La tengo la mira

Capítulo III

Capítulo 3

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(Narra Carlos)

Al entrar al edificio me encontré con Bernardo Hernández, el presidente de esta empresa LESDA, a su asistente personal, una hermosa mujer que a pesar de tener una edad promedio a 45 años, era completamente bella, ojos verdes, pelo rubio corto, alta, de gran cuerpo y una bella sonrisa, y también un fastidioso gerente llamado Samuel Álvarez, este me miraba de pies a cabeza como si fuera su cena de esta noche.

Al entrar al elevador Samuel se acercó a mí, pero gracias a Erick que se interpuso entre nosotros...

-Arg, me gustan los chicos malos...como tú- y se muerde el dedo índice con coquetería, y solo pude notar la cara de mi amigo que se ponía de mil colores por las inmensas ganas de despegarse a este gato que no para de restriagarse en su brazo.

Al salir del elevador o más cuartito de castigó, para Erick más que nada, nos dirigimos hacia una gran puerta de madera color caoba que a las palabras de Bernardo era la sala de juntas, al abrirla por completo, la contemplé, ahí estaba ella, de pie con esos hermosos ojos inocentes. Aún que mi cara estaba fría, ceria y sin emoción alguna, por dentro mi corazón estaba agitado...

-No me jodas- es lo único que dijo, y con ello camino hacia mí dirección, sentí que mi corazón se iba a salir, y cuando nuestras miradas se cruzaron, lo único que leí en ella fue desprecio, odió, resentimiento cosa que me dejó helado.

Admito que irme así no fue lo correcto, pero en esa mirada podía notar que no solo eso pasó...salió echa una furia, y no la volví a ver por ningún lado.

<<Tranquila muñeca, te recuperaré sin importar nada>>

-Me presentó, mi nombre es Diego Guzmán, soy el nuevo dueño de LESDA, espero que en mi estancia aquí todos trabajemos en sintonía- en mi cara no había emoción alguna, como siempre, con mi cara ceria y fría como mi personalidad, pude notar como todos se tensaron, justo lo que quería provocar.

Dada por terminada la reunión me dirigí hacia mí despacho, pero no dejaba de pensar en ella, así que me dispuse a ponerme al día con los proyectos de la empresa, para distraerme.

Cuando eran las 8:42 pm, me levanto y doy por terminada mi jornada de trabajo, tomo mi abrigo y me dispongo a salir del edificio. Ya fuera de este, veo llegar mi auto, y una idea paso por mi mente, ir a recorrer la ciudad.

-Sr. Guzmán, ¿quiere ir directamente a su departamento?- pregunta Érick, abriendo la puerta del copiloto de mi BMW negro mate.

-Vamos amigo, deja de ser así, vamonos de fiesta- hago que él se suba al asiento del copiloto y yo me dirijo hacia el del piloto, aceleró y en menos de 15 min ya estábamos frente una disco, una de las muchas que visitaba. 

Bajamos del auto y nos dispusimos a entrar simplemente como dos amigos que quieren levantar vestidos. Al entrar la música estaba al máximo, se podía oler el alcohol y la droga (de buena calidad eso lo puedo asegurar), también se podía oler las hormonas exitadas de todos los chicos y chicas que bailaba en la pista.

Al ir caminando por la pista, pude sentir el peso de las miradas de las chicas, que nos miraban como corderitos que querían ser devoradas por un lobo ambriento, y no era para menos, Erick y yo éramos los hombres más guapos del lugar, sonreí un poco al ver a mi amigo idiotizado por tantas chicas, pero de la nada mi sonrisa se borró, se esfumó, como por arte de magia, y ahí estaba ella, mi muñeca, con su pelo castaño ondulado, un maquillaje sencillo que hace resaltar sus rasgos finos y delicados y con ese vestido, se miraba condenada mente sexy resaltando sus curvas perfectas y cada parte de ella como si hubiera sido retocada por los mismos Dioses, me quedaba claro que ya no era una niña, está como Dios manda, y bailando tan sensual con.....un tipo?.....enchine los ojos, pues no creía que ningún imbécil se atreviera a manosear lo que es mío, y menos de esa forma, lo que más odió es compartir las cosas que son mías! 

-Oh no imbécil, esa muñeca es mía- lo digo mientras camino con paso firme en su dirección, y Erick detrás de mí, sin poder siquiera hacer algo, por él más que nadie sabe cómo me pongo cuando tocan lo que es mío...

Llegó y le tocó el hombro al idiota que tiene a mí lindura entre sus asquerosas manos, y en cuanto voltea, le propinó un golpe que lo tiró al suelo de una   - espero aberle roto la nariz- en ese momento ella voltea confundida por lo que pasa, y como si fuera en camara lenta veo lo hermosa que es, sin darle un segundo doy un paso hacia adelante y la jalo de la cintura, para atraerla hacia mí, y tener en mi poder lo que es mío, frente a frente, dejando en claro las cosas, pero quede echizado al notar que su cabello aún tiene ese olor a chocolate, y ese aroma natural de su piel, mmmm, ¿que es?...coco?, si, eso es, su piel tiene el exquisito olor a coco, cierro los ojos respirando su aroma, al abrir los ojos me encuentro con unos grandes, hermosos, y exóticos ojos celestes adornados con sus hermosas pestañas que gritan inocencia y parpadean desconsertados, pero tiernamente que solo me vuelven loco.

 




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