Nadie sabe nada sobre qué inició con esto, ni la naturaleza de aquel sentimiento. Resulta que el novio de Makía Itzabella, Ruderfilio, un día había perdido el interés por todas las cosas que le rodean. Por la mañana se paró, y escuchó la voz de su madre preguntándole si iba hacer ejercicio, la respuesta de Ruderfilio fue negativa, su mamá salió de su cuarto, medio dormido aún no se pudo dar cuenta de que le había respondido, si es que hubo contestación alguna. Se sintió muy extraño, pues hace años que se mudó y vivía independiente.
Ruderfilio al fin pudo cobrar conciencia de que ya no estaba durmiendo, la mañana estaba un poco pasada, decidió influenciado por la holgazanería poner una rutina de ejercicio por Youtube en lugar de salir de su casa;la falta de interés y su desgano lo tenían doblegado. Cómo él mismo lo había previsto, el día parecía ser lo mismo de siempre, con la diferencia de que todo lo que alguna vez le apasionó, ahora solo le desdeñaba.
Se acordó de que creía en Dios y de qué era domingo, momento de refugiarse en los brazos de su señor, pero incluso el creador tenía sus límites, puesto que su poder no llegaba hasta ser capaz de extinguir la indiferencia de Ruderfilio, e igual que con su rutina de ejercicio, vió la transmisión en vivo del culto de su iglesia.
Al mediodía tenía flojera de cocinar su almuerzo, intentó leer a Kafka y pese a ser su escritor favorito, no pudo deshacerse del aburrimiento; recordó que tenía una novia el muy malnacido y que hace un tiempito que no la tocaba ni con un palo, la llamó, a ver si aceptaba venir a echar un rapidín. Cuando ya estuvo Makía en su casa, intentaron coger en la incómoda cama de Ruderfilio, sin embargo al hombre aburrido le falló el amigo, no sabía si tenía algún problema de disfunción, o falta de ganas que su mismo cuerpo intentaba darle a entender, quizá le había dejado de gustar el cuerpo de su novia, quién sabe si, el de todas las mujeres también, ¿Se habría cambiado de equipo?. Decepcionada su pareja guardó silencio.
-Perdóname, pero en este momento se me han bajado todas la fuerzas de voluntad que siempre me habían caracterizado -Se excusó Ruderfilio.
En ese instante le surgieron unas fuertes ganas de ponerse a escribir, sería acerca de alguien con quien pudiera sentirse reflejado. Corrió bruscamente a su novia a un lado y se dirigió velozmente a la sala. Comenzó a escribir en su computador lo siguiente, y al mismo tiempo lo recitaba:
«Desde que me levanté por la mañana no he podido tomar ni la más sencilla e inconsciente decisión, sin sentir una gran pesadumbre al hacerlo, como si deseara dormir por siempre, no obstante ahora el hecho de estar despierto y al tanto de mi abatimiento me lo impide de manera contundente. Aparentemente no tengo salida, quiero encontrarla, aunque su acceso puede ser imposible, no sé exactamente a que intento llegar con todo esto. No tengo intención de ser pretencioso, no es la impresión que deseo transmitir, ni siquiera tengo la más mínima idea del por qué inicié este escrito.
Quise hacer ejercicio, salir a correr e ir al gimnasio, cómo la rutina que llevo desde que dejé a mamá...»
-No sé, pero ahora me han entrado las ganas de hablar con ella… voy a llamarla.
El hombre abatido agarró su celular marcando el número de su madre, se sorprendió al oír la voz del móvil diciéndole "se le informa que el número que usted ha marcado no existe".
-Tú no tienes madre, eres huérfano -Le recordó la novia.
-Sí, soy huérfano, pero tengo otra madre que sí está viva, ya que fui adoptado por parte de una pareja de mujeres, así que soy doblemente huérfano porque murieron mis padres biológicos y una de mis madres adoptivas -Le confesó Ruderfilio.
-¡Nunca me hablaste de eso!
-No estaba lo suficientemente aburrido para contarte algo que ni a mí me importa.
Ruderfilio se volteó nuevamente a su computador y reanudó su especie de “discurso”:
«He olvidado que una de mis madres había muerto, aun, olvidé que asistí a su funeral. He tenido tan cómoda vida, que en un principio no me aburría, y por consiguiente era incapaz de sentir el dolor de una pérdida de tal magnitud, tanta era mi inmunidad que mi mente acabó suprimiendo el recuerdo. Ella era la escéptica, la creyente debe estar congregandose, no quiero interrumpirla.
La cuestión es que ahora no puedo evitar ser indiferente a los placeres en los cuales siempre me había deleitado, ya no puedo sentir empatía ni por mi novia y le muestro desdén, no me he cambiado de equipo y no necesito irme a experimentar con un hombre para corroborarlo. ¡Un diario! Eso tal vez es lo que quiero, es probablemente por lo que el deseo de escribir algo así, sacado de la nada, ha penetrado en mi ser. Soy un escritor, pero antes de ser escritor, he sido y soy un lector;por lo tanto esto no puede ser más que una señal divina, para que pueda consolidarme y madurar mi arte literario hasta llegar a la altura de los grandes autores que han sido una inspiración para mí. Por tal razón es que ahora tengo desprecio por las cosas de este mundo, pues todo lo que tengo aun así sean logros, los tomo por basura, en comparación al descubrimiento de mi llamado.
Puede parecer que he perdido los cabales, no pasa nada, me da igual, sus críticas vacías solo mostrarán cómo siempre el vano anhelo de los hombres por igualarse a Dios. ¡Ten cuidado, con aquellos que te hacen una crítica constructiva y no han construido nada en su vida!.»