Luego de preguntar y buscar el número de su salón por el edificio equivocado, descubrió que debía dirigirse al sótano del edificio de ingeniería, el cual le costó un rato localizar por ser todos iguales -habían 5 edificios- mientras bajaba la escaleras pensaba en que le parecía un poco frustrante el hecho de que tuviera que pasar dos meses y medio en el sótano de un edificio tan grande, eso definitivamente no la iba a ayudar con su miedo a los terremotos y aquel lugar le generaba una mayor tensión, sin contar con la claustrofobia. Se prometió a si misma que buscaría la forma de tranquilizar su nerviosismo -se terminó de colocar el suéter que traía en sus manos como acto reflejo de protección- y caminó por el desolado pasillo hasta que estuvo frente al salón cuyo número coincidía con el que tenía anotado en su teléfono, se tomó un momento para inhalar y exhalar, queriendo que todos sus miedos se fueran en ese último suspiro y luego se dispuso a entrar - Es aquí-se dijo en tono alentador para pasar.
El salón era bastante grande en todo sentido, amplio y alto, tenía capacidad para unas cincuenta personas aproximadamente, debía rondar por los 45 a 49m2, los asientos estaban perfectamente ordenados en filas de diez a ocho y tenía grandes ventanales en el fondo justo en donde se encontraba el escritorio más grande, el cual dedujo que pertenecía al profesor o profesora, cualquiera fuera el caso. Notó que solo se encontraban dos chicos charlando en una esquina animadamente, inmediatamente su timidez la embargó y buscó el primer asiento frente a la pizarra, con rapidez sacó de su bolso “El retrato de Dorian Grey” y se dispuso a terminarlo por tercera vez. Transcurrieron lo que le pareció horas, aunque en realidad solo fueron unos minutos, Dorian estaba a por aceptar sus errores debido a la culpa que lo carcomía y estuvo a punto de apuñalar aquel cuadro, cuando alguien colocó su mano sobre el escritorio.
-El Retrato de Dorian Grey, es un buen libro ¿Cómo lidias con la insensatez de Dorian?-Preguntó una voz suave con cierto interés. De pronto se dio cuenta de que aquellos chicos habían dejado de hablar y dio una rápida mirada al salón. Vacío. Supuso que era aún muy temprano, 7.40am proyectaba la pantalla de su celular. Entonces decidió enfrentar al portador de la voz que la distrajo de su lectura.
-Pues, es interesante conocer todos los lados de la historia, aunque por supuesto, más que insensato yo diría egoísta y vanidoso, sobre todo por la cantidad de cosas que sacrifica por culpa de su narcisismo, producto de sus ambición por la eterna juventud y belleza-Culminó cerrando el libro y subiendo lentamente la mirada, tenía frente a si a un chico de estatura mediana, de tez clara y un poco robusto, que le sonreía, por cierto -Ah, vaya. Interesante análisis, supongo; no soy muy bueno con los libros, de hecho solo he leído unos cuantos, incluyendo ese y fue en el colegio; pero soy más de ver el resumen en las películas. Soy Johan, por cierto y ¿tu cómo te llamas linda?- dijo extendiéndole la mano. Lo pensó un instante antes de responderle por la forma tan abrupta en la que la había abordado-A-Aria, soy Aria-respondió de manera rápida y un poco incomoda consigo misma por haber titubeado.
Transcurrieron siglos bajo la penetrante mirada de aquel chico y estuvo por excusarse con tener que ir al baño.
-Nombre interesante, no lo había escuchado antes, es lindo y original. Aunque me parecen más lindos tus ojos ¿Son grises o verdes? Es que los anteojos no me permiten apreciar su color como quisiera, de hecho, me intrigan-dijo aquel chico que le comenzó a molestar mientras se acercaba peligrosamente a su rostro, generándole más incomodidad, como si eso fuera posible - Te lo agradezco y en realidad, suelen cambiar de color con la luz, es solo un efecto de la foto recepción o iluminación-concluyó mientras se alejaba lo más que pudo.
Agradeció infinitamente que aquel tal “Johan” no pudiera responder a su comentario porque había llegado un hombre delgado y de traje que parecía ser el profesor seguido por el resto de la clase. Lo que quedó de mañana se dispuso a tomar apuntes sobre el programa y las que serían sus evaluaciones próximas. Mientras algunos de sus compañeros salían haciendo muchos ruidos mientras hablaban, su prima quien había coincidido con ella en el mismo salón se acercó a hablarle y se sintió mucho más tranquila ahora que estaba con alguien a quien si conocía.
-Hola Ari ¿Qué tal te encuentras?-preguntó con una sonrisa radiante, era la marca personal de la pelinegra de ojos castaños- Estoy emocionada, todo esto es un cambio enorme Paulette, pero supongo que valdrá la pena la experiencia-dijo recogiendo las cosas en su mochila- Estoy segura, oye ¿Y cómo están Zeph y Silas?-Pues Zeph debe estar en clases ahora-observó su celular para checar la hora 10.23am, en definitiva su hermano mayor debía estar en algún lugar de esa enorme universidad- Si, ha de estar en clases. Supongo que lo veremos al mediodía y Silas, pues… a veces pienso que no tiene remedio, es un niño caprichoso que necesita atención, así que lo ignoro cuanto puedo. Pero también está bien, justo ahora anda en una fase rebelde y le ha dicho a mamá que se irá de casa para tocar en bares y ganase la vida, porque así no dependería de ella ,- le comentó con diversión y no pudo evitar reír un poco-Ah, Silas… tiene 13 años, Ari. A esa edad “todos” quieren atención-le comentó su prima con su típica sonrisa.
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Editado: 16.07.2018