dieciocho años que ahora deberá cuidar de un niño, sola en el mundo, sin ayuda, sin trabajo.
Sin nada.
El sol, anunciando que pronto se ocultará, me hace suspirar y mirar de forma extraña el parque donde estoy esperando a mi novio, quien aún no ha llegado, lo que es raro, ya que suele ser bastante puntual.
—¿Tú eres Ariadna? —miro hacia abajo y una pequeña niña que no conozco me sonríe y me observa con curiosidad. Es una niña que nunca antes había visto.
—Sí, soy yo —respondo con voz ahogada. Estoy agotada tras el día de ayer, mis ojos están irritados y siento un vacío en el pecho, como si en cualquier momento pudiera derrumbarme.
—Me enviaron a darte esto —dice mientras me entrega un sobre—. Adiós —se marcha antes de que pueda preguntar quién lo envió. Llenándome de curiosidad, abro el sobre y descubro un papel doblado. Rápidamente lo desdoblo y leo su contenido.
"Ariadna, si estás leyendo esto, quiere decir que estoy muy lejos de ti. ¿Sabes que cuando te conocí me enamoré de ti? Pero, al parecer, ese amor no era lo suficientemente fuerte como para no engañarte. Te engañé varias veces, no solo una. Cada vez que evitaba que nos viéramos era porque te estaba engañando. Lo siento, pero siento por ella algo más fuerte que yo mismo. Estoy siendo sincero contigo, espero que seas feliz y que algún día me perdones.
Para: Ariadna
De: Marcos"
En ese preciso momento, mi mundo se termina de desmoronar. Lágrimas y más lágrimas son las únicas compañeras en mi dolor.
Despierto de manera abrupta, siento el corazón latiendo acelerado, el sudor recorriendo mi cuello y la ira aún burbujeando bajo mi piel. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que soñé con lo que ocurrió el día que mi vida cambió por completo.
Niego despacio, suelto un enorme suspiro y salgo de la cama.
La mañana fresca me hace estremecer, pero sé que mi horario ya está en curso y no es como si tuviera mucho tiempo que perder. Por eso, tomo una ducha tranquila, cepillo mis dientes y trato de que mi humor no sea amargo porque hay responsabilidades que cumplir, cuentas que pagar y un niño de ocho años que educar y atender.
Salgo del baño con una toalla envolviendo mi cuerpo, busco en mi clóset una camisa blanca y la falda de tubo negra que utilizo para mi trabajo, junto con los zapatos cerrados. Ato mi cabello negro en una coleta alta y utilizo un maquillaje suave.
Salgo de mi habitación bajando las escaleras. La verdad es que, con el tiempo y el trabajo que tengo, he podido darle una buena vida a mi hermano, algo que al principio no fue así. Fue complicado encontrar un empleo de la noche a la mañana cuando no tenía experiencia en absolutamente nada y era un desastre andante.
Mi pequeño hermano Alex ha sido un niño comprensivo, porque me fue difícil explicarle por qué tuvo que perder un año escolar, ya que no había dinero en casa para costearle sus útiles y todos los gastos. Apenas nos alcanzaba para comer, pero ahora, ahora las cosas están muchísimo mejor.
Preparo el desayuno de ambos, tratando de evitar recordar el sueño que tuve, que más bien es un recuerdo muy claro de lo que ocurrió la última vez que dejé entrar a un hombre en mi vida.
Cuando termino el desayuno, me doy cuenta de que vamos muy retrasados.
—¡Alex! —el grito que suelto despertaría a una nación, pero sé que es necesario porque cuando no puedo supervisarlo, él se queda hasta tarde despierto jugando uno de sus videojuegos.
—¿Sí, hermana? —Alex baja limpiando la baba que tiene en la mejilla. Reprimo la risa que quiere brotar de mis labios y pongo cara de enojada. La verdad es que es muy difícil estar mucho tiempo enojada con él. Ese niño, desde la muerte de mi madre y abuelo, se volvió mi razón de vivir. Nada me importa más que su bienestar.
Dejar mis estudios fue un episodio muy doloroso para mí, pero no había comida en la mesa y debíamos sobrevivir. Por eso, al principio intenté buscar ayuda en la familia de mi madre, pero todos me dieron la espalda porque nadie quería cargar con dos personas que eran una enorme responsabilidad.
Mi padre murió cuando era pequeña y fue huérfano, así que tampoco tenía de dónde apoyarme. Todo lo que teníamos éramos nosotros dos. Así que sequé mis lágrimas y me convertí en una chica grande.
—Es tarde, vete a vestir, tengo que llevarte al colegio —él asiente temeroso de mi reacción.
—Claro hermana, en seguida bajo —sale corriendo escaleras arriba y me permito reír de su reacción. Alex corretea de un lado a otro, eso lo puedo escuchar desde el primer piso mientras se arregla. Cuando Alex está listo, nos vamos los dos en mi coche.
—Te quedaste jugando anoche cuando dije que te durmieras —miro de reojo cómo traga saliva y asiente—. ¿Qué te dije sobre no dormir tarde? —solo faltan tres cuadras para llegar al colegio de Alex. Elegí su colegio cerca de casa y en dirección al trabajo para no desviarme.
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Editado: 24.01.2025