La tentación de la novicia

꧁ CAPÍTULO 2 ꧂

☆꧁༺✿ El pueblo ✿༻꧂☆

 

《Si tan solo no hubiera ido al arroyo》 esa frase no dejaba de cruzar por mi mente desde que había salido la primera palabra de mi mentira. Lo que debía hacer después de cambiarme y curarme era encerrarme en la capilla y rezar para obtener el perdón por andar de pecadora, si eso era una pecadora por andar viendo a ese engendro del mal, era lo que él representaba en ese entonces para mí.

 

No pude ir a rezar porque no podía moverme para ningún lado, tuve que rezar en mi habitación. La comida la habían llevado a mi habitación, mas no la comí, lo único que pasaba por mi mente era ponerme en ayuno por haberme dejado llevar por la carne.

 

Me coloque ungüento para que el tobillo no se me inflamara, dos días habían pasado inmóvil, en esos días solo había tomado agua, y para mi suerte la madre superiora había hecho una suposición de que mi ayuno se debía a mi plegaria de curación. No la contradije preferí que se quedará en eso.

 

—Hermana Clary, un hombre la busca —mi cuerpo se tenso al escuchar que un hombre me buscaba.

 

—¿A mí, ¡Quien!? —pregunte y exclamé alarmada, no podía ser ninguno de mis familiares, ellos siempre avisaban cuando venían.

 

—Es un hombre muy alto —Me dijo.

 

—Dile que no puedo moverme, que estoy ocupada —la hermana me miró y supuse lo que diría.

 

—No puede mentir hermana Clary, y mucho menos yo.

 

—Hermana Clary, el padre la necesita con los animales —Agradecía internamente de que no iba poder ir con aquel hombre.

 

—Ya voy, dile que estoy ocupada y que deje su recado contigo —Dije saliendo de la capilla.

 

¡Ay Dios! Se que no debo mentir, pero estoy segura de que es el demonio del arroyo.

 

Pensé para mis adentros, no supe quien era el hombre y por mi mejor.

 

Al tercer día salí ya que tenía que ir al pueblo precisamente a la pequeña clínica que había en ese pueblo, siempre ayudaba al doctor Espínola, él era un señor bastante mayor y era el único doctor del pueblo, yo me había ofrecido en asistirlo en las consultas y algunos otros aspectos que sucedían en el pueblo.

 

Ya mi tobillo estaba bien así que fui caminando al pueblo, al llegar a la clínica entré y pasé al consultorio.

 

—Buenos días doctor Espínola ¿cómo le ha ido? 

 

—Bien gracias, me da gusto que estés mejor y que me ayudes el día de hoy.

 

—Es un placer ayudarlo y sobre todo ayudar a estas personas tan necesitadas.

 

—Para mi también lo es hermana Clary —Asentí.

 

—Iré a ver si alguien llegó —Salí del consultorio y me senté en la silla detrás de la pequeña mesa a esperar algún paciente de consulta o de emergencia esas eran las que más llegaban.

 

Al no llegar nadie empecé a revisar algunos expedientes hasta que de repente se escucharon gritos, salí y abrí la puerta corrí hacia una pareja de inmediato la reconocí era Berta, una joven muy amable ella estaba en periodo de gestación y al parecer había llegado el momento del alumbramiento.

 

—No aguanto —Gimoteo ella, tome una de sus manos y la ayude a entrar.

 

—Acuéstate aquí ya traigo al doctor —Fui por él doctor.

 

—Doctor afuera está Berta al parecer ya llegó el momento, voy a preparar todo —Sin esperar respuesta salí y fui al pequeño cuarto, tome toallas y llene una olla de agua para poner hervir el agua y desinfectar algunos utensilios que usaría el doctor por si se daba alguna situación y claro también para desinfectar sus manos y las mías.

 

Entre al cubículo con todo lo necesario y lo coloque a un lado. Tome la mano de Berta y con un pañuelo húmedo seque su frente.

 

—Cuando sientas contracciones puja —Le advirtió el doctor.

 

Sentí como su cuerpo se tenso y pujo, pedí a que su niño naciera bien, seguí secando su frente y cuello mientras ella pujaba. Trataba de alentarla y darle fuerza, pero sabía que eso era imposible.

 

—Hermana Clary, es mejor que tome al bebé en cuanto salga—. Me moví de lugar y le sonreí.

 

—Todo estará bien Berta, el señor hará su voluntad en ti, aquí estaré contigo —Los minutos pasaban y con ello el agotamiento de Berta.

 

Media hora después de un gran empujón salió la criatura una hermosa niña, la cual tomé en brazos, la limpié y se la entregué a su madre, ella feliz la recibió con gran amor y ternura, mi corazón dio un brinco al verlas.

 

Después de ayudar a las dos salí de la habitación para dejarlas descansar. Después de ello atendimos otros pacientes y al fin mi día había terminado. Los nuevos padres se habían marchado a su hogar.

 

Caminé por todo el pueblo para dirigirme al convento, iba tan pensativa en lo ocurrido con Berta, como había dado nueva vida, era hermoso, pero eso no estaba en mis planes, nunca me vi siendo madre lo mío era ayudar a los demás, eso me hacía sentir plena y me llenaba el alma. Tan sumida en mis pensamientos iba que no me di cuenta cuando choque con algo, o mejor dicho contra alguien, mi cuerpo se tenso al sentir sus brazos rodear mi cintura, al levantar la mirada quise salir huyendo, una gran sonrisa se le dibujó en los labios.

 

—Señorita al fin la encuentro.

 

—Disculpé no lo vi —Me separe de él.

 

—Ya lo noté, ya se encuentra bien, ¿cómo está su tobillo? Fui a verla, pero me dijeron que estaba ocupada —Virgen santísima si era él, fue lo que pensé de inmediato.

 

—Si estaba ocupada con los animales, le agradezco mucho que me haya ayudado con permiso —Traté de irme, pero él me detuvo.

 

—Hermana no sabia que le molestaba charlar con un pobre hombre descarriado —Mi ceño se frunció al escucharlo decir aquello. —Debería ayudar a una pobre oveja perdida, no sé… guiarme en el buen camino, no es así.



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En el texto hay: amor imposible, millonario, novicia

Editado: 20.04.2024

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