Capitulo 13
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Narra Magaly
Despierto, con la respiración agitada, mi vista es nula a causa de una luz cegadora que me impide ver el panorama completo en el que me encuentro, mi cabeza punza, un dolor insoportable que se apodera de ella, tocó levemente la parte que siento que está expuesta y noto una venda alrededor de mi cabeza, respiro profundo (desearía no haberlo hecho) ese olor, ese olor que detesto con todo mi ser, el olor a hospital, a medicamentos, a anestesia, hacen una combinación que me provoca náuseas y pavor a tal grado de ser el tema principal de mis pesadillas y ser la razón de querer salir de este lugar ahora mismo sin imposición alguna, sin cordura alguna y sin importar en qué estado me encuentre.
En este mundo existen olores, sonidos, y sensaciones que cada persona detesta en específico, para muchos puede ser; el sonido que provoca el contacto de una caja de cartón con otra, el sonido de un gis en el pizarrón que provoca que tu piel se erize y tus bellos se pongan de punta. El olor a excremento de perro, el olor a vómito que causan náuseas y se penetra en tu nariz a tal punto de sentir el sabor en tu paladar. La sensación de caer de algo muy alto, la sensación de morir cuando vez un payaso maléfico, etcétera, para mí son los hospitales, su olor a medicamentos, la sensación de estar ahí postrada en una cama, dependiendo de cables y mangueras conectadas a tu cuerpo para respirar o alimentarse, el sonido de un aparato que constantemente hace un sonido estresante al ritmo de tus latido, los gritos de dolor de las personas, sus cicatrices, heridas e incluso faltantes de alguna parte de su cuerpo, y aun lo peor, mi punto débil, mi talón de aquiles... la sangre.
<<No puedo más!>>
Me levanto, aliso mi pelo (para que por lo menos no se note que estoy perdiendo la cordura), me he desconectado el suero que está pasando por mis venas, <<estoy hasta el tope>> de este lugar, de este sentimiento, de esta vulnerabilidad, me a costado levantarme, y estar en nuevamente en mis cabales, así que no dejaré que todo mi trabajo se vaya a la basura, lo que he sufrido, ha Sido algo merecedor para un libro de suspenso y con un final terrible, uno de esos en el que los personajes principales van por distintos caminos, y muy a pesar de intentar ser felices son incapaces de serlo.
Así es mi vida en este preciso momento, una historia, que por más empeño que ponga en disfrutarla, llevarla con tranquilidad, tengo la necesidad de terminarla pronto y recapitulando los capítulos de mi vida, se que el final, será un asco, una miseria, todo lo contrario a un "felices por siempre"…
Al ir caminando en dirección a la puerta de la habitación para salir de este lugar de una vez por todas, noto que es un hospital bastante lujoso, la habitación en la que me encuentro es bastante grande, y fría, estoy SOLA. Tengo de admitir que la vista es estupenda, se ve todo el centro de la ciudad, los altos edificios llenos de luces, además la noche está oscura, y al parecer...un poco triste, creo que lloverá.
Giró la manija para abrirme paso, pero, soy detenida en seco, en el pasillos se encuentran más de 20 hombres con trajes oscuros y auriculares, todos con un semblante serio, parecería que son robots, sin sentimientos.
-Señorita, ¿que hace afuera?, ¿Se encuentra mejor?- pregunta uno de los hombres
-Si, muchas gracias, pero ya me voy-
<<Uy yu yuy, creo que esas no eran las palabras>> al instante su semblante se vuelve nuevamente serio, un poco oscuro y no parece exactamente preocupado por mi salud, sino por su cuello.
De repente todos los hombres se colocan en el centro del pasillo dándome a entender que no tengo paso.
-Solo necesito dar un paseo- odio mentir, pero es eso, o soportar este maldito lugar.
-Lo siento mucho señorita, pero tenemos órdenes de nuestro jefe de no dejarla sola ni un segundo, y si desea dar un paseo, nosotros la acompañaremos-
<<Vamos Magaly, es eso o nada>>
-Ok- todos los hombres nuevamente me dan paso por el pasillo, y cuando voy pasando cinco van detrás de mí, cinco por delante, cinco a mi derecha, y cinco a mi izquierda, más aparte el que va sosteniendo mi brazo, para apoyarme en él. Subimos al elevador, solo 6 personas, los demás bajaron corriendo por las escaleras y rampas para discapacitados hasta llegar a la primera planta.
<<Piensa, piensa, qué hacemos para salir de aquí?>>
Y una idea viene a mi mente…
<<Voy a hablarle a mamá o a Lai para que vengan por mí>>
Las puertas del ascensor se abren y salimos de él. Caminando se escuchan voces familiares, pero también un despapaye.
-Tus lágrimas no cambian nada, la destruiste y ahora estás de llorón, eso no cambia nada, ahora pagarás por lo que has hecho y espero que, así como hiciste llorar a mi hija lo llores, pero en lágrimas de sangre, maldito infeliz.
<<¿Mamá?>>
-CUIDE SUS PALABRAS SEÑORA, conozco a Carlos desde el primer instante en que nació, y nunca, jamás en mi largo tiempo con él lo había visto llorar ni cuando su mamá fue encontrada muerta, no lloro y no crea que no fue porque no amaba a su madre fue porque su madre antes de morir lo hizo jurar que nunca lloraría por nada ni nadie y así lo hizo hasta el día de hoy, cargo con la responsabilidad de consolar a toda su familia, ¿usted cree que un niño de 9 años tenía que ser fuerte ante la muerte de su madre para dar consuelo a los demás?, no lloro, ni pidió piedad ante los azotes y castigos de su padre después de la muerte de su madre, no puede exigir cosas que no sabe, ¿cree que el dejo a la única mujer que ha amado a su suerte?, NO, se fue por que lo amenazaron con quitarle la vida a su hija y él se entregó a cambio de su vida, lo golpearon, azotaron y apuñalaron durante 2 meses consecutivos y cuando lo liberaron lo dejaron como un santo Cristo, estuvo en coma por 4 meses y después de despertar del coma fue obligado a tomar una vida que él no escogió.