La teoria de Jesse Jones.

Hey, chica solitaria.

Mi teoría era fácil de comprender para cualquier persona. Creo que las personas solo se pueden relacionar con quienes compartan formas de ver la vida o hayan pasado por situaciones similares. Este no estaba siendo mi mejor día, tampoco mi mejor día y estaba seguro de que no sería mi año, pero algunas cosas están fuera de los limites en lo que puedo hacer o no.

Mientras caminaba por los pasillos luego de detención, pude ver una larga cabellera castaña moverse por la brisa que se escabullía entre el interior de la escuela. La larga melena tenía destellos pelirrojos por el sol de media tarde de este otoño. En otro momento, estoy seguro que ni siquiera hubiera percibido su existencia, pero sabía quien era ella, se trata de Brooke, el centro de todos los rumores. La chica era simplemente hermosa a la opinión popular, por sus ojos azules y sus labios carmesí. Antes estaba en un grupo de tres chicas junto a Bonnie y Wendy, a todos les resulto sorprendente que de repente se dividieran y quedara por un lado ese par y por otro ella. No me importaban los rumores, pero si hay algo que me llamaba la atención en este momento y es que ella, estaba sola al igual que yo. Comence a seguir su paso, la chica entro a un salón vacio y tomo asiento en la primera fila frente al escritorio del profesor. Ella dejo su cuerpo caer en el banco. Estaba ahí, pero mi duda ahora era que podía decirle, para acercarme a ella, porque hace mucho tiempo no me vi obligado a tener que intercambiar palabras con alguien. Mi tiempo para pensar había acabado y estaba frente a ella, reposado en el escritorio. Levanto la vista y me miro fijamente, sostuvo su rostro con una de sus manos, se veía inexpresiva, con sus carnosos labios abiertos y su mirada relajada.

-Hey, chica solitaria. – Fue lo primero que me ocurrió decir.

La chica arqueo sus cejas, seguido de esto miró hacia la ventana, ignorándome. Tal vez fueron unos pequeños minutos, pero el silencio hacia que parecieran eternos. Finalmente, la chica se digno en responderme.

-¿Chica solitaria? – Me preguntó. Su voz era suave, tranquila, como si lo que le dije no le pareciera algo interesante.

Mi mano se dirigió a mi nuca. ¿Qué me costaba simplemente decirle “Hola”? pero ya estaba. Una pequeña risa se escapo de los labios de Hailey. Eso fue algo un poco reconfortante.

-Sí, supongo que tienes razón. – Respondió levantándose y caminando hacia la salida, antes de cruzar la puerta se detuvo, - ¿Cómo te llamas? – Preguntó.

-Jesse, ¿y tú? – Le pregunte aunque ya sabía la respuesta, porque decirle “Me llamo Jesse, ya sé que eres Hailey, ¿sabes que todos están hablando de ti y esas dos chicas con las que te juntabas?, ¿Qué sucedió?” me iba a hacer ver como un acosador.

-Hailey, adiós. – Fue todo lo que dijo y salió del lugar.

POV’s Hailey.

Sentí los pasillos de la escuela algo triste, incluso melancólicos, aun cuando estaban rodeados de personas riendo, amigos y novatos en el amor que creen que van a durar por siempre. El pasar por aquí me da tristeza, porque muchos fueron los que pasaron por aquí, muchas historias fueron contadas aquí y nadie más que quienes las vivieron las recuerdan, quedando atrapadas en este espacio, destinadas a ser solo memorias y eso, eso me sucederá a mí y a muchos otros.

Apenas pise fuera de la escuela, sentí como si un peso callera fuera de mis hombros. La escuela solo me gustaba cuando estaba vacía, y aunque parezca contradictorio, el pensar e imaginar historias con las fotos de viejos alumnos que cuelgan por los pasillos. El camino hacia el hospital se me paso rápido y antes de darme cuenta ya había llegado a mi último día como voluntaria. Me gustaba estar ahí, me gustaba leerle cuentos a los niños, limpiar cuartos para que los pacientes se sientan mejor y cuidar a los más pequeños en las salas de juego. Mi padre era quien dirigía el hospital, un cardiólogo profesional y dedicado a su trabajo. Cuando le dijo que iba a buscar voluntarios para que los pacientes se sientan mejor (más que nada dedicado a niños internados) no tarde en anotarme. Pero ahora, no me sentía del todo bien y presentí que no estaba trabajando como correspondía, ni dando lo mejor mi misma. Mi última tarea era enseñarle a una nueva voluntaria su tarea. Abrió una puerta, donde varios voluntarios esperaban que le asignaran sus tareas, ahora eran muchos más de cuando recién empezaron, por lo que las tareas iban a ser más específicas.

-¿Ciel Claumore? – Llame por lista a quien le tocaba.

Una chica de ojos verdes, con cabello rubio y ondulado se levanto de su asiento, parecía nerviosa.

-Soy yo. – Habló con timidez.

-Un gusto conocerte, mi nombre es Hailey, ¿Estás lista para que te asigne tus tareas? – Prgeunte.

-Sí. – Responde con firmeza.




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