La Subasta Perfecta

1. La invitación.

Muchos sostienen que venimos con una estampilla invisible pegadas en nuestras frentes.

Una que dice para qué es que estamos aquí. Con que motivo, por las cosas que pasaríamos, y los desafíos que enfrentaríamos.

Y obviamente como no se podía ver, no había manera de que nosotros pudiésemos saber que decía, ni que hablar de adelantarse a los hechos para querer ganarle al destino.

Y créanme que en más de una ocasión quise revelarme contra ella, deshacerme de eso que determinaba quien debía ser, como me debía comportar, con quien debía salir. Juro que más de una vez me acerque al espejo e hice lo imposible para quitarla, pero como podrán adivinar, todo esfuerzo fue en vano.

Por lo que tenía dos opciones, aceptarla y seguir con mi vida como alguien allí arriba lo había previsto o bien podía tomar las riendas yo y hacerme cargo de las consecuencias que tuviese que pagar en el camino.

No me malinterpreten, había tenido una buena vida en casa, padres amorosos, un buen grupo de amigos y en la escuela estaba al tanto de que algún que otro chico había suspirado por mí más de una vez. Sin embargo eso no había sido suficiente para mí, ni en ese momento ni ahora, aquello fue motivo suficiente para no querer involucrarme con nadie, no a fondo al menos.

Y aquí dos años después, luego de hacer girar el globo terráqueo que estaba en mí mesa de noche que descansaba al lado de mí cama en mí antigua habitación, me encontraba en la paradisíaca ciudad de Seattle, la capital mundial de las grandes empresas, como Amazon y Microsoft.

Y bien si hubiese podido aplicar para trabajar allí, no lo hice, no podría entregarme a las masas, antes muertas, además había un lugar que había robado mí corazón desde el primer instante en que puse un pie dentro de él...

Starbucks. El lugar donde los sueños se hacen realidad.

Y posiblemente esto no es lo que mis padres hubiesen deseado para mí, tal vez ellos hubiesen querido algo mejor, como que fuese una importante y destacada científica o una reconocida doctora, aunque esto no era lo que yo quería y al fin y al cabo la única que iba a vivir no mí vida era yo, nadie más podría hacerlo.

No quería llegar a mis 60 años y estar llena de arrepentimientos, prefería caerme y levantarme, aprendiendo de cada error que cometiera en el trayecto hasta mí meta final. Ser una persona feliz.

—Necesito que lleves esto a la mesa tres— pidió Kalley cargando en una bandeja una porción de pastel de chocolate y una enorme taza de café que hizo que mis tripas rugieran en respuesta.

Coloque mí delantal, envolviéndolo alrededor de mí cintura y rebusque en uno de sus bolsillo la pequeña chapita de metal que tenía grabado mí nombre. Athena.

—Y no te le quedes mirándolo así— exigió  Kal— Si no desayunaras tan ligero en las mañanas, nada de esto te pasaría— agregó en un tono que dejaba en claro cuánto le molestaba mis malos hábitos a la hora de comer.

—Sabes perfectamente que esa no es precisamente mí comida favorita del día, es más, si pudiese quitarla de mí rutina, lo haría.

— Estoy seguro de que así sería. Y eso sería un gran logro para ti, no tanto para las personas que te rodeamos. ¿O debo recordarte lo que pasó unas semanas atrás? Vaya espectáculo montaste— comentó irónico abriendo sus ojos como un búho.

Déjenme aclarar algo, ese día estaba muy nerviosa, acababa de enviar mí solicitud para aplicar a una de las universidades más prestigiosas de la ciudad. Si lo conseguía podría al fin ir detrás de mí sueño de convertirme en una afamada periodista de espectáculos. Por lo que si metía aunque sea el más mínimo pedazo de comida a mí boca, está permanecerá demasiado en mí interior. Cosa que no sucedió.

Y Kal, quien además de ser mí compañero de trabajo, era mi compañero de piso, sabía esto, y había insistido en que probar aunque sea un trozo del brownie que había dejado sobre la mesa, ¿y saben que sucedió? No lo hice y acabe colapsando enfrente de todos nuestro clientes.

— ¿Sabes que creo? Que te preocupas demasiado por todo. Estaré bien— le asegure y le di la sonrisa más honesta que pude sacar en aquel momento— Comeré algo en mí descanso. Lo prometo— agregué guiñándole un ojo y sosteniendo con cuidado la bandeja entre mis manos— Deséame suerte.

—Ve a por ellos, pequeña tigresa— respondió antes de regresar a sus tareas.

Déjenme decirles algo, muchas personas subestimaban a las que trabajábamos aquí. Creían que era una empleo mediocre, vacío y que lo a duras penas podía considerarse como una manera "digna" de ganarse el sustento. Por mí parte yo no podía estar más en desacuerdo con los que pensaban eso, y de hecho tenía mi opinión, bastante formada en lo que veía, respecto a ellos. Engreídos y soberbios, eran los calificativos más "suaves" que podía darles.

Lamentablemente eran ellos los que garantizaban al final del mes no terminar durmiendo debajo de un puente, por lo que tenía que ser agradecida y comportarme como la chica más feliz y vivaz cada vez que me acercaba a sus mesas.

—Mira a quien tenemos aquí—dijo uno de los hombres que se encontraba sentado frente a mí, con una postura que daba cuenta de que no había nada en este mundo que lo preocupase o lo alterase— La diosa del Olimpo, la reina de mis ojos. ¿Alguna vez te había dicho que los tuyos son los más hermosos que había visto?— preguntó con un tono baboso en su voz.

—No es por tirar abajo tu intento de halagarme pero estoy casi segura de que Hera fue la diosa del Olimpo y no Atenea,  que por cierto su nombre poco y nada tiene que ver con el  mío —señalé mi cartel— Aquí dice: A—T—H—E—N—A— pronuncié letra por letra de manera sumamente exagerada, para ver si por lo menos así captaba la idea—Aunque tomo el cumplido—afirmé colocando lo que había pedido sobre la mesa—Después de todo es de ella quien tomé las mejores características para moldear mi personalidad, su sabiduría y fortaleza me ha convertido en quien soy hoy— confesé dando un pequeño girito, mi delantal ondeando en el aire.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.