La teoría del casi

Capitulo l

Lía

Cuando vi el correo de Dante, lo primero que pensé fue: qué imbécil.

"Boda de tu hermana, necesito verte" —dante—

Ni un "hola", ni un "perdón por desaparecer hace cinco años", nada. Solo eso. Cómo si todo fuera normal. Cómo si yo no hubiera pasado los últimos años preguntándome cómo podía desaparecer así de mí vida. Lo deje abierto un rato, mirando la pantalla, preguntándome si debia borrar el correo o gritarle directamente. Opté por hacer lo que hago siempre: quedarme con el café frío y maldecir en silencio. No tenía ni idea de cómo sería volver a verlo. Supuse que más incómodo que otra cosa. Porque, claro, él siempre lograba que las cosas cotidianas de sintieran raras. Cómo cuando éramos pequeños y me hacía comerme algo raro de su mamá "porque era saludable" y yo terminaba odiando lo.

—genial —murmuré—. Reencuentro con Dante. Qué divertido. Dejé la laptop abierta sobre la mesa, la taza de café olvidada a un lado, y me recosté en la silla, cruzando los brazos como si eso ayudará a que el mundo no me diera vueltas. Necesito verlo. Qué estupidez. Mí primer instinto fue responder algo rápido y cortante: "ok, nos vemos". Pero eso habría sido demasiado fácil. Demasiado civilizado. Me pase la mano por el cabello, intentando ordenar las ideas. ¿Que demonios hacía él apareciendo justo ahora, justo en la boda de mí hermana? ¿Que esperaba lograr? ¿Que me derritiera frente a la pantalla de la laptop? Porque no. No iba a pasar.

Me quedé mirando el correo abierto un rato más, como si las palabras pudieran cambiar si las observaba lo suficiente. Pero no, ahí seguían, tranquilas, descaradas. Necesito verte. Tan simple. Tan él. Cerré la laptop de golpe y me levanté. Camine por el departamento sin rumbo, con esa sensación en el pecho que no sabía si era enojo, sorpresa o... Algo peor. Cinco años sin una sola palabra, y ahora reaparece como si nada. Cómo si no me hubiera dejado con mil preguntas y un silencio que me rompió más de lo que quiero admitir.

—Perfecto —murmure, mirando el techo—. Justo lo que necesitaba. Drama internacional antes del casamiento.

Abrí el refrigerador. Solo para cerrarla sin tomar nada. Me reí sola, de lo absurdo del momento. Porque eso era lo peor de Dante: que incluso en la distancia, seguia teniendo esa facilidad para desordenarme los pensamientos. Quizás no debería ir. Podría inventar una excusa, fingir una gripe, decir que tengo trabajo. Pero no. Mí hermana me mataria. Y no, tampoco iba a darle el gusto a él de pensar que me afectaba tanto. Así que respire hondo, me ate el cabello en un moño improvisado y me convencí a mí misma de algo que sabía que no iba a cumplir:

—No pasa nada, Lía. Es solo una boda. Es solo una semana. Y él... Es solo un tipo del pasado

Aunque muy en el fondo, sabía que no había nada solo en todo esto.

No sé en qué momento mí hermana decidió que su boda iba a parecer un comercial de perfume caro, peor ahí estaba: luces doradas, mesas perfectas, flores que costaban más que mí alquiler y un ambiente que olía a "no respires demasiado fuerte, que puedes arruinar la decoración". Acomode el vestido por décima vez mientras caminada entre la gente con una sonrisa que dolía en las mejillas. No por felicidad, si no por pues estrategia social. El truco estaba en sonreír justo lo suficiente para parece relajada, pero no tanto como para que notarán lo forzada que estaba. El aire acondicionado no ayudaba. Tampoco el ruido. Ni el hecho de saber que en algún punto de esa multitud, él iba a aparecer...

Llevaba días preparándome mentalmente para este momento. Me repetí mil veces que ya no me afectaba, que lo supere, que era parte del pasado. Y por un rato, lo creí. Hasta que cruce la puerta del salón y el corazón me dio ese salgo ridículo que no tenía permiso de existir. Apreté el bolso con fuerza, buscando cualquier cosa que me aclara a la realidad. Un sorbo de champán, una conversación banal, un respiro. Pero todo lo wue escuchaba eran copas, risas, música... Y mí cabeza gritando que, en cualquier segundo, iba a verlo.

Y lo vi.

Estaba cerca de la entrada, saludando a alguien, con esa sonrisa tranquila que siempre tuvo, como si el mundo nunca hubiera sabido afectarlo. Traje oscuro, barba de pocos días, y esa manera despreocupada de moverse que todavía me sacaba de quicio. No lo noto enseguida. Pero cuando sus ojos de cruzaron con los míos, el ruido del salón pareció bajar de golpe. No hubo sonrisas. Ni palabras. Solo ese silencio incómodo que pesa más que cualquier reproche. Camino hacia mí con paso lento, como si midiera cada movimiento. Yo no me moví. Parte de mí quería salir corriendo; la otra, quedarse y fingir que no sentía absolutamente nada.

—Lía —dijo, con una voz grave que no reconocí.

—Dante —respindi, sin esfuerzo por sonar amable.

Fue como un déjà vu. Cómo volver a una conversación que nunca terminamos.

—Hace mucho —dijo él.

—cinco años —coreegi, más rápido de mí que debería.

Asintió, con una media sonrisa que no supe descifrar.

—Estas igual.

—Y tu... —hice una pausa— tu también sabes mentir muy bien.

Sus ojos brillaron un segundo, como si le hubiera hecho gracia. Pero no respondió. Y yo agradecí que no lo hiciera, porque no se si habría doportado otro silencio entre nosotros. A lo lejos, alguien grito mí nombre y aproveche a escapar. Camine hacia la barra, fingiendo buscar otra copa. No mire atrás. No quería saber si me seguia con la mirada. Aunque lo sentí. El corazón me latía rápido, y no era precisamente emoción. Era eso otro: el desconcierto de tener frente a mí a alguien que fue hogar y herida al mismo tiempo. "Una semana', me repetí mentalmente. Solo una semana. Puedo sobrevivirlo. O al menos, fingir que si. La barra siempre fue mí lugar seguro en cualquier evento: ruido suficiente para perderme, alcohol suficiente para justificar cualquier cosa.

Me apoyo contra el mármol frío y hago girar el vaso entre mis dedos. Todavía puedo sentir el pulso acelerado en las muñecas. Dante de sienta a mí lado, sin pedir permiso, claro, como si los años no hubieran pasado, como si seguir compartiendo espacio con él no doliera.



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En el texto hay: romance, amigos de infancia, humor amor

Editado: 31.10.2025

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