La Supervivencia de los Ocho Peones (libro 1)

Capítulo 21

-Creí que era una broma de mi padre, – explicó Alan entregando una taza de chocolate a cada uno de los Peones.

El padre aún tenso, había decidido llevarlos a su casa. Esta era muy pequeña, constaba únicamente de dos dormitorios, no tenían comedor, sólo una sala en donde estaban sentados en ese momento, con un sofá y dos sillones. En un extremo de esa habitación estaba una estufa portátil con dos hornillas, ambas encendidas calentando la cena y al otro extremo se encontraba el baño.

El sol había descendido por completo. La habitación estaba oscura, tuvieron que encender una vela, pues el desastre de la biblioteca había causado que los cables eléctricos se cortaran. El único sonido que se escuchaba era el tintineo de la taza contra el plato que tenía el padre de Alan en sus manos, no había dejado de temblar y contemplaba al vacío desde que se había sentado.

-Conozco la historia de los Peones desde que era pequeño, – continuó Alan sentándose al lado de su padre. – Mi padre es profesor de historia en la Universidad Romero, ha investigado a los Guerreros toda su vida y enseña sobre ellos. La poca gente que ha escuchado de ellos, creen que es mitología. Cuando me levanté un día y tenía las marcas en las muñecas pensé que mi padre las había pintado como una broma y cuando ustedes me dijeron que eran Peones creí que mi padre los había contratado. Nunca...

-¡Yo sabía que eran reales! – intervino su padre con voz carrasposa y fijó su mirada en los jóvenes que tenía enfrente. – Peones…qué maravilloso, mis alumnos casi no me prestan atención en clase, piensan que estoy loco, pero ahora mírenme ¡tomando chocolate con los Peones! ¡Y mi hijo es uno de ellos! Pero… -frunció el entrecejo – Nunca pensé que fueran tan jóvenes....

Pareció haber un suspiro unísono. -Es una larga historia, - fue lo único que dijo Kháli.

-Maravilloso, – musitó él emocionado como si le hubieran explicado todo. – Cuando Alan me dijo que ustedes habían venido por él, fui yo el que pensé que me estaba gastando una broma. Él sabe mi fascinación por los Guerreros, creí que se había pintado las muñecas para molestarme… ¿Es cierto… que será el Rey?

Ella no quería profundizar en eso. De pronto se sentía muy cansada. -Creo… que es mejor que no nos adelantemos…

-¿Y quién será la Reina?, – quiso saber Alan.

Sin responder, todos giraron a ver a Diana, quien se encogió de vergüenza. Alan se acarició la barbilla mientras la contemplaba. – Nada mal. Creo que me gustará ser Peón.

Reff entrecerró los ojos. 

El padre sirvió más chocolate. -Y esa mujer que los atacó ¿quién era?

-Su nombre es Valerie, – contestó Cai, – es un Alfil del Imperio Negro

El padre de Alan se atragantó con su chocolate y tosió varias veces. - ¿Ella era un Alfil? ¿Conocí a un Alfil Negro? ¡¿Y salimos con vida?! – estaba muy emocionado limpiando su boca y camisa con una servilleta, sumamente distraído. - ¡Magnífico!

-Lo que no entiendo es por qué atacaría sola, – comentó Kháli dirigiéndose a sus compañeros. – Es la primera que alguien lo ha hecho. Ni siquiera las Torres se han aparecido por su cuenta.

-Es obvio que nos subestimó, – dijo Cai.

-¿Y qué Alfil no lo haría?, – intervino el padre de Alan. – Jamás pensé que un Peón pudiera superar a un Alfil, tuvimos bastante suerte.

-Algo más que me confunde, – Kháli continuó, – es que Alexandria dijo que usamos la Ayuda y ellos utilizan algo llamado “Techno”, pero Valerie no lo usó hoy ni cuando te encontró a ti, – dijo mirando a Cai, - ¿Por qué?

-Deja de pensar en ello, – dijo Jim con un tono cansado. – Estamos vivos ¿Por qué importa?

-Ese es mi punto exactamente, Jim. ¿Sobrevivimos al ataque de un Alfil? Se supone que son los más inteligentes y rápidos del ejército ¡y aun así escapamos! Algo no anda bien…

Reff asintió. -Tal vez tenga algo que ver con el hecho de haber congelado los árboles. Las líneas en nuestras muñecas no aparecieron al mismo tiempo y poco a poco hemos ganado resistencia. No fue algo súbito. Quizás pasa lo mismo con ellos, su poder aún sigue despertando lentamente gracias a Alexandria.

Los demás estuvieron de acuerdo. Kháli tomó un sorbo de su chocolate. - Tiene sentido.

-Eso quiere decir que no hay de qué preocuparnos – comentó Jim.

-Estás olvidando el ataque de la pelirroja, – Cai observó con amargura.

-Y creo que los de la nariz cubierta también pueden lastimarnos, – añadió Kháli. – Tal vez tengamos una oportunidad con los Guerreros Negros en este momento, pero también debemos preocuparnos de sus aliados..

Hubo silencio por unos momentos, todos estaban concentrados en sus propios pensamientos. Los frijoles comenzaron a salir de la sartén. El padre de Alan se levantó y le sirvió a cada uno con dos rodajas de pan que devoraron de buena gana. 

Mientras comían, Alan intentaba conversar con Diana, pero Reff tenía que servir de traductor, era la primera vez que se le miraba cercano a estar molesto. Cai y Jim discutían sobre cómo Valerie había atacado en la Biblioteca. El padre de Alan no dejaba de interrogar a Kháli 

-¿Es cierto que los traidores tienen marcas en sus ojos y boca? ¿En qué escaque viven los Guerreros? ¿Qué otra clase de criaturas existen? ¿Es verdad que los Caballeros son vegetarianos? ¿Es verdad que a las Torres les crecen cuernos cuando llegan a una cierta edad? ¿Stephen Hawking era un Alfil? 



#3876 en Fantasía
#4580 en Otros
#524 en Aventura

En el texto hay: romance, batallasepicas, romance drama aventura

Editado: 01.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.