La Supervivencia de los Ocho Peones (libro 1)

Capítulo 2

El corazón de Kháli empezó a latir fuertemente.  Se acercó  y examinó al Alfil para ver si en alguna parte se le colocaban baterías, lo cual no tenía sentido por el material con que estaban hechos, pero intentó ver la mínima rajadura para ello, sin ningún resultado.  

Vio el Alfil de frente.  El rostro en blanco hizo que surgiera en ella un poco de  inseguridad que no había sentido el día anterior. La contempló por lo que pareció varios minutos muy de cerca. Posiblemente las piezas habían sido movidas por un pequeño sismo que ella no había sentido. Poco satisfecha con su explicación, quiso alejarse del tablero y salió de su casa para esperar la hora en que Jerome regresaba.

Pasó el resto de la tarde simplemente caminando por las calles y dejó que su mente divagara. 

Se detuvo en una colina para contemplar el pequeño pueblo y por primera vez en mucho tiempo, pensó en su madre.  A Jerome no le gustaba hablar de ella. Kháli no sabía más que su nombre: Ariadna. 

Hubo varias veces en que Jerome había insinuado que no tenía idea del paradero de Ariadna. A sus trece años, Kháli se consideraba a sí misma ya una persona madura. El tema de su madre le causaba a Jerome un tremendo dolor por lo que ella ya no lo había abordado. Si estaba viva o muerta era algo que le oprimía un poco el pecho cuando lo consideraba, pero no le quitaba el sueño.

Comenzó a anochecer y decidió regresar a casa. Esperaba encontrar a su papá, pero la oscuridad en las ventanas le informó que aún no había nadie. Jerome regresaba normalmente a las 6. Dieron las ocho y Kháli seguía sola.

Extremadamente preocupada, no sabía qué hacer.  Después de pasearse de un lado a otro, imaginando mil cosas malas, se decidió por ir a la casa de Jim. Dudaba que su amigo pudiera hacer algo, pero la idea de estar con alguien era reconfortante.

Tardó menos de cinco minutos en llegar. La habitación de Jim tenía una ventana como la de ella así que se asomó por ahí en lugar de llamar a la puerta y tener que encarar a los horribles Hortens. No había nadie en la habitación. Constaba de una cama bastante pequeña y  una mesa alta. Encima de ella, Kháli vio con sorpresa, estaban los pedazos de la Torre que se había quebrado el día anterior.  Al lado, había pegamento, cinta de aislar, silicona y lo que parecía un patético intento de unir las piezas.

Sin dificultad, abrió la ventana y entró. Sonrió tristemente al ver los trozos de piedra caliza y se imaginó a Jim desvelado intentando ensamblar la Torre del Rey nuevamente. En ese momento entró a la habitación su mejor amigo. Después de la sorpresa de verla, se mostró avergonzado de su fracaso en querer reparar el daño.

–Lo lamento, – dijo él mirando al suelo.

Ella asintió.–Lo sé. De todas formas es para colección, no para jugar, – añadió tratando de animarlo. - Mi papá ya hizo otra. Deberías verla, es idéntica.

Jim sonrió. Kháli no quería desvanecer su alegría, pero su amigo notó su estado de ánimo. – ¿Qué sucede?

Ella comenzó a jugar con su playera, sus manos temblaban de nerviosismo. –Yo… vine porque mi papá no regresa y no sé qué hacer…

–¿Jerome sigue afuera? Qué extraño, ¿No te dijo que se retrasaría?

Ella negó con la cabeza. - Aún dormía cuando él se fue… no hablamos hoy.

Los hombros de Jim se relajaron un poco. – Tal vez pasó a algún lado. Vamos, te acompaño mientras lo esperamos.

La sonrisa de Kháli denotó un alivio inmenso. –Gracias. 

Jim tomó su abrigo y se disponían a salir cuando escucharon un disturbio afuera de la habitación. La señora Hortens discutía con un recién llegado y aunque se distinguían las voces, no se entendía lo que decían.

-¿Quién crees que es? - preguntó ella.

Él se encogió de hombros, su rostro estaba preocupado y confundido a la vez. - Otro cobrador probablemente.

El ruido incrementó y se escucharon golpes. Ambos dieron un par de pasos atrás, sea quien fuera la persona, venía hacia ellos. De pronto se abrió la puerta y un hombre alto entró. Tenía el cabello completamente liso, gris oscuro y alcanzaba sus hombros para unirse con su barba creando una capa que ocultaba su cuello totalmente. Era delgado y llevaba puesta una túnica beige. Los ojos de Kháli se posaron de inmediato en tres marcas blancas que el hombre tenía en su rostro. Dos de ellas cubrían sus ojos negros y penetrantes; la tercera cruzaba sus labios.

El hombre miró a cada uno de ellos, su boca entreabierta. La sorpresa se transformó en completa alegría. Como si fuera un padre que veía a sus hijos después de mucho tiempo de estar separados. - Por Dios… - musitó. - Están aquí…

-¿Y quién es usted? - preguntó Kháli sintiendo su piel erizada y sus piernas temblar.

Su voz pareció despertar al extraño de su estupor, extendió la mano y parpadeó; con una voz grave dijo:

–¿Ustedes son parientes de Jerome?

Ambos se estremecieron. Kháli tartamudeó: - ¿Co…conoce a mi padre?

–¿Quién es?, – quiso saber Jim – ¿Por qué entra así? ¿Dónde está la señora Hortens?

El hombre alzó sus manos como señal de que no tenía la menor intención de lastimarlos.



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En el texto hay: romance, batallasepicas, romance drama aventura

Editado: 01.05.2024

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