La tercera llama: El recuerdo perdido

Capítulo 16

En ese mismo instante, el chico con anteojos había escuchado aquel grito de dolor retumbando en su cabeza, haciendo que se detuviera de repente y casi perdiera el control al volante, tomó su cabeza con fuerza y solo podía pensar en que lo que había escuchado había venido de su amigo, quién se encontraba solo en su casa, sabía defenderse, pero no era su mejor aptitud, respiró lentamente, tratando de que el aire ingresando en sus pulmones pudieran traerle la calma. De pronto, su mano izquierda comenzó a dolerle, como si estuviera dentro de un recipiente con ácido, la observó un instante y casi pudo jurar que vio su mano hecha de arena, fue una ilusión, no sabía que estaba ocurriendo, pero debía actuar rápido.

 

 Poco tiempo después de aquel extraño incidente, Aaron entraba en la  habitación  de Zephyr de manera abrupta, azotando la puerta con fuerza, sus mejillas estaba sonrosadas, había tenido que saltar el muro perimetral de la casa ya que su amigo no había atendido sus llamadas. Se encontró con la habitación hecha de polvo literalmente y entre todos aquellos escombros, solo resaltaba  un pequeño libro en el suelo que llamó su atención, estaba cerca de una esquina, se acercó lentamente y a su alrededor había un circulo extraño, parecía haber sido un pentagrama, pero no podía identificarlo con exactitud porque se estaba borrando, era extraño, la habitación estaba llena de polvo, pero ese círculo no estaba cubierto de él, parecía ser elaborado con alguien que tuviera habilidades de tierra, ya que estaba dentro del material del mismo suelo. Eso le hizo recordar lo que había visto en su mano y de manera inconsciente dirigió su vista hasta ella, moviendo sus dedos con lentitud, su mano aún dolía o más bien, ardía.

 

Luego bajó su vista hasta el libro y al tomarlo, notó sus inscripciones en noruego, dentro de él estaban cuidadosamente dobladas unas hojas con un montón de códigos, era la letra del padre de su amigo, ese era el libro de códigos del que le había hablado alguna vez, observó de nuevo la habitación, sobre la cama y de bajo de un montón de chatarra se encontraba el celular y documentos de Zephyr perfectamente organizados. Inmediatamente sintió el mundo venírsele encima, no había nadie en aquel lugar y su amigo jamás salía sin su celular o habiéndole avisado antes. La frustración comenzó a tornarse en impotencia, bramó y golpeó el suelo con su pie.

 

Algo acababa de ocurrir, evidentemente.

 

Algo que no sería bueno.

 

Zephyr estaba en peligro, por lo tanto, Aria también. Es lo único que venía a su cabeza.

 

Observó una última vez la habitación, tomando las cosas de su amigo, guardándolas en su chaqueta de jean y se encontró con que ya no estaba su biblioteca allí, solo había polvo. Polvo esparcido por toda su habitación pulcra y perfectamente ordenada, eso Zephyr no lo hubiera tolerado bajo ninguna condición, era increíblemente meticuloso y organizado, esa era una gran señal para Aaron, quien se destacaba por ser un gran observador, pero no fue hasta ese momento en el que notó que el piano de cola negro que Zephyr tanto adoraba ya no existía y en su lugar solo había polvo.

 

Biblioteca y piano hechos polvo, su amigo debía estar teniendo un ataque solo por ese hecho, ambos elementos obsequios de su padre. Definitivamente eso no era bueno, su corazón dio un vuelco, se sentía mareado y desesperado.

 

 

Salió de aquel sitio, debía alertar a Aria cuanto antes, se habían llevado a Zephyr, le había fallado a él. A su mejor amigo, a su mano derecha, a la persona con quien había crecido, había faltado a su juramento de nunca dejarlo solo, debió verlo venir, sus sueños le habían avisado y no estuvo para protegerlo cuando más lo necesitó, todo se había salido de control, habían aprovechado la oportunidad, sin duda, para poder llevárselo ¿Pero por qué? ¿Qué querían de él? Ese collar se encontraba lejos de ser hallado y eso solo sería una terrible experiencia para aquel chico o tal vez algo que lo llevaría a… No, ni siquiera quería pensar en ello, no iba a dejar que esos pensamientos se colaran en su mente. Le había fallado y ahora debía solucionar todo lo que había sucedido.

 

La rabia corría por sus venas, la impotencia estaba haciendo estragos en su cuerpo, no pudo contenerse de darle un par de puñetazos a la pared debido a su desesperación, golpeándola tan fuerte que había roto sus nudillos un poco y no le importó sentir aquel dolor, sabía que su impulsividad no iba a traerlo de vuelta, debía relajarse para poder pensar. Se recostó de la pared y se deslizó hasta el suelo, con la cabeza entre sus rodillas y sus manos en la cabeza, tratando de respirar y dejar fluir sus pensamientos. Luego de un rato, pudo aclarar un poco su visión sobre el asunto y había llegado a varias conclusiones: 1. Se habían llevado a Zeph, eso era un hecho; 2. Debía buscar y proteger a Aria y 3. Debía encontrar a su amigo.




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