La Supervivencia de los Ocho Peones (libro 1)

Capítulo 1

¡Las vacaciones habían comenzado! El día estaba muy soleado. Con una enorme sonrisa en su rostro, Kháli se estiró recostada en el césped. 

Alguien se recostó a su lado y no necesitaba girar para saber que se trataba de su mejor amigo, Jim.

Él miró hacia el cielo también. - Veo que ya estás disfrutando del tiempo libre.

Su sonrisa se amplió y giró para verlo. Jim era de tez negra, sus dientes de un blanco radiante a comparación, sus labios eran gruesos, el poco cabello que cubría su cabeza era crespo. Sus grandes ojos eran de un celeste fuera de lo ordinario que resaltaban de una forma increíble a comparación de su piel.

–Síííí,– respondió ella tirando de su suéter de lana. - ¿No tienes calor?

Él ignoró su pregunta. –¿Ya recibiste tus calificaciones?

–Sí, pasé todas. ¿Tú?

Jim hizo una mueca –Perdí matemáticas e inglés.

– ¿Otra vez, Jim? ¡Todos los años pierdes esas materias!

Él se encogió de hombros y le dio la espalda. –Las ganaré en recuperación. Ya, dejemos de hablar de eso, son vacaciones.

Ella negó con la cabeza, su gruesa trenza negra apenas agitándose. A sus trece años, le parecía que Jim no se tomaba los estudios en serio. – Tú fuiste el que preguntó primero. Y no son vacaciones para ti, deberías estar estudiando.

–Apenas es el primer día, todavía tengo tiempo para estudiar. 

Kháli hizo una mueca de desaprobación aunque ya no comentó nada. No solía pelear con Jim; de alguna manera le tenía mucha consideración. Ella no tenía madre pero aún tenía a su padre, en cambio él vivía con una familia adoptiva que lo aceptaron sólo porque el gobierno les daba dinero.

Él giró nuevamente. – ¿Qué miras? – preguntó con un poco de agresividad juguetona.

–Nada bueno, – ante su respuesta recibió un suave codazo que hizo que riera. – Será mejor que me vaya, mi papá ya ha de haber llegado a casa.

Jim optó por quedarse en el suelo. –Sí, sí, ve por tu celular.

Kháli se fue y corrió por las pequeñas calles de piedra hasta llegar a su casa. Entró justo cuando su padre sacaba el regalo del armario. Un presente para celebrar que había pasado al siguiente año de estudios. 

Frunció el ceño al ver el paquete, pues era demasiado grande para ser un simple celular. 

Su padre, Jerome, era un hombre de estatura no muy elevada, con cabello café claro que se unía con su barba y bigote. Colocó la enorme caja encima de la mesa del comedor, no con poco trabajo, haciendo que sus gafas resbalaran. Se los compuso encima de su nariz y se giró para ver, con una enorme sonrisa, a su hija de pie viendo la caja con la boca abierta y el ceño fruncido aún.

–Sé que eres anticuado, pero no puedo creer que no sepas cómo es un celular…

Él sonreía todavía y comenzó a abrir la caja con una cuchilla.–No es un celular –. Con mucho cuidado, sacó unas piezas y las fue colocando en la mesa redonda. Kháli se acercó para ver mejor, eran muchas estatuillas de unos 15 cm cada una.

–¿Qué son? – preguntó con curiosidad.

–Es... ¡un juego de ajedrez! – exclamó satisfecho cuando terminó de vaciar la caja, Kháli lo contempló sintiéndose para nada complacida. – Te prometo que trataré de conseguir tu celular para navidad, pero quería que tuvieras esto, –Después de una pausa añadió: — Perteneció a tu madre.

– ¡¿Qué?! – A esto, rápidamente escogió la primera pieza que estuvo a su alcance y la examinó con atenta curiosidad y fascinación. Tener un objeto de su madre, quien apenas había sido mencionada en toda su vida, hizo encender su entusiasmo como un interruptor. Su padre sonrió una vez más y le pellizcó una de sus mejillas regordetas, quitó la caja de manera que sólo quedó su contenido en la mesa y arrimó una silla para sentarse ahí. 

Afuera estaba atardeciendo, apenas se oía el rumor de la gente que aún andaba en la calle.

Kháli esperaba experimentar melancolía al tocar el juego de ajedrez, pero era como si el estímulo no fuera suficiente para provocar alguna reacción. Se sintió culpable así que quiso que su padre le hablara un poco sobre ella.– ¿A mamá le gustaba el ajedrez?

Él se removió incómodo. Parecía no saber si reír o llorar. –Bueno, no precisamente. Verás, el ajedrez es un juego muy antiguo, proviene de la historia de verdaderos guerreros y grandes batallas. – Kháli le dedicó una mirada curiosa pues de pronto los ojos de Jerome no veían a su hija, su vista estaba puesta sobre la mesa, pero se notaba que su pensamiento estaba mucho más lejos de ahí. -¿Quieres que te cuente un poco más? 

Ella asintió percatándose de lo serio que se había tornado. Olvidó sus vacaciones, su celular y sus calificaciones. Poco a poco, se enfocó más en el suave tono de voz de su padre.

–El ajedrez está basado en las guerras de dos grandes Imperios. El Imperio Blanco, y el Imperio Negro-. Parecía tener dificultad para encontrar las palabras correctas, algo inusual en él. - Cada Imperio tenía su propio pueblo y un pequeño pero poderoso ejército destinado a protegerlo. Las piezas del ajedrez representan a este ejército. Cada miembro contaba con increíbles habilidades particulares que les ayudaban en la lucha y estrategia de batalla. Los Reyes, evidentemente, eran los líderes, – prosiguió tomando la pieza más alta de todas del lado blanco. – Con su poder de persuasión, una sugerencia era una orden y una orden era un mandamiento inquebrantable. Con sus ojos podían localizar a los otros catorce Guerreros y debían estar siempre pendientes de los movimientos de cada uno de ellos y los de su enemigo. Eran el núcleo que conectaba a toda esa red de soldados.



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En el texto hay: romance, batallasepicas, romance drama aventura

Editado: 01.05.2024

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