La Supervivencia de los Ocho Peones (libro 1)

Capítulo 3

–Esto no está bien. ¿Qué está sucediendo? - preguntaba Kháli, intentaba no sollozar, estaba tan confundida e intimidada por sus acompañantes que sentía un nudo en la garganta.

Jim se quejó de dolor a su lado. 

-¿Está rota?, – le preguntó ella inclinándose sobre él.

–No, – se colocó la manga en la nariz para detener el sangrado. – Y estoy de acuerdo. No me gusta nada esto. 

Ambos miraron de soslayo a los gemelos que estaban sentados con una actitud sombría y silenciosa.

Kháli sentía sus hombros temblar. - Esperemos que nos lleven con mi padre. - Su voz se quebró y comenzó a llorar desconsoladamente. Jim la abrazó, haciendo que cayeran unas gotas de sangre sobre el cuello de ella.

Después de varios minutos se sintió más tranquila y se enderezó limpiándose las lágrimas con su manga. 

La nariz ya no le sangraba a Jim. 

Ella dio un largo suspiro y miró a su alrededor, sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad. No había nada además de ellos. 

Kháli y Jim permanecieron en silencio unos minutos. Ninguno se atrevía a dirigirle la palabra a aquellos hombres; se limitaron a escuchar el ruido del camión y cualquiera que proviniera de afuera. El camión se mantuvo firme. De afuera no lograron percibir nada.

Finalmente fue Jim quien se armó de valor. – ¿A dónde nos llevan?

Los hombres no contestaron. Uno de ellos les lanzó un bolso. - Por si tienen hambre, - informó con voz ronca, sin mirarlos a los ojos.

Ambos adolescentes retrocedieron ante la voz tan brusca como el aspecto de quien provenía. Tomaron la mochila, pero ninguno la abrió.

–¿Viste el hombre que nos perseguía? - Kháli preguntó de forma que solo Jim pudiera escuchar.

–No, por si no lo notaste, estaba viendo fijamente el suelo.

Ignorando el sarcasmo Kháli prosiguió. – Tenía las mismas marcas que Menttor pero negras y había algo más extraño en su rostro.

– ¿Lo conoces?

–No, no es eso. 

Se escuchó un sonido extraño y el camión se sacudió abruptamente.

-¡Oh! ¡¿Qué fue eso?! - quiso saber Jim.

-No sé, pareció un dispar…¡Ugh!

La sacudida se repitió y fue más violenta. 

-¡Vamos a estrellarnos! ¡Sujétate!

Se tomaron de las manos, pero fueron pronto separados después de otra sacudida tan violenta que hizo al camión comenzar a dar vueltas. La puerta se deslizó bruscamente hacia arriba. Kháli cerró los ojos. Las violentas sacudidas parecieron durar una eternidad y se sintió flotar por los aires momentáneamente para después golpearse con algo. No se dio cuenta que había salido del camión hasta que su rostro fue a dar con césped seco. 

Se colocó de rodillas. Se sentía desorientada. Era un milagro que estuviera viva.

-¡Kháli! - escuchó a lo lejos. - ¿Dónde estás?

Kháli escupió la planta que se le había metido en la boca. -¡¿Jim?! ¡Aquí estoy! ¡¿Estás bien?!

El camión se había detenido. Lo vio volcado y vacío a un lado de la carretera. Menttor estaba a cierta distancia, encarando al hombre de las marcas negras, y en ese momento, Kháli pudo ver claramente lo que tenía de malo su rostro, en el lado izquierdo predominaba una horrible cicatriz que desfiguraba su piel.

-¡Fausto! - gritó uno de los gemelos que estaba cerca de ella.

-¡No! - gritó a su vez Menttor. - ¡Llévenselos de aquí! ¡No se detengan!

Una vez más, Kháli fue alzada del suelo, sujetada por un enorme brazo de un gemelo que pronto comenzó a correr.

-¡No, Kháli! 

-¡Jim!

Miró hacia todos lados buscando a su amigo. Jim también iba cargado por el otro. Los gemelos corrieron tan rápido que parecía que aún iban en el camión. Sus zancadas eran largas y bruscas. A Kháli le comenzó a doler la cintura.

Avanzaron un largo tramo. Cuando dejaron la conmoción muy atrás, continuaron sin parar. Se adentraron entre árboles, la maleza comenzó a hacerse más espesa y sus rostros fueron azotados sin piedad.

-¡Paren, ya no puedo más! - gritó ella al sentir agonía en su estómago. 

Ambos hombres la ignoraron.

Pasaron lo que pareció horas hasta que un gemelo le indicó al otro que se detuviera. Pusieron a los jóvenes en el suelo sin ninguna delicadeza. Ambos se sentían muy adoloridos.

-¿Y ahora qué? - preguntó uno de los hermanos viendo en la dirección de donde habían llegado.

El otro se encogió de hombros. -Pues esperamos a Fausto.

Se quedaron callados.

-¿Crees que ese marcado está solo?

-Así parecía…

-Entonces no es una gran amenaza. Me siento ridículo por no matarlo ahí mismo.

Mientras tanto, Jim y Kháli intentaban recuperar el aliento. Estaban sumamente cansados. Por otro lado, los enormes hombres ni siquiera jadeaban, parecían tan tranquilos como si estuvieran de paseo.



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En el texto hay: romance, batallasepicas, romance drama aventura

Editado: 01.05.2024

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