La Supervivencia de los Ocho Peones (libro 1)

Capítulo 27

Jerome se había quedado dormido abrazando a su hija. Alexandria entró a la habitación silenciosamente. Parecía como si sus movimientos fueran sigilosos por naturaleza. Se dirigió directamente hacia su discípula.

-Alístate, estamos a punto de llegar.

Kháli se sentó en la cama y se restregó los ojos. -¿Qué hay de mi padre?, – preguntó en voz baja.

-No es un Guerrero, es demasiado arriesgado si sale y solo estorbará. Seguirá dormido aquí. Estará a salvo.

A Kháli le seguía sorprendiendo la facilidad con la que podía dejar a su familia. En su lugar, sentía tirones y ansias para volver a estar con sus amigos.

En la cubierta estaban los demás esperando. El cielo estaba nublado y el viento soplaba fuertemente.

-Viajaremos entre escaques ahora, – dijo Alexandria haciéndose oír sobre el ruido de las olas. – Cuando lleguemos no tardaremos en ser atacados así que manténganse en guardia. Recuerden que nuestra prioridad son los Peones y capturar a Fausto.

-Vivo o muerto, - añadió Rita.

-No. Muerto.

Alexandria contemplaba las nubes de color grisáceo,  - ¡Ajsik! – gritó. El barco ascendió bruscamente y casi al instante aterrizó de manera violenta sobre aguas negras bajo un cielo igual de oscuro.

El caos que hubo a continuación fue inmenso. El barco apenas había tocado el agua cuando fue atacado por dos Foiloks enormes. A uno, Rita lo partió a la mitad con sus manos y al otro Julian lo atravesó con su espada. Los Peones no pudieron evitar estar impresionados, había tomado cinco de ellos para matar a uno pequeño, una Torre y un ex-Caballero habían eliminado a uno cada uno sin ninguna dificultad.

-Tzakom q’anal, – exclamó Alexandria cubriendo el barco con una especie de aceite que prevenía a los Foiloks subir en él.

El aire se llenó de gritos. Había cientos de Foiloks en el agua, cada uno con decenas de bocas gritando obscenidades e insultos. El ruido era casi insoportable y el número de Foiloks hacía imposible que el barco avanzara.

-¡Los Peones están ahí! – El Alfil señaló la única construcción que había a la vista la cual era una especie de pilar cuyo color en la parte más baja era blanco pero la parte superior se mezclaba con el color oscuro del cielo. No tenía ninguna ventana. Ante la vista del pilar, Kháli sintió el impulso de dirigirse hacia allá inmediatamente. – El agua de aquí no es ácida, – añadió Alexandria al ver la ansiedad de su aprendiz por irse. – No se separen. -Saltó al agua seguida de los otros.

El agua llegaba a la cintura de los Peones. Era negra por la tinta derramada de los Foiloks; se les hacía imposible ver sus propias piernas. Los tripulantes, junto a los Guerreros, se abrían camino cortando los tentáculos y matando a los Foiloks que se interponían.

Kháli se dio cuenta que a pesar del inmenso número de Foiloks que había en ese lugar, ellos contaban con una gran ventaja: las bestias tenían una gran cantidad de bocas pero no tenían ojos, nariz ni oídos. Sus tentáculos eran poderosos, mas los golpes que daban eran al azar, tratando de destruir cualquier cosa aunque, eran incapaces de ubicar nada sin antes tocarlo. Kháli aprovechaba esto para poder atacar antes de que lo hicieran las criaturas. Ahora, le parecían relativamente débiles; no quería perder tiempo con esos monstruos, así que gritaba: – Choyik, – haciendo que los tentáculos se partieran. Reff y Alexandria también utilizaban la misma palabra. Mientras los dos Peones alejaban a un Foilok, el Alfil mataba a tres de ellos. 

Alan fue dado una espada, la cual agitaba torpemente haciendo tan solo pequeños cortes.

Durante la ardua lucha, el grupo pronto fue separado. Reff y Kháli fueron lanzados lejos por un golpe de tentáculo, otros tripulantes fueron arrojados al otro extremo. Cuando los dos Peones se levantaron, no podían divisar a los demás. Kháli no perdió tiempo buscándolos sino que continuó dirigiéndose al pilar sin perderlo de vista, Reff decidió permanecer con ella. Seguían cortando tentáculos e intentando caminar por el agua pesada. Solo podían pensar en sus amigos.

De repente algo cayó sobre Kháli, tirándola al suelo. Intentaba quitarse de encima lo que fuera esa cosa, pero debajo del agua le fue imposible. Sin embargo, la cosa resultó ser una persona que se levantó y la ayudó a ponerse de pie, dando una bocanada de aire al salir. Resultó que Alan también había sido lanzado justo donde ella había estado.

-¡Rápido, debemos apresurarnos! – exclamó ella sin molestarse en sacudirse el agua sucia.

Alan miraba hacia todos lados. -¡Perdí la espada!

-¡No importa, vamos!

La marea incrementaba. Alexandria se abría paso por otro lado. Había perdido de vista a Rita y Julian. Una figura  pequeña se acercaba a ella rápidamente. Ella jamás había conocido de frente a esa persona, pero sabía exactamente quién era. Valerie, la aliada de Fausto. 

Los Foiloks no le hacían daño a Valerie mientras esta se acercaba. Interesante, pensó Alexandria..

Kháli, Reff y Alan lograron llegar a las rocas en cuyo centro estaba la construcción. Cuando lo hicieron, se dieron cuenta que no era un pilar exactamente, sino un faro. 

Estaban heridos, en los brazos, piernas y rostros; todo eran pequeñas inconveniencias para llegar con sus amigos.



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En el texto hay: romance, batallasepicas, romance drama aventura

Editado: 01.05.2024

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