La teoría del casi

capitulo XX

Dante

Llegué a casa cargando todas las cajas del correo: la carriola, la alfombra y algunas otras cosas del bebé que faltaban por traer. Sin perder tiempo, me senté en el piso y empecé a armar la carriola, siguiendo cuidadosamente cada instrucción del manual. Sentí la puerta abrirse y vi a Lía entrar con cuidado. Su barriga ya estaba enorme; cinco meses y parecía de ocho. No podía agacharse, así que se acomodó en una silla al lado mío, observando cada movimiento que hacía.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó, apoyando una mano sobre la barriga mientras me miraba.

—Tranquila, mi amor —le respondí, sonriendo—. Esto lo tengo casi. Pero me alegra que estés aquí, así puedes ver cómo va quedando todo.

Ella asintió, y mientras yo ajustaba las ruedas y aseguraba cada parte de la carriola, nos quedamos compartiendo ese momento tranquilo y lleno de expectativa. Después de un rato armando la carriola, me recosté un momento hacia atrás, respirando hondo. Había más piezas de las que esperaba y, aunque no era complicado, quería hacerlo con cuidado para que todo quedara perfecto para nuestro bebé. Miré a Lía, sentada en la silla al lado mío, su barriga enorme atrapaba toda mi atención. Sonreí al verla balancear suavemente las manos sobre ella, y sentí una oleada de cariño que me obligó a tomarme un momento. Me arrodillé frente a ella, apoyando mis manos sobre su barriga, y sentí la suavidad de su piel a través de la ropa. La miré a los ojos y le sonreí.

—Hola, mi amor —susurré—. Soy yo… papi.

Lía sonrió débilmente, y apoyó sus manos sobre las mías. Cerré los ojos un segundo, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba solo por estar así, tan cerca de los dos seres que más amaba en el mundo.

—Mira, ya estamos armando tu carriola —continué, acariciando suavemente su barriga—. Va a ser tu lugar seguro cuando salgamos a pasear, para que siempre estés cómodo y protegido. Y sí… sé que todavía eres muy pequeñito, pero quiero que sepas que ya te amamos un montón.

Sentí cómo ella respiraba contra mis manos, cómo su calor me envolvía, y no pude evitar apoyarme un poco más contra su panza.

—Te prometo que tu mamá y yo vamos a cuidarte siempre —dije, con la voz algo quebrada—. Y que tu primer paseo será increíble, lleno de risas, música y todo lo que podamos darte.

Lía cerró los ojos, apoyando la cabeza ligeramente contra mi hombro mientras yo seguía acariciando su barriga. Por unos minutos, solo estuvimos ahí, en silencio, compartiendo ese pequeño momento de conexión que nos hacía sentir que ya éramos familia, que todo el esfuerzo, la espera y los planes valían completamente la pena. Después de un rato, me incorporé un poco para mirar la carriola de nuevo, asegurándome de que todo estuviera firme y en su lugar, pero sin dejar de tomar pequeños descansos para acariciar la barriga y hablar con nuestro bebé, como si cada palabra pudiera llegar directamente a él y hacerle sentir cuánto lo amábamos. Mientras seguía arrodillado frente a Lía, acariciando suavemente su panza y hablándole en voz baja, sentí un ligero movimiento bajo mis manos. Primero pensé que había sido un temblor o un ajuste de postura de Lía, pero ella también lo sintió y abrió los ojos sorprendida.

—¿Lo sentiste? —preguntó, su voz temblando un poco de emoción.

Asentí, con una sonrisa que no podía borrar de mi rostro.

—Sí… fue tu primer patadita, pequeñín —dije, colocando mi frente contra su barriga y siguiendo el movimiento con mis manos—. ¡Mirá cómo se mueve!

Lía rió suavemente, apoyando sus manos sobre las mías, como si quisiera compartir cada sensación.

—No puedo creerlo… —susurró ella—. ¡Ya se mueve!

Yo la miré y luego volví a enfocar mi atención en la barriga, acariciando el lugar donde habíamos sentido el pequeño movimiento.

—Hola, bebé —susurré de nuevo, emocionado—. Soy tu papi. Te prometo que vamos a cuidarte siempre. Y mirá, tu mami también te ama un montón.

De repente, otra pequeña patadita hizo que los dos nos quedáramos boquiabiertos. Lía rió y yo reí con ella, dejando que nuestras manos se movieran al unísono, siguiendo los movimientos de nuestro hijo. Era un momento que jamás olvidaríamos: la primera señal tangible de su existencia, de que ya estaba con nosotros, jugando y moviéndose dentro de su mamá. Nos quedamos así, sorprendidos y emocionados, hablando con él, acariciando la Barriga y riendo, mientras el resto del mundo parecía desvanecerse a nuestro alrededor.

Después de unos minutos más, finalmente terminé de armar la carriola. La dejé a un costado, perfectamente montada, y di un paso atrás para observar todo el conjunto. La habitación del bebé lucía increíble: la alfombra extendida en el centro, la cuna y el cambiador en sus lugares, todos los muebles alineados y listos para usar cuando llegara el momento.

Lía me miraba desde la silla, con la sonrisa más grande que había visto en mucho tiempo, acariciándose la barriga mientras seguíamos sintiendo pequeños movimientos del bebé.

—Mirá, ya casi está todo listo —dije, apoyándome en la cuna y respirando hondo—. Solo nos faltan los cuadros de las ecografías.

Ella asintió, emocionada, mientras yo caminaba lentamente por la habitación, verificando que cada mueble estuviera bien colocado, que la alfombra no se moviera y que la carriola quedara en el lugar perfecto. Todo estaba listo para cuando nuestro bebé llegara, y la sensación de verlo todo terminado nos llenaba de orgullo y ternura. Me senté al borde del cambiador, tomando las manos de Lía y colocando nuestras cabezas juntas sobre su barriga un instante.

—Va a estar todo listo para ti, pequeñín —susurré—. Ya casi estamos preparados para recibirte.

Lía sonrió, apoyando su frente contra la mía, y por unos segundos solo nos quedamos así, disfrutando de la calma, la emoción y la felicidad de ver cómo nuestro pequeño mundo estaba tomando forma.

Entramos a la sala de la clínica y me senté al lado de Lía, apoyando mis manos sobre su panza. Cada pequeño movimiento que sentía me hacía sonreír sin darme cuenta. La obstetra se acercó, revisando la máquina y preparándose para la ecografía.



#2407 en Novela romántica
#780 en Otros
#323 en Humor

En el texto hay: romance, amigos de infancia, humor amor

Editado: 18.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.